Los pendientes de diamante en las orejas de Vinícius José Paixão de Oliveira Júnior destellaban mientras el brasileño entraba a la casa cercada que llama hogar, después de un día de entrenamiento con el Real Madrid. Pocos minutos después, Vinícius y sus dos mejores amigos brasileños ya estaban en la sala para comenzar su ritual diario: una sesión maratónica para jugar FIFA, videojuego que, al parecer, solo interrumpen para comer.

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“¡Qué cabezazo!”, gritó uno de los amigos mientras la versión digitalizada de Vinícius se suspendía en el aire y clavaba el remate para vencer al arquero. Vinícius, de 19 años, alzó la cabeza de la mesa de masajes para ver cómo se desarrollaba la acción, en un televisor de 65 pulgadas, y luego volvió a poner la atención en su teléfono mientras su fisioterapeuta personal seguía trabajando en sus piernas.

Esta casa, ubicada en uno de los vecindarios más exclusivos de Madrid, tiene el aire de un paraíso adolescente. Además de su enorme televisión, hay scooters eléctricos, un asiento de piloto para un juego de carreras de autos, una mesa de pimpón y mesas de billar. Los objetos están ahí tanto para distraer como para entretener: el estatus de Vinícius como la próxima gran estrella del Real Madrid significa que rara vez se aventura a salir en público. También hay reglas estrictas para sus amigos. No pueden salir de fiesta cuando Vinícius está en casa. “No es justo que nosotros salgamos y él se tenga que quedar”, comentó uno de ellos, Luiz Felipe Menegate. “Sabemos que estamos aquí para que tenga éxito”. “Como siempre ha sido”, mencionó Vinícius con una sonrisa.

Incluso si no fuera una de las jóvenes promesas del deporte, Vinícius probablemente pasaría sus días hablando de fútbol con Menegate y Wesley Menezes, su otro amigo de la infancia. O estaría comiendo los platos de frijoles negros, arroz y filete que prepara su tía favorita. En muchos otros sentidos —la casa llena de juegos, el salario multimillonario, la atención y la expectativa que surgen de ser uno de los jóvenes más valiosos del planeta—, Vinícius ahora habita un mundo completamente nuevo.

Vinícius y su equipo invitaron a The New York Times a ese mundo en abril de 2019, para ofrecer un vistazo al cuidado, la planeación y, sí, las comodidades que pueden ayudar a un jugador adolescente y talentoso a hacerse camino en la transformación de joven promesa a profesional.

En el caso de Vinícius, tan solo el cambio de sede ha sido extraordinario.Hace apenas unos años, Vinícius, un alero habilidoso y veloz, vivía en una habitación estrecha con más de una decena de familiares en un barrio de Río de Janeiro conocido por sus crímenes violentos y una pobreza devastadora. Para mayo de 2017, el Real Madrid estaba ofreciendo 45 millones de euros (poco más de 50 millones de dólares) al Flamengo de Río de Janeiro por el delantero, entonces aún adolescente. En un instante, antes de que pudiera patear un balón como profesional, Vinícius se convirtió en la exportación adolescente más cara en la historia del fútbol brasileño.

La cifra récord convirtió al brasileño, que en entonces tenía apenas 16 años, en un millonario instantáneo. Con eso también empezó el esfuerzo por hacer que su viaje de Río de Janeiro a Europa fuera lo más fluido posible. Es por esa razón que Menegate y Menezes viajaron con él, al igual que su tía y casi una decena de otros familiares. Todos viven en la casa de dos pisos que está tras las rejas, los helechos y los árboles a la entrada de La Moraleja, un enclave para los ricos y poderosos de Madrid.

El viaje de Vinícius representa algo muy distinto de la típica historia de alguien que pasa de la favela a la riqueza: es muestra del juego de alto riesgo del Real Madrid para mantener su excelencia a futuro, de la facilidad con la que los grandes clubes pueden aumentar el valor (y las expectativas) de un jugador no probado y de los esfuerzos de una familia por conservar aunque sea un mínimo grado de normalidad en medio de esa tormenta. “En realidad, no siento la presión”, aseguró Vinícius en abril de 2019. “Solo me concentro en disfrutar estar en la cancha”. Según Vinícius, esa calma se debe a cómo es la vida en la casa de La Moraleja, lejos de los ojos entrometidos de los aficionados y de los reporteros, y ubicada a un universo de distancia de su infancia en Brasil.

La familia Paixão de Oliveira vivía una situación difícil allí en São Gonçalo, una ciudad de unos 330 mil habitantes que se encuentra al lado de una bahía cercana a Río de Janeiro y que está asediada por la pobreza y el crimen. El padre de Vinícius tuvo que ir a un estado vecino para buscar trabajo. Instalaba cableado para empresas de servicios de televisión e internet para sostener a su familia. A menudo, eso no bastaba.

Vinícius Júnior al Real Madrid

Carteles en honor a Vinícius Júnior en la escuela de fútbol de São Gonçalo, Brasil, en la que empezó su carrera. Fotografía de Dado Galdieri para The New York Times

Vinícius, según miembros de la familia, demostró su talento poco después de aprender a caminar. A los 6 años, fue inscrito en un curso de entrenamiento de fútbol en una escuela local que dirigía Carlos Eduardo Abrantes, conocido como Cacau. La escuela es una de tantas afiliadas al Flamengo: Cacau también se benefició de las riquezas que produjo la transferencia de Vinícius al Real. “Fue una buena suma”, comentó Cacau, sin revelar la cifra exacta.

