Ya no lleva la trenza que siempre llevaba recogida cuando fue Presidenta de la Asamblea Nacional. Tampoco las blusas étnicas que la caracterizaban. Tiene el pelo largo y suelto y su oficina es más pequeña que la que ocupaba en la Asamblea Nacional en el período anterior, cuando fue Presidenta por cuatro años. Las fotos de sus hijos, en el fondo, tras de su escritorio, también muestran la imagen de dos niños crecidos. El menor tenía apenas tres años cuando fue electa asambleísta. Durante la entrevista, una de sus colaboradoras se sienta en la mesa redonda que está frente al escritorio de Rivadeneira.
Los asambleístas que se separaron de Alianza País y se fueron a la llamada ala correísta, han sido muy críticos con el gobierno de Lenín Moreno que fue su compañero anteriormente. ¿Cuál es la evaluación que ustedes hacen del gobierno?
La bancada de la Revolución Ciudadana en la Asamblea Nacional ha tenido un rol desde la ruptura: marcamos que nuestro rol iba a ser siempre seguir proponiendo y apoyar todas las cosas que vayan relativas al plan de gobierno ganador en las urnas.
En ese marco lo que hemos visto durante 18 meses, más bien es un vaciamiento de todo lo programático que habíamos construido durante los últimos años, de los que, además, el actual Presidente fue parte.
En ese sentido vemos una total, no solamente separación, sino un anacronismo absoluto por parte del Presidente y su equipo de trabajo frente a la propuesta que él firmó notariada, y que incluso podría significar causal de revocatoria de mandato.
Lo que nos preocupa no solamente es un tema ideológico o apegado a lo que pudimos construir de manera conjunta en su momento y que fue traicionado. Más allá de eso, ya podemos hacer una evaluación después de dos años: ya vamos a cerrar el 2018 con una evaluación realmente preocupante para los sectores populares y sociales del país.
Estamos viendo una serie de retrocesos en políticas sociales, vemos nuevamente que han vuelto las paralizaciones, las movilizaciones del sector arrocero, agricultor, pescador, textilero, pequeña y mediana empresa, de la educación. No solo por temas coyunturales, no es que los estudiantes se levantaron solamente por el tema del presupuesto educativo, que ya es una razón suficiente, sino porque además ya se ha recortado el programa de becas, se ha recortado el tema de la evaluación de la calidad educativa y los indicadores dicen que ha bajado también la tasa o el porcentaje de matriculación en el país, lo cual nos preocupa.
Lo que quiero decir es desde la ruptura, más allá de un tema de una postura ideológica, que la mantendremos, hay efectos que están causando al pueblo ecuatoriano de una falta absoluta de una planificación y de una ejecución por parte del Estado de lo que es un plan de gobierno.
Usted habla de estas movilizaciones pero en el gobierno el presidente Correa también hubo movilizaciones; es normal que en los gobiernos haya movilizaciones. ¿Desde qué perspectiva eso podría ser un problema?
Desde la perspectiva que se están parando ahora no solamente ya servicios públicos si no se está afectando el derecho al otro. No habíamos visto paralizaciones de carreteras como la que hemos visto en las últimas temporadas, durante muchos años ya, y peor aún el uso de la fuerza progresiva con trucutús nuevamente en las carreteras, con policías armados.
Recordemos que bajo decreto presidencial se prohibió que la Policía Nacional pueda acudir a una manifestación con armas de fuego. Tenemos un chico asesinado por la policía en Mascarilla sin que hasta ahora se tenga una respuesta de qué fue lo que realmente pasó.
Entonces hay una afectación directa a los derechos humanos. No queremos decir que todo lo que hicimos estuvo bien y todo lo de ahora está mal. Hay que poner en su debido contexto.
Yo creo que obviamente también somos conscientes de los errores que cometimos en el gobierno y esa evaluación también ha sido fundamental para saber incluso, cuando volvamos, qué es lo que no debemos volver a realizar.
Pero eso no quiere decir que hayamos traicionado la voluntad popular o la voluntad de las grandes mayorías y en ese sentido eso es lo que está sintiendo ahora el pueblo ecuatoriano. Ya no lo decimos nosotros, porque a veces de nuestra boca podría parecer que esto es un tema personal o de disputa o de resentimiento. Ya lo está diciendo la gente cuando en las encuestas vemos indicadores interesantes cuando la ciudadanía se le pregunta si piensa que el Gobierno tiene rumbo para el país y la cifra es alarmante: cerca del 70 por ciento de la población cree que no tenemos rumbo, que el Gobierno no tiene rumbo para guiar el desarrollo del país. Ahí es cuando decimos que nuestras tesis están directamente relacionadas a un sentir de la población.
Usted habla de los recortes. Los recortes, ha explicado el Gobierno, se dan por la situación económica en la que el gobierno anterior dejó al país. ¿Ahí no hay un poco de responsabilidad del gobierno anterior?
A mí me parece que el discurso de que no estuvo la mesa servida ya cayó hace rato.
Hay un doble discurso: en el país se dice que todo es caótico, hacia afuera escuchamos discursos presidenciales diciendo que, en efecto, tenemos la mejor red vial de América Latina; que tenemos la mejor infraestructura en hidroeléctricas; que hemos avanzado en temas de sectores estratégicos y gracias a eso se ha abierto la posibilidad del nuevo financiamiento, por ejemplo, con China, que fue justamente uno de los financiamientos más criticados por quienes están ahora en el área económica y financiera del gobierno. Entonces vemos grandes contradicciones en eso.
Nosotros no decimos que no hayamos pasado por una situación bastante compleja en los últimos años de gobierno. Fueron años que significaron ajustes y significaron también poner en práctica políticas económicas alternativas para que la crisis, que además fue una crisis a nivel mundial, no afectara la real economía del país. Eso jamás afectó a los sectores populares.
Las prioridades que pone el presupuesto genera las prioridades del Gobierno y en efecto lo que estamos viendo en la proforma para el 2019 son las prioridades de este gobierno. Por ejemplo, los 9 mil millones de dólares de pago de deuda externa. Para nosotros eso habría significado una línea roja en el sentido del cumplimiento del mandato constitucional que establece que la deuda social tiene que ser pagada primero antes que la deuda externa y lo que tenemos en resumen es que son cerca de 9 mil millones de dólares para deuda externa, cuando el presupuesto de educación y de salud juntos no llega a esa cifra.
Ahora vemos que incluso cambian el tema de la perspectiva del barril de petróleo y ya no está 58 dólares, lo bajan a 50.
