La autoconfianza se parece un poco al agua que corre por las tuberías de tu casa. Quizá no conozcas todos los detalles de cómo funciona o de dónde viene, pero es penosamente obvio cuando no hay. Al igual que cuando te cortan el agua, la falta de confianza en ti mismo tiene un enorme impacto negativo en tu salud y estilo de vida. Afortunadamente, hay cosas que puedes hacer para aumentarla.

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En la jerga coloquial, la autoconfianza suele confundirse con la autoestima, y se traslapa con el término menos conocido de “autoeficacia”. Sin embargo, la psicología da a cada una de estas palabras una definición específica. Es útil saber distinguirlas:

Autoeficacia: este término, según lo define Albert Bandura, un psicólogo canadiense-estadounidense, se refiere a la creencia en tu capacidad de poder lograr ciertas tareas específicas. Si crees que eres capaz de cocinar la cena o terminar un proyecto, entonces tienes una autoeficacia alta. La gente con poca autoeficacia generalmente se esfuerza menos en una tarea si no cree que podrá cumplirla, lo cual aumenta la probabilidad de fracaso.

Autoconfianza: en contraste, de acuerdo con Bandura, la autoconfianza, o confianza en uno mismo, es más bien una visión general de cuán probable es que cumplas una meta, sobre todo con base en tu experiencia pasada. Cuando pasas tiempo practicando en el piano, aumenta tu confianza en tu habilidad para tocar. Esto también es aplicable a cuán probable crees que sea que te acepten en un grupo social. Si se han burlado de ti debido a tu diplomado en técnicas de cestería prehispánica submarina, quizá la próxima vez te sientas intimidado al compartir ese dato con más personas. Tanto la autoconfianza como la autoeficacia están basadas en la experiencia, pero la autoconfianza refleja una visión más amplia de ti mismo, más que solo tu confianza al realizar tareas específicas.

Autoestima: el término que más suele confundirse con la autoconfianza es probablemente el más distinto. La autoestima se refiere a cómo percibes tu valía en general. Afirmaciones generalizadoras como “Soy una buena persona” entran en esta categoría. La autoestima es uno de los niveles de la jerarquía de necesidades de Maslow, y las mejorías en la autoconfianza contribuyen a reforzar tu autoestima, un concepto más amplio.

Estos conceptos se traslapan, y los psicólogos no concuerdan sobre dónde trazar la línea divisoria entre cada uno. Puedes tener suficiente confianza para creer que eres capaz de aprender un juego nuevo, por ejemplo, y a la vez te puede faltar autoeficacia para creer que serás bueno desde el principio. Del mismo modo, a lo mejor no tienes absolutamente nada de confianza en tu habilidad para cocinar, pero sí crees que eres una buena persona que merece ser amada.

La autoconfianza es tu convicción de cuán bueno eres para algo, pero no es una medición de tu verdadera habilidad. ¿Entonces por qué importa que creas en ti mismo? De acuerdo con Charlie Houpert, autor de Charisma on Command y fundador de un canal de YouTube con 2,7 millones de suscriptores que lleva el mismo nombre, la confianza no solo te ayuda a sentirte mejor, sino que también te ayuda a tomar riesgos para hacer mejoras tangibles en tu vida.

“Internamente, la verdadera autoconfianza producirá mayor positividad, felicidad y resiliencia”, dijo Houpert. “De manera externa, una autoconfianza alta te hará tomar mayores riesgos, lo cual se correlaciona directamente con obtener más recompensas”.

El Oxford Handbook of Positive Psychology lo expresa de otra manera: “Si la persona carece de confianza, no habrá acción. Por eso a veces se hace referencia a la falta de confianza como una ‘duda paralizadora’. En ocasiones la duda merma el esfuerzo antes de que una acción comience o mientras se está realizando”.

Si crees que puedes obtener tu empleo soñado, y lo solicitas, entonces existe la posibilidad, aunque sea muy remota, de que así sea. Si no crees que lo conseguirás, y no lo solicitas, está garantizado que no lo obtendrás. La autoconfianza no te vuelve bueno en lo que haces por arte de magia, pero sí te prepara para tomar los riesgos necesarios a fin de cumplir tus metas.

Si construir tu autoconfianza es cuestión de cambiar tus creencias sobre ti mismo, entonces se requerirá de esfuerzo. Puedes decirte frente al espejo todos los días: “Soy lo suficientemente bueno, lo suficientemente listo y ¡vaya que le agrado a la gente!”, y no te hará mal, pero hay otras maneras más prácticas y eficaces de adquirir mayor confianza en ti mismo.

Sé ‘hiperhonesto’ contigo mismo.

Houpert sugiere ser “hiperhonesto” contigo mismo como una forma sencilla y cotidiana de ejercitar tu autoconfianza.

“Por ejemplo, supongamos que alguien te pregunta qué haces para divertirte y a qué te dedicas. Si te das cuenta de que te contienes o escondes algo, evalúa eso. Es una indicación de que debes dejar de hacer esa actividad o, más probablemente, de que debes aceptar esa parte de ti mismo y mostrarte orgulloso”, mencionó.