Un contraste con la infancia de Vinícuis: Cacau dijo que los padres del jugador muchas veces no podían pagar la colegiatura mensual y a veces no tenían ni para comer. Él y su esposa, Valeria, intentaban ayudar a que siguiera entrenando aún cuando no se hacía el pago o dándole pequeños almuerzos a Vinícius.

Para cuando tenía 14 años, el talento peculiar de Vinícius ya era evidente. Era uno de los mejores jugadores en Río de Janeiro, y pronto se volvió una estrella en las selecciones juveniles de Brasil. Fue en aquel entonces que TFM, una de las agencias de fútbol brasileñas, comenzó a manejar su carrera: suplieron a un agente previo y la empresa le brindó apoyo al padre del delantero, con lo que él pudo regresar a casa con su familia y enfocarse en potenciar a Vinícius.

TFM apostó por Vinícius. Ayudó a pagar la renta de un apartamento para toda la familia cerca del centro de entrenamiento de Flamengo y costeó dos visitas a un campamento en Estados Unidos de donde son reclutados muchos jugadores. La agencia persuadió así a la familia para que la dejara representar al joven talentoso en un acuerdo informal algo riesgoso, pues en Brasil los futbolistas no pueden firmar con agentes hasta después de cumplir 18 años.

TFM iba a pagar un tercer campamento en Estados Unidos, pero no fue necesario: Vinícius ya había sido ascendido al primer equipo del Flamengo.

En un campeonato sub-17, celebrado en Sudamérica a inicios de 2017, Vinícius fue nombrado el mejor jugador y el máximo anotador del Flamengo, equipo campeón de Brasil. Su actuación produjo una de las batallas de transferencias más extraordinarias en la historia reciente del fútbol. El Real Madrid y el Barcelona, acérrimos rivales dentro y fuera del campo de juego en España, decidieron ir por Vinícius —un adolescente que todavía no debutaba como profesional con el Flamengo, aunque ya había sido nombrado al primer equipo— a casi cualquier precio.

El Barcelona inició la oferta con 10 millones de euros y la opción de igualar cualquier oferta que hiciera un club rival. El Real Madrid superó esa oferta. Se volvió un toma y daca hasta que el precio llegó a 45 millones de euros.

El acuerdo se cerró con discreción a inicios de 2017. Vinícius, que tenía apenas 16 años, iba a ser más rico de lo que jamás habría pensado. Meses después hizo su debut como profesional con el Flamengo, en el legendario estadio Maracaná. Luego anunció su mudanza a España. 

Vinícius Júnior al Real Madrid

Vinícius Júnior con sus amigos de la infancia Wesley Menezes y Luiz Felipe. Fotografía de Gianfranco Tripodo para The New York Times.

En julio de 2018, a sus 18 años, Vinícius, y sus acompañantes aterrizaron en Madrid por primera vez. La transición a Europa no siempre ha sido sencilla. La batalla por un lugar regular en la alineación del Real Madrid no es para los tímidos, e incluso las contrataciones más grandes y los talentos más brillantes pierden con rapidez la simpatía de los aficionados y de los medios de comunicación. Sin embargo, al menos esa misión está bajo el control de Vinícius. Los amigos y familiares que han desplazado sus vidas para apoyarlo ya han depuesto parte de sus propias identidades para ayudarlo a florecer. Menegate lo reconoció una tarde mientras esperaba que su amigo regresara del entrenamiento. “Ya sé que ya no solo somos Menegate y Wesley, porque la gente ahora nos ve como los dos chicos que viven con Vinícius”, dijo.

Pero los intentos por encontrar la normalidad continúan. Vanessa, la tía de Vinícius y una de las personas que vive en la casa, cocina todas las comidas para la familia con un menú que cambia poco: arroz, frijoles y proteína, ingredientes básicos en las comidas familiares de todo Brasil. 

La mayoría de los días, la familia se reúne en la mesa un par de horas antes de cenar. Comen rebanadas de un pastel de harina de maíz típico de Brasil, conocido como bolo de fubá, con un café dulce mientras la música pagode retumba desde un altavoz de la sala de estar. Salvo por el hecho de que el grupo está sentado en una casa cuyo ocupante previo fue el director ejecutivo de uno de los minoristas más grandes de España, es una escena que bien podría estar sucediendo en el apartamento estrecho de São Gonçalo: familia y amigos juntos disfrutando y charlando de fútbol y lo buena que es la comida de la tía Vanessa.

Al día siguiente, Vinícius regresará a entrenar. El Real Madrid se enfocará en su desarrollo. Los agentes se enfocarán en los millones de dólares que pueden ganar con el jugador. Los familiares y los viejos amigos ofrecerán su compañía. La tía preparará más frijoles y arroz. “Mi papá dice: ‘Solo concéntrate en la cancha’”, dijo Vinícius. “No tienes ningún problema fuera de la cancha”.


©The New York Times 2019