Con la revisión de subsidios ya hemos demostrado, en cifras que haber eliminado el subsidio a la gasolina Súper fue una medida equivocada: eliminaste el subsidio a la Súper y triplicaste el subsidio a la gasolina Extra. Ahora se habla de una revisión total del tema de los combustibles, lo cual afecta directamente a la gran mayoría.
Esas son las decisiones que nos preocupan porque van directamente afectar a la economía real de la mayoría de la población ecuatoriana. Entonces mientras vemos la condonación de deuda fiscal a los 200 grupos empresariales más grandes de este país por 4 mil 500 millones de dólares, vemos que en el presupuesto de educación y salud hay una reducción considerable, que incluso no cumpliría el 4 por ciento establecido en la Constitución, que es obligatorio para estos sectores.
Regresemos a lo que usted decía en un inicio, el tema de la revocatoria del mandato. ¿Han pensado ustedes en empezar un proceso?
Para nosotros ha sido toda esta temporada muy muy compleja. Desde el sentido de la reorganización después de la ruptura, hemos atravesado un proceso de judicialización de la política de nuestra dirigencia, hemos atravesado además un bloqueo político irracional: por cuatro ocasiones el Consejo Nacional Electoral nos ha negado formalmente el derecho de reconocernos como fuerza política en un país donde supuestamente se respiran aires de libertad.
Cuando hablamos nosotros con la gente, una de las cosas que se plantean por parte de mucha de nuestra militancia es la figura de la revocatoria de mandato. También se ha planteado arrancar con un proceso de una Asamblea Constituyente. Por otro lado está el anuncio, y en el análisis político, de lo que podría significar una muerte cruzada y con eso adelantar elecciones generales en nuestro país.
Todos esos escenarios están dentro del análisis de la coyuntura que es para nosotros un tema de apuesta.
Primero, al no tener un partido formal como Revolución Ciudadana, no podemos entrar a la disputa real de la política. Eso ha sido un tema que ha preocupado a todas las instancias internacionales, incluyendo la OEA, en donde se ha presentado varias acciones internacionales, a la Corte Interamericana, al Consejo Interamericano, a las Naciones Unidas y uno de los temas que es recurrente en preocupación de todas estas instancias es cómo en un sistema de democracia no se permite el reconocimiento de una fuerza política existente que además es una fuerza, me atrevería a decir, la más estructurada a nivel nacional: nosotros tenemos células desde el nivel parroquial hasta el nivel provincial, es decir tenemos nuestra militancia presente en todo el territorio ecuatoriano y somos la única fuerza política a nivel nacional a la que se le ha impedido reconocerse formalmente para una disputa dentro del escenario electoral.
En ese parámetro, enfrentar un proceso electoral por supuesto que se nos complica, porque además no podemos nosotros concentrar a nuestra militancia en una sola identidad electoral. Después de que nos quitaron, con leguleyadas jurídicas, Alianza País, después de que rechazaron que nos inscribiéramos como Revolución Ciudadana —porque resulta que ese era el eslogan del gobierno anterior—, después de que nos negaron ser Revolución Alfarista porque el argumento del CNE, que no le competía pero lo hizo fue que, Alfaro era en su tiempo un nombre liberal y que nosotros somos un proyecto que lucha contra el neoliberalismo. Y cuando teníamos la posibilidad y recogimos medio millón de firmas para el movimiento Acuerdo Nacional se inventaron una nueva personería jurídica de otra tendencia política totalmente antagónica a la Revolución Ciudadana.
Lo que quieren es evitar que nuestros cuadros participen en las elecciones. Lo que hemos hecho es la construcción de un gran frente político a nivel nacional. Muchos de nuestros cuadros están insertos ya en listas electorales de partidos locales de otras organizaciones políticas para las elecciones locales, de tal manera que el día después de la elección nosotros podamos hacer un mapeo de con qué contamos dentro del territorio.
Actualmente contamos con algunas juntas parroquiales, una sola alcaldía que es la de Durán, que además está siendo fuertemente atacada por los socialcristianos en Guayas por declararse correísta. Eso va en esta lógica de lo que fue mencionado incluso por un asesor presidencial de una purga correístas, prácticamente asimilando un discurso fascista de Bolsonaro, utilizado en Brasil. Nosotros lo que estamos haciendo es justamente permitiendo que esos cuadros políticos disputen en las seccionales. El bloqueo político nos ha llevado y nos ha exigido también la búsqueda de alternativas. En un sistema de democracia no tendríamos por qué haber recurrido a estas herramientas.
¿Van a intentar inscribir su organización política de alguna manera o por lo pronto se van a concentrar en participar con organizaciones ya establecidas de forma local para las elecciones de 2019?
Bueno ya tenemos algunas organizaciones locales, pero nosotros no apostamos a estas elecciones porque a creemos que sea el fin. Este solamente es un paso para la recuperación de un proyecto nacional y popular que es el objetivo que nos hemos planteado.
No sabemos cuánto tomará, dependerá muchísimo también de la reorganización social y de la conciencia social que podamos generar frente a los retrocesos y el regreso de un sistema neoliberal en el país. Pero sin duda, vamos a estar presentes. Estamos a pocos días de cerrar ya el período de las inscripciones y haremos anuncios importantes en los próximos días.
¿Y ya tienen inscritos candidatos?
Algunos sí, en movimientos locales y otros estaremos por inscribir.
¿Usted se va a inscribirse en alguna candidatura?
Por ahora no. Ahora estamos cumpliendo un rol en la Asamblea. Nosotros decíamos que el liderazgo de Rafael Correa era tan fuerte que había opacado liderazgos que se estaban generando y ahora nos damos cuenta que, al contrario, que un liderazgo fuerte como el de él permitió también la construcción de liderazgos fuertes: hoy tenemos una bancada de 30 compañeros en la Asamblea Nacional, que es una bancada que tiene la mayor voz y la mayor propuesta de la Asamblea reconocida incluso por los opositores al proyecto de la revolución.
En los recorridos que hemos estado haciendo en todo el país para precandidaturas, una de las satisfacciones que tenemos es que hemos logrado construir muchos cuadros políticos que están listos para la disputa. No apostamos a que este 2019 puede evidenciar nuestra fuerza electoral porque sabemos que sin partido es complejo hacer eso. Nuestra representación electoral fue la de la última consulta popular, ahí demostramos que el correísmo contra todos los demás, tenía una fuerza enraizada en los sectores populares, y conseguimos un porcentaje que es importante, que nos situó como la primera fuerza política en el país y la única fuerza de oposición en el país.
