En tiempos normales, las preocupaciones por el estado de la economía global suelen unir a los líderes de los países más grandes para  garantizar mayor seguridad. Pero no vivimos tiempos normales.

El —cada vez más intenso— conflicto entre las mayores economías del mundo, Estados Unidos y China, se ha convertido en una gran amenaza para las finanzas globales. Mientras sus líderes buscan formas de hacerse daño uno al otro, el resto del planeta trata de no convertirse en el daño colateral de esta guerra comercial.

Hace solo una semana, China y Estados Unidos parecían avanzar hacia el enfriamiento de sus hostilidades, y las perspectivas económicas mundiales mejoraban. Las preocupaciones sobre la desaceleración mundial quedaban de lado, dando espacio a la esperanza de una expansión.

Los temores sobre el debilitamiento de la economía china también pasaban, y el presidente Donald Trump anunciaba que pronto se firmaría un acuerdo comercial. Eso mejoró las perspectivas de las economías asiáticas como Japón, Corea del Sur y Taiwán, que dependen del comercio mundial. Europa, una fuente de preocupación constante, también mostró signos de recuperación. Y, desafiando a los escépticos, la economía de Estados Unidos se mantenía.

Pero a fines de la semana pasada, mientras Trump aumentaba considerablemente los aranceles para productos chinos (valorados en 200 mil millones de dólares), el mundo lidiaba con la posibilidad de que la guerra comercial fuese tan dolorosa como costosa. La preocupación aumentó el lunes cuando Pekín tomó represalias. El gobierno de Trump mostró sus planes de imponer un arancel del 25% a prácticamente todos los bienes que China envía a Estados Unidos.

Eso significa, para empresas y consumidores, la posibilidad de, muy pronto, pagar precios más altos por esos bienes, desalentando el comercio. “Una escalada sería terrible para todos”, dijo Gabriel Sterne, director de investigación global de Oxford Economics de Londres. “Un impacto negativo en el flujo comercial va a ser malo para el crecimiento mundial durante varios años. Son malas noticias para casi todo el mundo”. Si ambas partes siguen con sus amenazas arancelarias, la producción económica anual de China se reducirá un 0,8%. Estados Unidos experimentará una reducción del 0,3% en su crecimiento anual, según Oxford Economics.

economía china

El crecimiento en China es importantísimo para macas como Apple, que tiene varias tiendas en el gigante asiático, como este en Pekín. Fotografía de depositphotos.

Esos números son pequeños en el gran esquema, pero el daño podría sentirse de manera grave en industrias que especialmente expuestas a la guerra comercial, como la agricultura estadounidense y los fabricantes de productos electrónicos chinos. Esa debilidad quedó evidenciada el miércoles por los indicios de que la economía china se está desacelerando, y por la baja en las ventas minoristas y pedidos de fábrica en Estados Unidos.

La situación podría ser especialmente grave para los países que más dependen del comercio como Singapur, Malasia, México y Japón.

Peo en el centro de todos estos problemas está la misma China, el país más poblado del mundo. Su desarrollo vertiginoso en las últimas décadas ha sumado a cientos de millones de consumidores al mercado global. Al mismo tiempo, China suministra una gran cantidad de productos de bajo costo.

Y como China es la fuente de aproximadamente un tercio del crecimiento económico mundial, cualquier interrupción de su comercio equivale a un evento global.

Trump ha diseñado sus aranceles para perjudicar a China y presionar a sus líderes políticos para que eliminen los subsidios a las empresas estatales, dejen de exigir la propiedad intelectual de empresas estadounidenses y abran sus mercados a competidores extranjeros. Hasta la semana pasada, el presidente estadounidense insistía en que un acuerdo comercial con China era inminente. Sin embargo, luego acusó abruptamente al gobierno de ese país de incumplir sus compromisos y aumentó los aranceles.

La fuerte escalada se produce en un momento especialmente difícil para la economía mundial, poniendo en peligro lo que parecía ser una estabilización —aunque gradual— de la economía china.

