Sobre los escritorios de algunos periodistas musicales reposaba un regalo en septiembre de 2016: un disco y un frasco de pastillitas. Eran una dosis de Pastillas de Valor, nombre con el que la banda guayaquileña Cometa Sucre bautizó a su EP debut. 

En él cantaban temas que hacían equilibrismo sobre el abismo de lo cursi, pero que se elevaban con tonadas rockeras e influencias como The Strokes. El disco de cuatro canciones tenía temas en los que, por ejemplo, aseguraban que “el mundo no ha muerto”. 

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En agosto de 2019, Cometa Sucre regresó. Presentó su primer álbum de larga duración, En Transmisión Perpetua. Tiene una estética noventera y glitch, y mensajes un poco más realistas, a veces melancólicos, pero siempre con un desenlace positivo. En once canciones, los guayaquileños Pedro Argüello, Alex Eugenio Illingworth, Rodolfo Burbano y Chimo Solórzano traen nostalgia, amor, redención, sanación.

Pedro, vocalista de la banda, dice que varias experiencias inspiraron la composición de las letras para su más reciente disco, pero la más poderosa de todas fue el hecho de que ahora lo llamen “papá”. En el tema La Flor, habla de crear, cuidar, proteger, ver, admirar. “Puede interpretarse de varias maneras. Pero, para mí, trata de ser padre”. 

Uno de los puntos más destacados de las letras de Cometa Sucre es que no escapan de la vulnerabilidad, esperan conectar con quienes las escuchan por aquellos puntos en que a todos nos duele, ha dolido o dolerá. 

Las canciones se sienten como tener un amigo que te acolita, te comprende y te da una palmadita en la espalda para seguir. “Está bien no estar bien un día. Y si un día puedes estar bien depende solo de ti, de aceptarte y vacilar el día”, dice Pedro.  

El disco se construye en espiral: hay canciones que hablan de esa sensación de estar perdido, nostálgico, triste. Después, de la sensación de querer sacudirse de ese peso, de sanar para pasar a la redención, a la alegría, a la aceptación. 

Sucede una y otra vez —en el disco, en la vida. “Es un loop. Pero siempre buscamos que quienes nos escuchen se sientan bien” concluye Pedro. Por eso lo llamaron En Transmisión Perpetua