Mauricio Pozo casi no sonríe. En cuarenta minutos que dura la entrevista estuvo serio, casi imperturbable. Habla con la fluidez de quien ha estado acostumbrado a presentarse ante los medios de comunicación. Entre 2003 y 2004 fue Ministro de Economía del gobierno de Lucio Gutiérrez, y ha sido analista económico durante más de dos décadas. Fue docente universitario y decano en una universidad privada en Quito, y tras el gobierno de Gutiérrez, Pozo no volvió a ser funcionario público. En 2017 intentó llegar a la Vicepresidencia de la República, en binomio con Cynthia Viteri del Partido Social Cristiano, por el que ahora se postulará a Alcalde de Quito.
Tiene una oficina amplia en el centro norte de Quito, en un edificio moderno. Los espacios son amplios y casi no hay paredes; todo es de vidrio. La entrevista empieza más de cuarto de hora tarde; Pozo estaba despachando una reunión. Entramos a la oficina y allí está su asesora de prensa y un camarógrafo. A Pozo le ponen un micrófono corbatero y la cámara, de su equipo, se instala para grabar la entrevista completa, que tiene lugar en una pequeña mesa redonda. Al fondo, en su escritorio, su asesora espera.
Quisiera empezar con este tema que se ha discutido mucho estos días. Desde la semana anterior se ha cuestionado mucho sobre supuestas mafias que gobiernan a los transportistas. Hubo amenaza de que los taxistas iban a hacer un paro, finalmente se lo levantó. ¿Qué piensa usted sobre este tema del transporte público en Quito?
El objetivo fundamental de la política pública de cualquier Alcalde es, y tiene que ser, Quito y su gente. Cualquier cosa que atente contra el beneficio de la ciudad y contra el beneficio de la gente es un tema que no puede prosperar.
Dicho esto, cualquier sector de la ciudad —llámese taxistas, buseros, transportistas, artesanos, empleados, comerciantes, lo que sea— pueden generar sus propias demandas. Pueden establecer sus propios comentarios, pero eso de ninguna manera puede afectar el respeto a la ciudad y los derechos de la gente. No pueden, por ejemplo, bloquear la ciudad. No pueden, por ejemplo, generar caos o irrumpir en la tranquilidad de los ciudadanos. Eso es absolutamente inaceptable.
Eso obviamente no quiere decir que las autoridades, el Alcalde en este caso, establezca todos los canales de diálogo necesarios para resolver los problemas, pero finalmente es el Alcalde el que tiene que tomar las decisiones. Las autoridades públicas están para tomar decisiones, no para calentar los asientos; están para tomar las decisiones que beneficien a la gran mayoría.
Entonces, en ese sentido, que se analicen las peticiones y que se busque de alguna manera un canal de diálogo, de solución de controversias, me parece fundamental. Pero también quiero indicar que la ciudad sí necesita orden, sí necesita el establecimiento de normas claras, de políticas que busquen el mismo objetivo que mencionaba al principio.
El objetivo de beneficiar a la gente y la ciudad de Quito.
Hubo un escándalo incluso con los concejales involucrados e investigados por la Justicia, que supuestamente negociaron cupos para los taxis. ¿Cree que hay mafias enquistadas en el Municipio en sus dependencias o en entidades como el transporte público que tienen relación con el municipio?
Los problemas municipales no se concentran en los últimos años. Hay problemas acumulados a lo largo, diría yo, de casi décadas. No son temas que se pueden atribuir solamente a una administración.
En ese sentido, lo de fondo es que tengamos presente que la solución de los problemas de la ciudad y los problemas municipales se resuelven con una reforma integral y de fondo al Municipio y a los roles, competencias, funciones de sus concejales.
Los concejales están para legislar. Los concejales están para fiscalizar.
Los concejales están para ayudar al Alcalde a tomar las mejores decisiones, no están para tener roles administrativos o competencias que es parte de la propia gestión del alcalde y de su equipo de trabajo.