Los volúmenes de carga importada por China aumentaron en abril de 2019, según un análisis de datos de UBS, un banco de inversiones global. En todo el mundo, la carga aérea aumentó en marzo en comparación con 2018, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.

Pero estas tendencias son frágiles. La carga aérea ha disminuido casi un 4%  desde su punto máximo en 2017. Fuera de China, la fabricación en Asia se ha desacelerado durante gran parte de los últimos dos años. Es casi seguro que una guerra comercial entre Estados Unidos y China —que en conjunto representan cerca del 40% de la producción económica mundial—  agravará la situación.

Según el análisis de Oxford Economics, en el último año las exportaciones a China desde Japón, Taiwán, Corea del Sur, Tailandia y Vietnam se han desplomado en un 14% —alrededor de 6,3 mil millones de dólares. Esos mismos países han elevado sus exportaciones a Estados Unidos en un porcentaje similar. Pero ese país es un socio comercial menos importante, y el aumento asciende a menos de 2 mil millones de dólares. En Europa, la guerra comercial se ha convertido en otra fuente de preocupación en un momento de poco crecimiento.

La expectativa de que la problemática salida del Reino Unido de la Unión Europea perjudique al comercio en todo el continente había disminuido, al menos en el plazo inmediato, porque Londres y Bruselas acordaron extender sus procedimientos de separación hasta fines de octubre. Alemania, la mayor economía continental, había moderado los temores de debilidad, con datos que muestran un aumento en los pedidos de fábrica y las exportaciones. Las exportaciones de Alemania a China aumentaron más de un 5% en marzo, en comparación con el 2018.

Pero gran parte de lo que Alemania envía al gigante asiático equivale a las piezas de los aparatos industriales de China: piezas de automóviles, motores, maquinaria eléctrica y otros equipos usados en las operaciones de fabricación. Si las operaciones de las fábricas chinas se desaceleran por los aranceles estadounidenses, la demanda de productos alemanes probablemente disminuirá.

En Italia y Francia, la actividad industrial se ha debilitado en los últimos meses. “Para Europa, esto sucede en un momento muy delicado”, dijo Kjersti Haugland, economista jefe de DNB Markets, un banco de inversiones noruego. “El crecimiento vuelve a ser muy débil”. La guerra comercial ya ha asustado a los mercados mundiales de valores, lo que provocó caídas en los precios de las acciones en los últimos días.

Si el temor de los inversores se profundiza, es casi seguro que el dinero fluirá hacia el último refugio seguro: el dólar estadounidense. Lo más probable es que esté acompañado por el dinero que sale de los mercados emergentes, lo que agravará las crisis en Argentina y Turquía, al tiempo que reducirá el valor de las monedas en general, desde Brasil hasta Sudáfrica y la India. La caída de las monedas hará que los productos importados sean más caros en esos países, obligando a los pobres a pagar más por alimentos, combustible y transporte.

Después de subir a principios de este año, las divisas y los precios de las acciones en los mercados emergentes han caído precipitadamente en las últimas semanas. La pregunta clave es cuánto tiempo durarán las hostilidades comerciales.

huawei guerra

Un edificio de la capital lituana, Vilnius, muestra el logotipo del gigante tecnológico chino Huawei, otro de los afectados de la guerra comercial. Fotografía de depositphotos.

La estrategia de Trump parece estar avivando la ira nacionalista en China, donde el gobierno del Partido Comunista se apoya en esos sentimientos con fines de propaganda. Eso podría endurecer la voluntad de los líderes chinos de mantener su posición, ya que temen las consecuencias políticas de ceder ante los ataques del líder estadounidense.

Esa situación no parece favorecer la expansión del comercio global, que creció aproximadamente un 4% en 2017, luego se desaceleró a 2 % en 2018 y puede contraerse en 2019. “Cuando el crecimiento en los volúmenes de comercio se torna negativo, es el momento para empezar a analizar más detenidamente algún tipo de recesión”, dijo Marie Owens Thomsen, economista jefe global de Indosuez Wealth Management en Ginebra. “Las cosas se ven más desconcertantes y aumentan los riesgos”.


©The New York Times 2019