Ahora lo que nosotros pretendemos es una reconstrucción paso a paso. Sabemos que eso toma tiempo. Quienes venimos de organización política, incluso antes del correísmo, sabemos que construir organización desde la oposición es complejo pero no imposible. <Lo hicimos antes de la revolución, lo hicimos con la revolución, aún en disputa política fuerte con las élites económicas del país, y lo vamos a seguir haciendo.
Usted habla de las dificultades para inscribirse en el CNE o la judicialización de la política, y eso me hace pensar exactamente el mismo discurso que tenían los opositores cuando ustedes eran gobierno. La oposición tuvo dificultades para inscribir sus movimientos, otros fueron eliminados, se persiguió a periodistas y a opositores en las sabatinas. ¿Ahora no es un poco como que se dio la vuelta? ¿No es que simplemente están del otro lado y se dan cuenta de lo que eso significa?
Yo creo que en un proceso en resistencia y que es el que hemos vivido durante décadas, incluyendo la de la revolución, porque la revolución fue un proceso en resistencia en el país. Hay grandes diferencias sobre lo que pasó en los diez años y sobre lo que pasa ahora. Primero nunca hubo un preso político en este país. Hoy tenemos un preso político en este país. Tenemos periodistas presos en este país.
¿Cuáles periodistas?
Los Bravo están presos.
No están presos por ser periodistas.
Están presos por ser comunicadores.
No, no están presos por ser periodistas. Una persona que hace periodismo es una persona que cuestiona el poder, un periodista no es alguien que hace contratos con el Estado.
A ver, el periodismo de lo que yo sepa, se ejerce para informar no para estar contra el poder.
Pero informar no es hacer propaganda.
Con mucho respeto, me parece un concepto muy equivocado de lo que es periodismo o la comunicación social. Ellos están incluso presos sin una sentencia ejecutoriada.
Pero es la figura de prisión preventiva
¿Por más de cuanto tiempo? Tres meses. Si eso es prisión preventiva en este país cuando la ley dice con claridad que no puedo estar más de 30 días. No puede estar más de 30 días. Vamos con un preso político que ya está más de 140 días en prisión sin sentencia ejecutoriada bajo el pretexto de que se iba a fugar teniendo toda la policía al lado.
Allí hay una imprecisión. El Código Orgánico Integral Penal, COIP, al que la asambleísta hace referencia dice que de la prisión preventiva es de entre seis meses a un año, dependiendo del delito por el que se juzgue. En el caso que hace referencia, los hermanos Carlos y Marco Antonio Bravo están detenidos desde el 31 de octubre, es decir, un mes y medio. Ambos enfrentan un proceso por presunto peculado.
Pero pasó con el señor Fernando Alvarado, ¿no?
Son casos diferentes. Yo no estoy defendiendo a personas. Lo que estamos nosotros exponiendo es la falta del debido proceso.
La Constitución da un marco absolutamente claro a las funciones del Estado. Cuando a mí me criticaron cuatro años de haber sido sumisa a Carondelet, yo siempre hacían las reflexiones en el sentido de que todas las funciones del Estado, las cinco teníamos la obligación de cumplir nuestros roles y nuestras competencias pero encaminados todos a cumplir el mandato de la construcción de la sociedad del Buen Vivir. Ese es el mandato constitucional que fue aprobado por la mayoría del pueblo ecuatoriano.
Cuando nosotros vemos que a través de una consulta popular, que además fue inconstitucional porque nunca tuvo el aval de la Cortes Constitucional… Lo que hemos visto es una serie de transitorios y encargados en desfile en del país que prácticamente están eximiéndose de su responsabilidad de cumplir con el debido proceso y el mandato constitucional.
Hasta ahora tenemos un Contralor encargado. Esa figura ni siquiera existe en la ley y en la Constitución. Tenemos nombramientos de consejos que ni siquiera cumplen lo que el mandato constitucional dice, de paridad y alternancia obligatorio, de participación de minorías étnicas y sociales. Es decir, ya no es una afectación al correísmo. Lo que nosotros queremos expresar desde afuera es que sí, nosotros fuimos la evidencia más grande de cómo el aparato puede anular una corriente política en el país que va mucho más allá del partido.
El Código de la Democracia dice con absoluta claridad cuándo vives como partido cuándo mueres como partido. Los partidos que fenecieron fue por incumplimiento de la normativa del Código de la Democracia.
Pero hablamos de un CNE que tenía vínculos con el Ejecutivo, con personal cercano al entonces Presidente Correa.
¿Y ahora es autónomo?
No estamos hablando si es que ahora eso o no es. Lo que yo le estoy preguntando es si es que no hay una similitud, porque si es que uno hace el análisis, sí que hay similitud entre lo que usted dice que le pasa hoy y lo que antes le pasaba a la oposición.
No, sí hay muchas diferencias muy marcadas.
Pero eso dice usted desde la perspectiva de su militancia porque si usted se pone en una postura un poco más autocrítica va a ver las similitudes, como vemos los que estamos desde fuera.
Para nosotros es claro el ejercicio partidario. El MPD no cumplió las cuotas, perdió. Unidad Popular se inscribió. Es lo mismo. La diferencia es que a nosotros se nos ha vetado la participación política por una decisión política. La Unidad Popular existe, Pachakutik existe, Sociedad Patriótica existe.
Sí pero tan cuestionado fue el CNE que incluso ahora está revisando varias de sus decisiones.
Hoy vamos a ver partidos que participaron en las últimas elecciones presidenciales y asambleístas, que no cumplieron la cuota y están con tarjeta amarilla. Si en estas elecciones seccionales no cumplen la cuota, pasan a tarjeta roja.
A lo que me refiero es que si no cumplen concejales en 21 cantones, 16 alcaldes o medio millón de votos, no pueden cumplir la cuota establecida en el Código de la Democracia.
Eso fue lo que pasó con el ejemplo que estoy poniendo en este mismo momento para evidenciar que se cerró un partido pero jamás impidió la inscripción de otro partido de la misma fuerza política.
A nosotros nos han proscrito de la participación electoral. ¿Qué miedo tienen? ¿Qué miedo es el que tienen?. Es más, si dicen que no hemos hecho nada, que dejamos hecho un caos, que dejamos la crisis económica, déjennos participar en las urnas. Que la gente nos dé su respuesta en las urnas frente a lo que pudimos haber hecho. Ni siquiera lo están permitiendo.
Pero en este proceso electoral que se viene veremos la respuesta que les dan en las urnas. Como usted dice que sí van a participar de la mano de otras organizaciones.