¿Eso qué implica?
Implica un poco de decisión política, un poco de liderazgo, un poco de apoyo, inclusive, ciudadano. El rato que se les otorga metros cuadrados de poder, termina abriéndose una puerta para temas como los que acaba de citar, donde la corrupción ha escalado a las altas esferas municipales —hay concejales con grilletes, lo cual es una vergüenza para la ciudad.
Quito siempre se caracterizó —al menos en el pasado— por tener representantes que sean de alguna manera el espejo de lo que es la ciudad, que sean representativos, que sea un honor ser concejal de Quito.
Eso hay que recuperar eligiendo bien, pidiendo antecedentes de quienes están participando: sus declaraciones patrimoniales, un pago de impuestos —alguna manera para que la gente sepa en quién va a depositar su voto, y a quién le va a confiar sus aportes impositivos.
Hemos visto pugnas en este último periodo entre los concejales y el alcalde. ¿Qué piensa hacer para lidiar con este asunto, buscar espacios para concejales del Partido Social Cristiano o cuál sería su propuesta para poder negociar lo que quiera ejecutar como alcalde?
Yo voy a participar en un movimiento suprapartidista: un movimiento eminentemente cívico ciudadano, donde uno de los actores va a ser el Partido Social Cristiano. Puede haber otros movimientos políticos, también habrá colectivos ciudadanos. Va a haber representantes de parroquias, líderes barriales, deportivos, etcétera.
Es decir, no es un tema de un partido, es un tema eminentemente ciudadano. Si uno entiende bien ese principio, los concejales tienen que respetar precisamente eso: que esto tiene un objetivo que se llama Quito y su gente.
Por lo tanto las ideologías, los colores, las apetencias partidistas quedan de lado, o deben quedar de lado, para trabajar sobre el espíritu de la ciudad.
Ese es el compromiso que voy a buscar que se aplique con los concejales que ganen las elecciones —sea que hayan estado en mi proyecto o sea que salgan electos por otras candidaturas. La idea es armar un equipo de trabajo desideologizado, eminentemente práctico, que busque resolver los problemas de la ciudad.
¿Pero es posible esto? Porque todo el mundo viene con un entorno y un peso ideológico.
No digo que sea un tema sencillo pero sí que es un tema posible porque se ha hecho en otras ciudades del país. No es que esto no ha pasado antes. Se cumple en Guayaquil, se cumple en Machala, se cumple en muchas ciudades. Sí es posible en Quito.
Además hay un tema de fondo: los problemas de la ciudad son pruebas tangibles, la basura un problema real, tangible. No es una discusión de la izquierda y la derecha.
¿Qué tiene que ver la basura con eso? O la seguridad, el transporte, la movilidad, las drogas, todo lo que tenemos aquí.
Pero puede ser que las soluciones sí tienen una orientación, si es que su línea es más bien de derecha o si es de izquierda. El ejemplo de Guayaquil que incluye hacer esto de alianzas público privadas o concesionado.
Usted tiene que hacer lo que funciona. Es lo que tiene que hacer. Si usted tiene que vaciar la empresa de aseo para darle un servicio adecuado de retiro de basura y que la ciudad esté limpia, pues tendrá que hacer eso. Si tiene que fusionar la empresa tendrá que fusionar; si tiene que hacerla mixta, tiene que hacerla mixta; si tiene que concesionar el servicio, concesiona el servicio. Hay que hacer lo que funciona. Esto no es izquierda ni derecha.
¿Qué sentido tiene si somos todos medio de izquierda y le hacemos dos veces más grande a la empresa municipal y no llega el servicio a la gente? No hemos ganado nada. Hay que hacer algo que funcione, algo que sea práctico.
Por eso decía que este es un trabajo eminentemente pragmático de servicio a la gente, independiente de cuál sea la orientación ideológica de los miembros.
¿Pero las decisiones son del alcalde o del concejo municipal?
Del Alcalde y del Concejo.
