Para la construcción de Mirador, el 30 de septiembre de 2015 se desalojó a la comunidad indígena shuar de San Marcos, que vivía donde actualmente está el proyecto. Cerca de 100 policías y militares derribaron las viviendas de 16 familias shuar. Hasta ahora, ninguna ha podido regresar.

A nivel ambiental, la relavera (una psicina donde se depositan los desechos tóxicos de la mina) de Mirador podría romperse “y desparramar los desechos tóxicos, o el viento podría esparcir los polvos tóxicos de la mina varios kilómetros a la redonda”. Un desastre similar al que sucedió en Brumadinho, Brasil en 2019, cuando se rompió la represa de relaves, dejando enterradas a casas, y personas que vivían cerca de la mina. Además, existe evidencia de que ríos cercanos a la mina de Mirador, como el Quimi, están contaminados. El proyecto de megaminería consumiría tanta agua como una ciudad del tamaño de Ibarra. Se calcula que va a generar tres veces el Lago San Pablo en desechos, dice William Sacher.