¿Es correcto tener que esconder cuadros correístas a través de listas o partidos alternativos en vez de poderlo hacer con una fuerza propia. Si consultas su intención de voto, incluyendo en la capital, Correa tiene el 22%.
¿Qué encuestas?
Me imagino que también ahora que somos dueños de un montón de cosas, me imagino que también somos dueños de encuestadoras, incluyendo Cedatos.
¿Pero Cedatos ha hecho encuestas sobre las candidaturas incluyendo a Rafael Correa?
Hay evaluaciones de todo. Están medidos e incluso presidenciales.
¿Las de Cedatos?
Por favor revise todas las encuestadoras.
Las he revisado, no recuerdo haber visto una de Cedatos que incluya a Rafael Correa.
Bueno. El tema es que sí sabemos que hay una fuerza electoral vigente no pueden utilizar un sistema de justicia para opacar la fuerza política existente. Eso es lo que está pasando en el Ecuador sino en América Latina. Ciencia ficción o no, ahí están los datos. Ya hay una corriente mundial.
Incluso las Naciones Unidas está muy preocupada por el tema del uso de los poderes judiciales.
Ventajosamente en esta semana salió una luz. Un preso político, el exvicepresidente en Argentina, ha sido excarcelado justamente por haber evidenciado que todo lo que se le impugnaba no tenía absolutamente ninguna prueba para estar en prisión. También pasó con Dilma Rousseff en el golpe parlamentario, a ella le dieron un golpe parlamentario apuntalándolo con un montón de características ligadas a corrupción. Un año después hay que pedir disculpas porque no encontraron nunca nada en contra de Dilma Rousseff. Sin embargo dejó de ser presidenta. Sin embargo hay un preso continental que es Lula da Silva que no tiene hasta ahora ninguna demostración de todo lo que le imputan. Esa es la realidad que estamos viviendo en América Latina, un continente que se atrevió, durante las últimas dos décadas a mostrar que otra forma de desarrollo era posible: que un sindicalista, alguien del pueblo, que un indígena, que alguien que viene de los estratos populares puede ser presidente y puede gobernar para la mayoría del pueblo. Las élites económicas jamás van a permitir ni perdonar eso.
Ahora los empresarios son fuertes. No estamos nosotros exagerando cuando decimos que incluso ya los organismos internacionales tienen serias preocupaciones sobre lo que está pasando. Incluso aquí cuando varios observadores internacionales han venido al país a evidenciar que muchos de los que ejercemos liderazgo político basados en esta tendencia del correísmo no tenemos posibilidades. El tiempo lo dirá.
Sobre el exvicepresidente de Argentina, Amado Boudou, también hay una imprecisión. No ha sido ratificado como inocente. Al contrario. Está sentenciado, aunque aún la sentencia no está en firme, y simplemente se le ha concedido la libertad bajo fianza pero tiene que usar un dispositivo electrónico y no puede abandonar el país. Mientras Rivadeneira habla, sostiene su taza de café. Se impacienta con algunas preguntas y tiende a divagar a veces.
Usted habla de una forma que parece que fueran víctimas de los poderes. Sin embargo ahora están saliendo a la luz también muchos testimonios de lo que ocurría en el gobierno del expresidente Correa. Hay más de 200 casos de judicialización de la política: opositores, periodistas, activistas sociales que hoy cuentan como fueron perseguidos. ¿Qué pasa con estos casos?
Yo lo dije en su momento y lo insisto. Imagínate después de lo que nosotros pasamos con la ruptura. Tener un análisis de autocrítica para nosotros ha sido fundamental porque además no teníamos que explicarnos sólo nosotros qué fue lo que pasó porque no comprendíamos qué fue lo que hicimos.
Yo fui parte del buró político de este país durante los últimos seis años, yo fui parte de la decisión de que vaya Lenín Moreno, yo hice campaña por Moreno, yo aposté por Moreno. Yo misma tenía que explicarme qué fue lo que hicimos mal, explicar a nuestra militancia y explicar al mundo qué fue lo que pasó.
Cuando salimos de este país a cualquier encuentro, cualquier foro, la primera pregunta es por Dios expliquen qué pasó, porque no es lo que pasó en Argentina. En Argentina Macri llegó siendo oposición al kirchnerismo. Aquí salió de nuestras filas, amparado por un Correa y por un proyecto político.
Entonces lo que tú me estás diciendo, para nosotros ha sido, creeme, pan de cada día y hasta ahora seguimos preguntándonos qué fue lo que pasó y en ese sentido por supuesto que identificamos falencias, errores.
Una falencia fue no haber trabajado sobre un cambio de la matriz cultural en nuestro país. Nos encargamos de hacer todo lo que tuvimos que hacer. Hubiéramos querido avanzar muchísimo más pero no avanzamos y esto es una crítica fuerte, no avanzamos nada en la construcción de un cambio de la matriz cultural.
¿Qué quiere decir con eso?
Que el chip de la sociedad ecuatoriana sigue siendo el mismo, sumamente ligado a un conservadurismo, a un sistema patriarcal, a un sistema clientelar.
No pudimos transmitir que el proceso de la redistribución de la riqueza que sacó a dos millones de ecuatorianos de la pobreza, una clase media fue producto de esas políticas de redistribución y que ahora el Programa de Naciones Unidas para el Desarollo (PNUD) advierte que incluso ese sector de clase media fortalecido por políticas de la redistribución está en peligro de regresar a la pobreza porque obviamente no se están generando mecanismos de protección.
El tema es que no acompañamos ese cambio con la población. En lo personal sostengo, que es fundamental una politización de la sociedad sea cual sea. No estoy hablando de tendencias. Pero la sociedad debe saber y debe tener una postura de diferenciar cuál es un programa de gobierno, cuáles son políticas que favorecen esas creencias y no lo hicimos.
Está evidenciando en América Latina que fallamos como una visión política dentro de lo programático. Entonces cumplimos con lo que teníamos que cumplir, con el desarrollo del país, que además genera desarrollo programas sociales, es decir, el programa Manuela Espejo, de dónde sale el vicepresidente, actual presidente. Fue una política de gobierno programas sociales, programas económicos, programas productivos, a más de infraestructura.
Entonces bueno, para no desviarnos mucho: nuestra postura, la mía, ha sido y jamás me retractaré de decirlo, todo lo que tenga que ser sancionado y judicializado en debido proceso y en un Estado de Derecho tiene que ser de esa manera. No olvidemos que Copaco, Capaya, Bravo fue parte de las investigaciones y de las denuncias del mismo gobierno. Todo lo que sea corrupción tiene que ser judicializado venga de donde venga, pero no con inventos o con show.