Es lo que le pregunto: ¿cómo equilibra esas decisiones? Si en las próximas elecciones usted ganase pero tuviese mayoría de concejales de Alianza País, ¿qué haría?
Dígame una cosa: Si usted les pregunta a todos los Alcaldes si su objetivo es que la ciudad esté limpia y sin basura, ¿que le van a responder? Todos le van a responder que sí .
Pero es el cómo en el que pueden diferir.
En el cómo va a diferir. Nosotros tenemos experiencia, larga, no es que es un tema reciente. No me refiero a mí, sino en la práctica de las empresas municipales: en la práctica de la gestión municipal de que, cómo están las cosas, no funcionan.
Hay que hacer cambios para que las cosas funcionen. Esto no necesariamente tiene que caer en una discusión ideológica.
Es que eso ya ha pasado.
Sí pero es que aquí lo de fondo es de servicios. Además, hay un tema que es mucho más fuerte que eso: qué es lo que piensa la gente, qué piensa el ciudadano ¿Cree que al ciudadano quiteño que camina le interesa que la empresa sea pública o privada?
No, le interesa que le den el servicio. Es lo que vamos a hacer.
Pasando a otro tema: el rechazo del Partido Social Cristiano en Quito. En una entrevista usted decía que en las últimas elecciones presidenciales el PSC tuvo un porcentaje superior al “del otro candidato”. Imagino que con el otro candidato se refería a Paco Moncayo, exalcalde de Quito que también fue candidato presidencial en 2017. ¿Usted ha analizado si realmente tiene opciones de ganar en Quito?
Por supuesto. Ya gané. Ya gané en Quito.
Pero hay una lógica distinta en elecciones nacionales de la que hay en elecciones seccionales.
Es otra cosa, pero lo que le dice ese resultado es la capacidad de apoyo que uno puede recibir. Fíjese, para las elecciones actuales, más del 50 por ciento de la gente no sabe que hay elecciones. Más de la mitad de la gente no sabe quiénes están de candidatos y al único que le nombran es a Moncayo.
No saben que yo estoy de candidato. Entonces cualquier cosa que le digan las encuestas no tiene ninguna validez este rato.
Lo que sí le puedo hablar es en base a la experiencia que yo ya viví, y digo yo, porque a la campaña de Cinthya Viteri, lo que yo aporte es ser de acá, de Quito. Yo no soy guayaquileño, entonces sí hay un antecedente. Además, lo que sí es verdad es todo lo que uno puede percibir en las visitas, en las reuniones, de las caminatas que he tenido.
¿Qué le dicen?
Muy bien, súper bien. O sea, yo le diría no solamente que me reciben bien sino que la gente tiene expresiones de cariño. La gente está muy abierta. Es gente de todo estrato social, me siento muy satisfecho de lo que estoy viviendo, de las visitas que estamos realizando.
Entonces, si usted me pregunta si creo que vamos a llegar, yo estoy seguro que puedo llegar. Percibo eso además porque, como le digo, ya tuvimos la experiencia anterior que nos dio un antecedente.
Obviamente es un proceso distinto, pero que sí demuestra la apetencia que puede tener la gente por una persona que reúne las características del perfil que los propios estudios demuestran.
¿Qué busca la gente en Quito? Una persona de mediana edad, que haya manejado empresas en el sector privado, que haya tenido experiencia en el sector público con buenos resultados, que tenga un perfil de buenos antecedentes, que no le puedan tildar ni de corrupto ni de deshonesto ni de nada. Y de alguna manera creo que podemos cumplir ese perfil que busca la gente.
¿Y este perfil del empresario sí tiene cabida? Porque se posicionó mucho esta idea en la última década, que el empresario era malo, que el banquero era malo, y de alguna manera sí ha habido una respuesta electoral en torno a esa idea. Desde su perspectiva, ¿en Quito cómo ha calado eso?
El empresario es el pequeño y el gran empresario.