Esto no quiere decir que tienes que compartir cada parte de tu personalidad con todas las personas que conozcas. Puedes compartir tus pasatiempos ñoños con tus amigos ñoños y en el trabajo hablar solo de temas laborales. Sin embargo, puedes encontrar a alguien con quien compartir más sobre ti. “Cuando dejas de esconder partes de ti mismo de los demás, te das cuenta de que te sientes más seguro al ser quién eres”, dijo Houpert.

Empieza a hacer ejercicio.

Mucha gente comienza a hacer ejercicio para perder peso o ganar músculo, pero el ejercicio también puede impulsar mucho tu autoconfianza. La Asociación Americana de Psicología ha notado que el ejercicio mejora el estado de ánimo y, junto con terapia y tratamientos constantes, ayuda a combatir la depresión y la ansiedad. También puede ayudar a mejorar tu confianza si lo sigues haciendo durante un tiempo. Hacer ejercicio de manera constante requiere de un cierto compromiso, y mantener dicho compromiso es un logro. No desistir de un hábito nuevo y saludable no solo te hace adquirir mayor confianza, sino que además te permite ver mejoras físicas en tu cuerpo y salud a la larga.

Intenta hacer cosas que te incomoden.

Salir de tu zona de confort es incómodo, como es de esperarse. Houpert afirma que ese es el punto.

“A fin de cuentas, la confianza se trata de sentirse cómodo en diversas situaciones en las que la mayoría de la gente se sentiría incómoda”, dijo. “Por lo que, si a diario expandes los límites de tu zona de confort, al poco tiempo esta se volverá más grande y estarás cómodo incluso fuera de ella”.

Esto puede incluir cambios muy desafiantes, como aceptar un nuevo empleo o enfrentarte a alguien que sueles evitar. Pero también puede significar hacer cambios más pequeños, como entablar una conversación con un desconocido, si eres una persona tímida, o probar un platillo nuevo. De acuerdo con Houpert, es más importante que amplíes tu zona de confort un poco con regularidad, en lugar de que te lances a lo profundo de manera ocasional.

Prueba una nueva imagen.

La manera en que te vistes afecta cómo te perciben los demás, pero también puede alterar cómo te ves a ti mismo. Usar ropa diferente puede influir para que te comportes o pienses de otra manera. Este efecto no se limita a sentirte bien contigo mismo. Adam D. Galinsky, profesor de la Escuela de Administración Kellogg en la Universidad Northwestern, encontró que los participantes en un estudio que usaban una bata blanca de laboratorio demostraron mayor concentración. En otras palabras, cuando la gente se vestía como médico, se comportaba más como tal, o al menos como pensaba que un doctor debía comportarse. Si quieres tener mayor confianza, vístete como lo haría tu otro yo, ese que es más seguro de sí mismo.

Desafía tu síndrome del impostor.

El síndrome del impostor es un cruel error de la mente que te convence de que tus logros no cuentan realmente y que la gente se dará cuenta de que eres un fraude. Esta duda se arraiga porque es más fácil recordar los errores que los éxitos. Acostúmbrate a siempre escribir o reflexionar sobre las veces en que has hecho algo bien. Es más fácil sentirte seguro de tus habilidades si las recuerdas.

Cambia tu postura.

Al igual que sucede con la manera en que te vistes, tu postura puede afectar cómo te sientes contigo mismo. Si bien al inicio quizá te parezca un poco tonto (acuérdate de ese consejo de salir de tu zona de confort), probar posturas que te empoderen contribuye a ajustar tu estado mental. Una investigación de la Universidad Estatal de Ohio indica que algo tan simple como sentarte derecho a veces te da mayor confianza en lo que estás haciendo.

Conforme empiezas a expresarte de manera más segura, es natural preocuparte de que te puedas volver una persona arrogante en el proceso. Sin embargo, de acuerdo con Houpert, la arrogancia no es confianza fuera de control.

“La arrogancia es más bien resultado de la inseguridad y no de una autoconfianza excesiva. La confianza se satisface por sí sola, mientras que la arrogancia requiere de validación externa para que la persona se sienta bien. Por eso hay gente que presume para obtener el reconocimiento de los demás. Alguien con una auténtica autoconfianza es capaz de ser asertivo y defenderse, pero es poco probable que adopte un tono que a los demás les parezca arrogante. Curiosamente, la mejor defensa ante la arrogancia es desarrollar una verdadera autoconfianza”, comentó.

Si empiezas a dudar de ti mismo, te tomará tiempo sentir que estás en el lugar correcto. Mientras tanto, tu propia duda arraigada tal vez intente decirte que el sentirte bien contigo mismo o ser firme en realidad es arrogancia. Reconocer que esto es un síntoma de inseguridad (y que estar consciente del síntoma es una manera de vacunarte contra él) podría ayudarte a superar el momento.