¿Qué hemos visto durante 18 meses? Desde el día uno de la ruptura, Moreno salió a decir que cogió no solamente un país quebrado, sino un país donde la corrupción campea y donde había un jefe de la mafia. Ese jefe de la mafia durante 18 meses no se lo ha podido comprobar absolutamente nada en ámbitos de corrupción. Tuvieron que inventarse un show como el de Balda. Un show patético para lograr una judicialización y evitar que regrese al país.
Menos mal, la ruptura significó una primera depuración de nuestras filas. Y en ese sentido, que menos mal se demostró con la ruptura. Quiénes son oportunistas o quiénes están ligados al poder de turno. Por diferentes razones, por tener contratos, por tener espacios laborales en territorio. Y a eso me refiero a muchos asambleístas que tienen familiares de funcionarios públicos del Ejecutivo en sus territorios. A eso me refiero de asumir también nuestros errores y de asumir también eso para que no vuelva a ocurrir.
Sigue siendo bastante suave la autocrítica. Hay casos de sobreprecios, de excesos desde el poder, entre otros. ¿No regresa a ver el gobierno y se cuestiona si es que fueron abusivos?
Yo creo que no hay cómo generalizar.
Claro, pero yo pregunto desde la búsqueda de esa explicación.
Yo creo que no podemos generalizar y creo que sí hubo un exceso de confianza frente a ciertos cuadros políticos que ejercían funciones dentro del Estado. Me parece que en esa lógica también el cambio de la matriz cultural no es que sea muy superficial. Cuando yo hablo de eso, hablo de toda una estructura social. Y hablo del abuso de poder, de ciertos funcionarios que obviamente asumiendo su función o abusando de su función pública pudieron incurrir en ámbitos de corrupción.
Eso también tiene que ver con el cambio de la matriz cultural. Estamos otra vez esta lógica de una participación de la élite política representada ahora por todas las autoridades transitorias encargadas o vicepresidenciales. Estamos centrando nuevamente a un ámbito de corrupción solo en el ámbito político. Eso nuevamente ahuyenta a muchos ciudadanos y se ahuyenta a muchos ciudadanos y ciudadanas de la política, a los jóvenes de la política.
Nuevamente estamos generando un encerrón. Como que la corrupción estuviera en la política cuando no nos damos cuenta que lastimosamente ese es un tema estructural donde también tiene que ver el cambio de matriz cultural.
Cuando hablo de eso es porque corrupción encontramos en la iglesia, en el deporte, en el ciudadano que se pasa el semáforo rojo y que por no tener la sanción es capaz de dar una coima a quien le está sancionando y el que le sanciona al recibir la coima.
Es un problema estructural que tiene que ser asumido como tal. A mí me da mucho temor de que no logremos consolidar desde el sistema educativo un sistema adecuado de principios y valores, más allá de los morales, yo pongo mucho en eso siempre el tema en discusión pero sí éticos y principios que puedan realmente profundizar este cambio que además no es de la noche a la mañana, no son diez años, no son veinte años, son cambios generacionales pero hay que seguirlos haciendo.
¿La autocrítica más profunda que ustedes hacen es no haber hecho este cambio de la matriz cultural?
No. Esa es la mía.
De ahí, hubo exceso de confianza en muchas personas que estuvieron en el gobierno que ahora están involucradas en actos que están siendo investigados. Ojalá esa investigación pueda garantizar realmente una versión transparente del asunto. Yo creo que por más cambios que tratamos de implementar siempre fuimos vulnerables y ahora se está demostrando muchas de estas transformaciones son vulnerables y de la noche a la mañana pueden transformarse.
Pero los propios cuestionamientos que hoy hace gente que incluso en un inicio apoyó el proyecto de Rafael Correa y que votó varias veces por el mismo proyecto y que en un punto se volvió gente crítica. Más allá del discurso que tienen de cara a los medios, internamente ¿No han reflexionado sobre que quizás abrieron demasiados frentes? El tono del expresidente Correa era constantemente agresivo, siempre presente en todo. Moreno es más cauto. ¿Esas cosas no entra dentro de su autocrítica?
A ver. Primero eso evidencia que había presidente y que hoy no hay presidente.
Segundo teníamos espacios de debate intensos, fuertes, no es que no había una democracia. Cuando nosotros tomamos la decisión del Yasuní fue fuertísimo. En lo personal fue fuerte. Y yo en eso insistí mucho y logramos que la declaratoria del Yasuní sea 80 por ciento aporte desde la Asamblea frente al proyecto inicial que había presentado el Ejecutivo y eso no es fácil.
Eso significó una lucha muy fuerte. Yo quisiera escuchar las mismas voces que en ese momento porque además reconocimos pueblos en aislamiento voluntario una zona de protección y de amortiguamiento entre otras yo quisiera escuchar esas mismas voces ahora decir algo sobre la posible explotación del bloque.
Los Yasunidos y las mujeres amazónicas siguen ahí peleando, ahora con el Ministro Carlos Pérez.
El tema es que son discusiones sumamente fuertes pero no quiere decir que para mostrar hacia afuera que hay democracia tienes que salir a mostrar un discurso confrontador cuando eres parte de un mismo proyecto político.
Eso es parte de la dinámica política, no es nuevo ni es un invento del correísmo, pues es parte de la democracia y del concepto fundamental de democracia.
Sobre lo otro, podemos tener mil criterios sobre las personalidades: que era muy fuerte ¡ah no! Que es muy laxa, no es que este es muy leal, ah no que este fue tibio.
Empezamos nosotros a diferenciar así cuando hay entornos de debate que representan otro tipo incluso de intereses. Yo recuerdo por ejemplo el debate sobre el semáforo alimenticio. Nuestra tendencia y nuestra postura al interior fue que tenemos incluso que ser más fuertes con ese semáforo y también con los impuestos generados hacia las bebidas azucaradas y había otra tendencia internamente que, no que eso va a quebrar a la Coca-Cola. Esa es la relación. Esas discusiones evidenciaban intereses. Que los había. La cosa es dónde tomas las decisiones. Ahora quieren quitar el semáforo y ahora están proponiendo la baja y la revisión de impuestos a estos sectores. Esas son las grandes diferencias y esas son las grandes discusiones que nosotros teníamos.
Si hablamos de salud. La discusión y el problema enorme que se armó al interior de País cuando el presidente Correa se negó rotundamente si quiera a que se discutiera el tema del aborto, incluso las asambleístas de su bancada que propusieron la discusión, fueron sancionadas. Entonces ahí también hay un doble discurso.