Empresario es el que tiene una venta de salchipapas y es el dueño de una cadena de supermercados. Los dos son empresarios: el uno pequeño, el otro grande. Pero fíjese en algo que tenemos que entender: el quiteño, más que el ecuatoriano, el quiteño es un emprendedor por naturaleza.
Todos son emprendedores y eso hace que todos tengan un espíritu empresarial. Si usted está en una cola terrible en el tráfico, a los diez minutos están vendiendo aguas heladas. Todos tienen ese espíritu emprendedor, ese espíritu de proyectos, de negocios y eso hace que la ciudad no sea para un político tradicional.
La ciudad tiene que ser administrada, tiene que ser gerenciada. Esto no es color azul, verde, amarillo o lo que sea. Esto es un tema de gestión, la gente requiere de servicios de calidad y esos servicios hay que darlos con una buena administración.
Usted mencionaba que el Partido Social Cristiano es simplemente una de las agrupaciones políticas que le está respaldando. ¿Qué otras organizaciones políticas o sociales están detrás de su candidatura?
Si me pregunta por los nombres no lo voy a decir, pero son colectivos, representantes de barrios de la zona de la circunscripción rural, de la corrupción del norte, del sur de Quito, de la zona céntrica.
Tengo el respaldo de líderes de opinión. Tengo el respaldo de políticos de buena opinión pública —es decir, el respaldo es bastante grande y lo van a ver justo en el momento en que hagamos pública la decisión de entrar a participar y nos inscribamos en el Consejo Nacional Electoral.
De todas maneras participar con un partido significa que sí se identifica con la ideología de este partido. ¿Usted se identifica con los líderes del Partido Social Cristiano?
Yo me identifico con lo que funciona y todo lo que tiene buenos resultados para el país. La gestión de Guayaquil es una gestión exitosa. El respaldo del alcalde es de la gente de todo estrato social. Él tiene sus métodos de administración. Yo tengo los míos. Guayaquil es Guayaquil, Quito es Quito. Jaime Nebot es Jaime Nebot, Mauricio Pozo es Mauricio Pozo.
Adoptaré las decisiones de acuerdo a mi estilo, a la idiosincrasia del quiteño, a la cultura de acá, a los problemas de acá. Hay cosas que hay que emular, sin duda. Hay que aprender de lo bueno, pero Quito tiene sus propios problemas, sus propias características, su propia dinámica y hay que entenderla.
Yo soy de aquí, conozco a mi gente y mi ancestro es de aquí también: yo sabré cómo resolver los problemas de aquí, pero sin duda yo me identifico con lo que funciona. Hay malas experiencias con gente que está más a la derecha y buenas experiencias con gente que está más a la derecha. Lo mismo a la izquierda: malas y buenas. Yo me identifico con lo que funciona y lo que es de beneficio para la ciudad.
Mauricio Pozo insiste en el discurso de la ausencia ideológica pero representa a un partido con más de cincuenta años de historia. No quiere ahondar en el tema. Se incomoda un poco. De rato en rato frunce el ceño y tiene un gesto recurrente: cada cierto tiempo baja la mirada y observa con atención su mano izquierda, como si estuviera concentrado, pensando en cada palabra que va a decir.
Entonces su ideología es la de un hombre pragmático.
Absolutamente pragmático, absolutamente.
¿Y se ubica en algún sitio: derecha, centro?
Eso ya no le importa a la gente, le juro que no le importa ya no en la gente. La gente no vota por partidos políticos, la gente vota por gente, por personas, porque cree que en la persona, en el candidato está la solución de sus problemas.
Yo me identifico básicamente bajo esos elementos, bajo esos principios, lo que funciona. Un ex socialista o de la Social Democracia brasileña, Fernando Henrique Cardoso, un buen expresidente del Brasil. Otro medio de izquierda, Lula, un desastre. Y así nos podemos ir a los otros extremos también.
Aquí lo que hay que pensar es que lo que importa es que funcionen las cosas y a la gente no le importa la política. Al 85% de la gente no le importa si el candidato es de izquierda o derecha. Lo que le interesa que no le asalten cuando va a la casa, que el niño llegue sano y salvo a la casa, que si va a un hospital le atiendan, que tenga cupo en una escuela pública y que la educación sea adecuada, que la calle esté limpia, que el pavimento esté bien puesto. Eso es lo que necesita la gente.
¿Y cuáles son los puntos principales en los que usted quiere enfocarse para Quito?
Quito tiene una montaña de problemas, pero yo le voy a decir los principales que hay que atacar, en el ámbito de la gestión: movilidad, transporte, contaminación, en el que está el asunto de la basura. Está, también, el tema de seguridad que atañe a todos. Pero yo quisiera que se entienda que la labor del Alcalde rebasa también esos temas que son del día a día, por llamarlo así.
El Alcalde tiene que ir a hacer política social en el campo de la salud y educación.
¿Qué significa eso?
Que tiene que tratar de mejorar la salud y la educación en la ciudad de Quito —más allá de que sea una competencia exclusiva o no del gobierno central.
Hay algunos proyectos que nosotros tenemos agendados que vamos a aplicar. El municipio tiene algunos centros de atención médica. Nosotros pensamos incursionar en la dotación de clínicas móviles que roten alrededor de la ciudad, básicamente lo que se llama medicina preventiva y algunos fijos para lo que se llama atención de primera complejidad: cirugías pequeñas, hernias o cosas así, lo que se llama hospital del día.
En el ámbito de la educación, queremos dotar a los bachilleres de colegios públicos fiscomisionales y municipales de instrumentos tecnológicos. Para que los chicos puedan emprender sus propios proyectos, o puedan utilizar la tecnología para su futuro, a través de cualquier sistema que puede ser una tablet o similar.
Pero estos temas que le menciono –salud, educación— son políticas sociales del municipio que tienen que ir acompañados de algo adicional. El alcalde de Quito, por ser la capital, está para más y ese más significa que el Alcalde representa a la ciudad, defiende a la ciudad. Debe estar en capacidad, con argumentos de peso suficiente para poder, con el Presidente la República, incidir en las políticas nacionales que beneficien a Quito, y evitar aquellas que la puedan perjudicar.
Ese es el perfil de Alcalde que requiere Quito, la capital del poder.
O sea desde su perspectiva, ¿el Alcalde de Quito sí debe tener un rol más político?
Sin duda alguna. Es que Quito no está exento de las afectaciones que puedan causar las políticas nacionales.
Después de diez años de lo que vivimos, de excesos, acaso los problemas de empleo, de abuso de autoridad, de invasión a los derechos humanos, de la persecución al opositor político, ¿acaso esto no le afectó a Quito?
Es la capital política de Ecuador, aquí se respira la política, aquí la gente habla política en las esquinas, en las otras ciudades, en Guayaquil, se enteran cuando se cae un gobierno, por la prensa.
Por eso es que sí les importa la política. Usted decía, hace un momentito, que no les importa, pero sí les importa un poco.
¿Allá dice o aquí?
Tras la pregunta, duda un poco. Yo sonrío e insisto en que hace poco ha dicho que a la gente no le importan las ideologías. Es la primera vez que esboza una especie de sonrisa apenas perceptible. Enseguida vuelva a su expresión solemne. Parece no sentirse cómodo fuera de ese espacio de seriedad. Es incluso distante.
Aquí en Quito.
Claro que les importa, pero la política en términos reales: no el movimiento partidista que es distinto, si es izquierda o de derecha. Lo que le interesa a la gente es que le den los servicios adecuados. No es un tema partidista, no es un tema ideológico: es un tema de ver lo que hacen y cómo me afecta o me beneficia a mí, no por derecha o por izquierda, sino por lo que me perjudica o me beneficia.
¿Y usted se vería con esa capacidad de poder dialogar en ese ámbito de la vida política nacional y tratar con políticos de una tendencia absolutamente opuesta a ustedes, como el presidente Moreno?