No es que hay doble discurso.
Usted está criticando al presidente ahorita por tomar un interés que va en contra de la salud pública. Y cuando ocurrió lo del presidente Correa finalmente aceptaron la sanción y el discurso se zanjó. Me acuerdo que él dio una entrevista en la que dijo algo así “si siguen con esto yo renuncio, me voy”. Y así se estancó la discusión, se acabó la discusión. Nadie más volvió a alzar la mano para volver a hablar del debate.
A ver eso es falso. ¿En qué medida? Primero que la discusión ni empezó ni terminó en ese debate de la Asamblea.
Terminó en el espacio público.
Yo seguí hablando de eso.
Pero ya no se incluyó en el Código Orgánico Integral Penal, dio lo mismo.
No. No da lo mismo no da lo mismo. Hoy yo quisiera que en el Coip, que en el propio Código de la Salud, se apruebe o se abra la posibilidad siquiera de la decisión de la mujer en ámbitos de violación. Yo quisiera eso.
Esa ha sido mi postura, siempre hay debates internos para toma de decisiones. Insisto. Se discutió muchísimo sobre el tema del aborto por qué hay posiciones diversas incluso ahora en nuestra actual bancada, sobre esos temas no son temas sencillos, son temas polémicos porque tienen que ver con la moral.
Por eso es que yo discuto mucho con la moral sobre las discusiones y decisiones de lo público porque para mí hay principios.
El principio que estamos hablando es el principio a la vida, y no es que por estar a favor de la posibilidad del aborto por violación yo esté en contra de la vida. Es ridículo pensar eso. Yo creo que también avanzamos mucho en un montón de políticas beneficiosas para la mujer. Cuando firma su contrato de matrimonio, que ella pueda decidir si ella es la tutora o la administradora de los bienes generados por la sociedad conyugal cuando eso estaba asumido que era del hombre. O que las niñas en este país a los 12 años no se puedan casar con autorización de nadie.
Como también quisiera avances en políticas de salud sexual y reproductiva como fue, por ejemplo, poner dispensadores de preservativos en instituciones educativas, algo que fue sumamente cuestionado en este país.
Ese tipo de decisiones son las que tenemos que tomar y no quiere decir que con esa decisión política se acabe el mundo o se cierra el tema, más bien sirve para seguir discutiendo. El asunto es que muchas veces nos negamos a ver un montón de cosas del entorno y creemos que un solo tema es el tema que nos permite estar en la palestra política. El tema de los derechos sexuales y reproductivos sigue siendo un tema de debate social porque así como habemos quienes creemos en lo que creemos hay quienes hacen marchas ligados a la Iglesia Católica rechazando todo tipo y mandándonos hasta pasquines a quienes creemos lo contrario. Esa es la realidad en nuestro país.
Claro pero en este caso concreto provino de un miembro de la organización.
Sí, y no quiere decir que por eso sea todo.
Pero así como usted dice hay estas marchas no olvidemos que también vino del interior y fue la voz de un hombre decidiendo por las mujeres.
No, no fue así. Ojalá en países donde hemos tenido incluso presidentas mujeres hubiéramos podido tomar todas las decisiones para las mujeres. No se trata de eso, no se trata si eres hombre o mujer.
Ojalá todos los hombres pensaran de manera más abierta. No, estamos en una sociedad nuestra sociedad la sociedad ecuatoriana es una sociedad conservadora y patriarcal.
Gabriela Rivadeneira se incomoda. Tiende a evadir las preguntas que le incomodan respondiendo sobre otra cosa o dando datos, cifras y nombres para reforzar el mensaje que quiere dar. Su rostro se contrae y empieza a hablar más rápido. Ríe y se muestra un tanto sarcástica.
¿Conservadora y patriarcal? Empezando por el expresidente, asambleísta.
No es de personas.
Claro y yo sé que no es de personas pero cuando usted tiene un líder visible que dice si es que siguen hablando del aborto yo renuncio pues entonces tiene un peso político gigantesco.
No por eso dejamos de hablar. Esos ya son criterios, y como yo insisto, lastimosamente, a eso hemos estado ligadas —a ese estigma.
Fueron hechos asambleísta.
Pasemos. No vamos a terminar esta discusión nunca.
No, porque son hechos.
Otra cosa es que yo estoy demostrando avances legislativos donde pudimos avanzar muchísimo.
Claro, pero ese es otro tema. Este es un tema de muerte, aquí se mueren las mujeres por el aborto.
Vaya dígale al obispo a ver si es que cambia de opinión.
¿Por qué, el ex presidente Correa es como un obispo?
No, lo que estoy diciendo es que hay una realidad. Cuando estamos hablando en el Código de Salud de derechos sexuales y reproductivos la realidad es que soy la única en esa comisión que sigue poniendo estos temas frente a un gran conservadurismo subordinado a la Iglesia. Esa es la realidad. Hay marchas multitudinarias de la Iglesia rechazando posturas que tienen que ser de vanguardia en sociedades donde se están muriendo mujeres —y mujeres pobres— por acudir a clínicas clandestinas. Yo sola. Entonces ¿yo sola puedo tomar la decisión en mi comisión para que se apruebe eso?
Logramos en la comisión que eso pase al pleno. Uno de mis proyectos, la legalización del cannabis para tratamientos médicos y terapéuticos, pasó en la comisión con un voto. Va a pasar al pleno, donde son 137. ¿Yo sola voy a poder aprobar eso?
Esos son los ejemplos que estoy poniendo. No es que lo que yo piense va a ejecutarse, por más que yo haya sido presidenta de la Asamblea durante cuatro años.
Ojalá hubiera podido yo en la presidencia de la Asamblea haber tomado decisiones sola en un cuerpo colegiado donde se someten a sistemas de democracia. Eso es parte del reto.
Lo que yo tengo que lograr es que mi tesis sea comprendida por los otros y lograr en un espacio de democracia que ese pensamiento llegue a ser mayoritario para que pueda aprobarse.
Entonces estamos siguiendo la misma lógica, y seguiremos décadas de décadas, como países además de tercer mundo que no pueden estar en un pensamiento de vanguardia cuando este es un tema que se debate a nivel mundial.
En Argentina —que yo ya quisiera que en el Ecuador tener las movilizaciones de mujeres que ha tenido Argentina para buscar aprobación del aborto— se llegó al Senado, pero por un voto se negó la posibilidad a las miles de mujeres que se movilizaron.