Yo he tenido una presencia pública nacional durante muchos años.
Me refiero a una participación ya desde la gestión pública.
Sin duda alguna. Cuando estuve en el Ministerio hice eso. Igual cuando estuve de candidato. Hice eso en mis diez años de presencia pública. He hecho eso: entrevistas, conversación con medios.
Estuve hasta en un debate con el expresidente Correa. Es decir, más antecedentes de mi presencia pública es complicado no encontrar. He estado presente permanentemente, y como Alcalde yo diría hay una obligación de estar, porque siendo la capital política del Ecuador, el Alcalde, sin duda, tiene una opinión de peso en temas políticos y en temas económicos —que es donde yo tengo más fuerza.
¿Cómo ve usted la cantidad de funcionarios públicos que hay en el municipio? El urbanista Fernando Carrión decía que en Quito son 17 mil empleados públicos y lo comparaba con Guayaquil, que tenía cerca de tres mil quinientos. ¿Cree que sería necesario hacer un recorte de personal?
Fíjese que Guayaquil y sus alrededores tiene tres millones de habitantes. El cantón Guayaquil tiene una población cercana al cantón Quito. Pero allá el municipio tiene 3500 empleados, y aquí el Municipio de Quito con todos los nexos de empresa, de institutos, de agencias, tiene alrededor de 20 mil.
Hay un problema de que los servicios no llegan, y eso significa en términos prácticos que no está funcionando la gestión municipal como debe funcionar.
Si se concesiona un servicio, si se hace una alianza público privada, si se busca inversión extranjera para la dotación de algún tipo de servicio público en la ciudad, no necesariamente quiere decir que se va a sacar gente, sino que esa gente va a pasar de tener un empleador que ahora se llama Municipio de Quito a un empleador que se llama concesionario.
Lo que sí hay es necesidad de limpiar aquellas funciones y responsabilidades de las personas que no tienen ningún rol porque cada dólar que usted bota en eso, es un dólar menos para obra pública.
¿Pero sí hay esa posibilidad en caso de que sea necesario?
Yo haré lo que sea necesario hacer. Todo lo que permita darle el beneficio al ciudadano. Si eso significa concesionar, concesionaré; si eso significa hacer otras cosas, haré otras cosas, pero sin duda hay excesos.
Eso no puedo decir que no existen porque sí existen.
¿Excesos en cuanto a funcionarios públicos?
Le voy a dar solo un ejemplo: los concejales. Los Concejales tienen asistentes, asesores, oficinas, celulares, choferes, carros. Multiplique eso por veintiún concejales y solo ahí tienen una demostración de la falta de cuidado en el manejo de los recursos municipales. Eso no puede ser. Eso es imposible.
El concejal tiene que estar, como le dije al principio, fiscalizando, legislando ayudando al alcalde. Que se olviden que eso van a tener en mi gestión.
¿Pero no son necesarios equipos de trabajo para los concejales?
El equipo de trabajo es el equipo del municipio.
¿No hace falta que tengan asesores?
No, ellos lo que hacen es participar en comisiones pero con un rol, yo diría más de observador moral, pero ellos no son administradores: para eso está el Alcalde.
El Alcalde tiene que poner la mejor gente que pueda en los distintos ámbitos. Yo no soy ingeniero en transportes, ni experto en contaminación, o manejo residuos sólidos. Esa no es mi área, pero mi área sí es administrar. Entonces tengo que rodearme de la mejor gente que sean expertos de las áreas para poder coordinar ese trabajo y dar los mejores resultados.
¿Y en qué momento usted decidirá qué es necesario? ¿Una vez que llega al puesto y hace una especie de auditoría o en qué momento?
Ya estamos revisando cosas, aquello a lo que se pueda tener acceso, no es que tenemos el detalle de tantas cosas, pero el trabajo intenso se empieza a dar al rato que uno es electo. Entre el momento en que salga electo y el momento en que se sienten en el municipio, claro.