Usted dijo hace un momento “cuando volvamos al gobierno” ¿ustedes creen que van a volver?
Sí, claro. No sé cuándo pero obvio que vamos a volver.
¿Con el expresidente Correa afuera?
Con él afuera o aquí.
Rivadeneira cambia su tono, lo suaviza un poco. Sus ojos se humedecen ligeramente. Baja la vista hacia su taza de café.
¿Y hay todavía esa posibilidad de que regrese? Considerando los procesos a los que probablemente se va a enfrentar.
Algún rato cambiarán las cosas, y para eso estamos luchando, porque eso no quiere decir tampoco que por obra y gracia del Espíritu Santo van a cambiar la realidad de este país.
La realidad de este país la va a cambiar el pueblo como la cambió hace once años.
Usted ha hablado también de los gobiernos de izquierda en la región. ¿Usted todavía apoya al gobierno de Nicolás Maduro?
A ver, eso es también un tema que se ha generado un estigma. Yo apoyo procesos democráticos. Como reconocemos a un Macri, que aunque estemos en oposición a sus posturas, fue electo por su pueblo. Así es.
Bueno pero hay cuestionamientos a la forma de elección en Venezuela.
Hay cuestionamientos a todas las formas de elección. Recordemos que la última forma de elección en Ecuador fue cuestionada y decían que fue fraude.
Siempre los que pierden dicen que es fraude —y más si es de derechas. Esas son las realidades. Yo apoyo procesos de elección democrática que son además mandatos del pueblo sea cual sea.
¿Pero usted no hace cuestionamientos a Venezuela considerando lo que ha pasado? Vemos olas de venezolanos migrando…
¿Y cómo sabe usted que no hemos hecho cuestionamientos?
Por eso le pregunto.
Nosotros creemos que hay una grave situación económica que tiene que ser solucionada con emergencia.
No por la ola migratoria, sino por los que se quedaron en Venezuela, como los que se quedaron en Argentina que están sufriendo en este mismo momento una crisis humanitaria de alimentos, como los que están en Colombia resistiendo frente a las muertes semanales de líderes políticos de oposición, o los que estuvieron en México y que están sobreviviendo a todo un embate de una mafia del narcotráfico tomada del gobierno. O los que están resistiendo la ola migratoria de Honduras o de Centroamérica hacia Estados Unidos. O las del medio oriente hacia Europa. O las del pueblo palestino que son asesinados diariamente por un Estado sionista.
Hay un cuestionamiento específico a la falta de resolución de cualquier país…
Me está evadiendo la pregunta, le estoy hablando del exclusivamente del caso de Venezuela. Podemos hablar de los otros casos en otro momento pero ahorita me concentro en Venezuela.
Yo saqué hace poco un video sobre unas pocas tres meses después de mi retorno de mi participación en el foro de Sao Paulo y dije por qué se oculta toda la problemática que hay aquí en los vecinos.
No es la primera ola migratoria que recibimos. Nosotros hemos recibido una ola migratoria cubana con la cual se nos acusó de querernos parecer al sistema cubano. Recibimos una ola migratoria haitiana que fue producto de una catástrofe natural. Hemos recibido una ola migratoria colombiana, en nuestro país residen millones de colombianos que han huido de la violencia en su país y los recibimos porque esa es nuestra política de Estado.
Hoy recibimos a ciudadanos venezolanos que también tienen complicaciones económicas en un país que todavía no puede plantear un plan económico como respuesta a su pueblo. Esa es la verdadera reflexión, y eso es lo que deberían hacer también los medios porque lo que están generando los medios es una xenofobia injustificada.
Desde su perspectiva el enemigo siempre es el medio, ¿no?
Lastimosamente generan framing y eso genera una xenofobia gravísima que ha causado actos de violencia.
Ningún ciudadano por su capacidad de movilidad puede ser discriminado y aquí lo que estamos haciendo es una revictimización de un pueblo que está en proceso de migración.
Asambleísta en 2013 algunos analistas la llamaban la heredera política de Rafael Correa; se hablaba de que usted posiblemente se iba a proyectar hacia la Presidencia de la República.
Primero yo no creo en herederos. Tampoco creo en carreras políticas. Yo creo que, en ese sentido, nosotros estamos donde tenemos que estar: en base a la militancia. Tampoco creo que estemos caídos. Creo que un sector muy fuerte de este país quiere que estemos caídos. La sorpresa que vamos a dar es que el pueblo es mucho más consciente de lo que se está creyendo.
No sabemos qué va a pasar ni en cuánto tiempo, en este país cambia cada semana el panorama político, hay una inestabilidad política fuerte que además nos recuerda a temporadas y décadas pasadas. Pero en ese sentido nuestra tarea es la que estamos asumiendo ahora, una tarea de reconstruir de reconocernos y de proyectarnos.
No estamos en el lamento de la nostalgia. Claro que nos dolió. Yo creo que pasamos un duelo necesario como militancia. Ahora estamos en el momento de proyección y nos vamos a proyectar con mucha fuerza y no estoy hablando a nivel personal. Ventajosamente aquí el trabajo es colectivo. Somos varios cuadros políticos que estamos enfrentando este proceso de reconstrucción que en su momento pueda ser incluso cuestionado o criticado pero es el rol que tenemos que asumir. Yo ya quisiera haberme quedado del lado del gobierno y todo sería más cómodo pero sería incapaz de volver a ver a los ojos de la gente.
¿Para ustedes los que se quedan con el Gobierno traicionaron el proyecto?
Los oportunistas, por supuesto.
Todos los que se fueron al gobierno, las que fueron ministras, María Fernanda Espinosa, Rosana Alvarado…
Tendrán sus razones. Yo no hago puntualizaciones particulares. Cada uno tendrá su razón.
Lo único que nosotros evaluamos es que lastimosamente mucha gente privilegió su confort a una postura política ética y que sabemos que no es fácil. Cuando nosotros tomamos la decisión de quedarnos en este lado de la orilla —y además ejerciendo una dirigencia— sabíamos que no iba a ser color de rosa.
¿Se arrepiente ahora de haber apoyado al presidente Moreno?
Obvio, obvio, me arrepiento.
¿Había otra posibilidad si no era él?
Sí pero la decisión fue esa, y fue una muy mala decisión.
Él ha repetido en varias entrevistas a medios internacionales que el expresidente le rogó. En la última dijo algo como “Bueno, no me rogó pero sí me pidió con mucha insistencia y estuvo varias pidiéndome porque dijo que era la única posibilidad de ganar las elecciones, porque había visto que en ningún otro cuadro de país podía ganar.” ¿O estaban en una encrucijada en ese momento y en efecto era su única carta?
La política es una encrucijada y requiere de decisiones permanentes.
Obviamente teníamos números. Y los números daban que sí habían mayores probabilidades de ganar, no sé si era la única y nunca lo vamos a saber.
La cosa es que nos equivocamos y pedimos disculpas a todos que por nuestra boca pedimos que nos apoyen con su voto por la persona equivocada.
Terminando la entrevista usted ya tiene varios años de recorrido político. ¿Qué errores ha cometido usted personalmente en este recorrido?
Voy 15 años, yo hacía cuentas el otro día y decíamos ¡dios mío! desde los 19 años estoy en cargos de elección popular, ya tengo 35.
Uno de los errores es pensar que los otros piensan como uno; es decir, uno actúa siempre de buena fe. Puede que cometamos errores y de hecho cometemos errores. Somos seres humanos, el reto está en reconocer esos errores y tratar de no volverlos a cometer. Pero claro, uno cree que siendo demasiado sincero con su propia postura hacia afuera va a ser entendido como tal. Y sí, se paga piso también.
Yo le voy a insistir sobre esto porque sigo sintiendo que hay un poco de condescendencia en sus respuestas cuando analiza los errores.
Yo no creo en los latigazos. Una vez, cuento como anécdota, vino Parril que es el presidente del Instituto Patria de Argentina y como todos estábamos en un lamento, nos decía: oigan, ya pues, a ustedes todos los días les dan latigazos, ustedes mismos se siguen dando los latigazos, ya reaccionen.
Los latigazos que se den afuera. Ahora que también nosotros sepamos que esos latigazos que nos dan son por las cosas buenas que hicimos. Y por eso es que tal vez hayamos dado un paso más adelante. Claro que somos autocríticos y eso queda para el interno.
Porque hacia afuera ya tenemos suficientes que nos dan latigazos todos los días.
En todas las entrevistas que hago, les pregunto a los políticos, si en su recorrido sea de dos años o de quince, como en su caso, qué errores reconocen, no por el tema de darse un latigazo, sino por el tema de decir, a ver, yo me equivoqué en esto y me gustaría que cuando yo esté en una situación similar, no lo repita así.
No, yo he tenido exceso de confianza, porque creo que la otra gente está actuando como yo, de buena fe. Que cuando hablo con alguien, y me dice esto vamos a hacer, es porque esto lo vamos a hacer.
La diferencia es que uno lo cumple, y cuando ven que el otro no lo cumple se dan también golpes, y nos hemos dado muchos golpes. ¿Qué es lo que no volvería a hacer? No volvería a confiar tanto. Y eso puede hasta sonar un poco duro pero no, hay que saber conocer a las personas.
¿Y ahora no está confiando mucho en sus compañeros?
Hay confianza entre quienes tenemos un pensamiento mucho más cercano a lo que pudimos tener con muchos compañeros —o con los que llamamos compañeros— en un momento determinado.
Ahora también tenemos grandes diferencias. La suerte de la política es esa: que te encuentras con esas diferencias que incluso te permiten desequilibrar tu propia postura en algún momento.
Muchas veces el ser muy radical en posturas políticas no te permite tener esos equilibrios, y hay que buscar equilibrios.
¿Pero no termina siendo muy radical esto de “yo creo en el expresidente Correa” al punto de cegarse?
Yo creo en Rafael Correa, por eso estoy aquí. Bueno, y al proyecto político al que representa.
Mis discusiones más fuertes con él, fue cuando él decidió retirarse. Porque yo creo que a estas alturas, nosotros llegamos a tener una participación política que representa un proyecto que ya va más allá de las decisiones particulares o personales. Y eso puede sonar muy egoísta con el entorno más cercano. O sea, mis papás, mi familia me viven diciendo “oye, ya pues párale ya retírate”.
Fue una discusión muy fuerte. Incluso la Secretaria Ejecutiva de Alianza País en ese entonces instó a sancionarme por un artículo que yo saqué públicamente en el que yo cuestionaba la decisión del retiro, porque creía que era un error. Y creo que fue un error. En ese marco yo creo que ya cuando llegas a un nivel de representación, ya uno se no se representa a uno mismo. Y si no comprendemos eso, le estamos fallando justamente a lo que se construye como un proyecto colectivo.
Pero este rol que usted dice de haber tenido mucha confianza, o fe ciega en algo. Hoy sigue creyendo en otros. ¿No es como que el error se repite?
Pero imagínate lo que sería encerrarse en uno mismo, mejor ya no participamos en la política.
Cómo haces política, cuando la política es colectiva, si no crees en los demás. La capacidad está en discernir a tiempo quién está del lado correcto.
¿Usted va a seguir haciendo política?
No sé, no sé qué va a pasar mañana, capaz que en enero declaran muerte cruzada y yo no puedo reelegirme como asambleísta. No sabemos lo que pasa.
Me refiero a si tiene ganas de seguir participando en la vida política.
Yo soy militante, y esto puede sonar retórica o cliché: yo asumo mi militancia, es mi forma de vida, muchos me cuestionan por eso. Nela Martínez lo dijo hasta el último momento de su vida. Ella pudo ser la primera diputada electa mujer en este país y no es que por eso se quedó en cargos públicos toda su vida. Pero siguió siendo política hasta el último respiro. Ojalá hayan más “Nelas” en este país. Ojalá hayan más hombres que estén dispuestos a hacer de la política, no una carrera, sino una forma de vida para los otros. para complementarse en la sociedad.
No digo esto desde ahora sino en los 19 años que participo y mucho antes. Desde que empecé mi militancia cultural al los 14. Para mí siempre fue importante el trabajo en colectivo, yo no creo en agendas particulares. Me molesta cuando los otros lo hacen y nos hemos encontrado con agendas particulares, todos los días en los proyectos políticos, porque es legítimo. Lo que tú me preguntas es legítimo. ¿Qué quieres ser? es que muchos me preguntan si quiero ser Presidenta de la República. El 50% de la población querrá algún rato de niño algún rato ser presidente. Yo quiero que mi resistencia sea la necesaria para poder sobrevivir, lo que vivimos es fuerte y no lo dramatizamos. Hay momentos mejores, y hay momentos peores en la política, si la política no es lineal.
¿Extraña el poder?
Nunca tuvimos poder, tuvimos espacios de decisiones políticas, el poder está presente, el poder económico nunca dejó de serlo y hoy lo evidenciamos. Hoy tenemos autoridades que representan lo que realmente es el poder en este país.