Después, obviamente, también hay que empezar a hacer un trabajo para tomar la mayor cantidad de decisiones que se puedan en el menor tiempo posible.
Hay una cantidad increíble de precandidatos a la Alcaldía. Algunos precandidatos han hablado de la posibilidad hacer alianzas y declinar sus candidaturas. ¿Usted estaría dispuesto a declinar la suya para juntarse con alguien que tenga mayor opción?
Buscar alianzas con quien se compartan proyectos por ciudad y dar una demostración de que hay cómo ponerse de acuerdo por un objetivo mayor que se llama la ciudad de Quito, me parece que es saludable y bueno.
Es más, yo he conversado con muchos otros candidatos buscando este proceso.
¿Con quiénes?
Con muchos, me he contactado con muchos. Tengo amigos son otros candidatos, a mi no me dividen estas cosas, así que no tengo problema en conversar con muchos pero sí quiero decirle algo: yo no estoy buscando trabajo. Yo tengo trabajo en mi actividad privada. Estoy de alguna manera metiéndome una actividad llena de riesgos personales, económicos, de toda naturaleza, porque creo que puedo ayudar a la ciudad.
A mí no me llama la atención decir ‘no voy a ser alcalde, sino mejor voy a ser prefecto o concejal, o lo que sea’, porque no estoy buscando puesto público.
Lo que estoy buscando es una actividad que me permita, en base a mi experiencia, resolver problemas. En ese sentido, no es que voy a renunciar para ponerme de otra opción, eso no lo voy a hacer.
Además, por un tema eminentemente práctico: por lo que veo, por los números que tenemos, por la estrategia que seguimos, veo que las posibilidades de llegar a la Alcaldía son bien altas. Entonces tampoco me parece técnicamente sólido salirme cuando veo que tengo buen chance de llegar.
¿En qué puesto está?
No creo que estemos en un puesto, ni en primera, ni en segunda, ni en tercera ni de último ,porque los números, este rato, no me dicen mayor cosa.
Lo que sí le digo es que el que mejor calza dentro del perfil. Creo que soy yo porque ahí están las pruebas y las evidencias. Dígame usted, de los candidatos, ¿quiénes han manejado las finanzas públicas del país, quiénes han estado recorriendo el país, quiénes han sido gerentes de empresas privadas?
¿Entonces es puro altruismo el suyo?
No no no. Creo que puedo ayudar. Yo he sido un técnico. Esto es una consultora. Yo he sido profesor universitario y he sido empresario.
El firme objetivo es colaborar, apoyar e hice un trabajo que fue reconocido. Cuando estuve en la campaña presidencial anterior, el objetivo fue el mismo. En esta ocasión es lo mismo.
Si usted le quiere llamar altruismo, llámele altruismo.
No, no, yo le estoy preguntando a usted.
Es que yo le diría más bien que es una suerte de renuncia a la comodidad y al confort privado porque creo que puedo aportar.
No quiero que pasan los años y regresar a ver y decir: ‘yo pude colaborar y pude participar y pude ganar la elección, y no me metí porque preferí estar en mi comodidad personal’.
Eso va a caer sobre mi conciencia, y eso no quiero.
De todas formas salir de este espacio cómodo, como usted lo llama, ¿ no tiene también que ver con conquistar otro espacio? Quizás se podría pensar como que ya logró sus metas empresariales, llegó a la cumbre empresarial y ahora quiere llegar a la cumbre política. ¿No hay algo de eso?
Le voy a decir algo que he dicho en muchas presentaciones: a mí no me mueve ni el tema de aumentar mi curriculum vitae, ni la vanidad personal, porque yo no necesito de eso para sentirme cómodo donde estoy. Eso no me interesa.
Lo que sí creo es que si uno tiene la oportunidad de aportar tiene que hacerlo, y por eso me meto en esto. No me interesa ni me motiva nada más.
Yo no digo que la actividad privada sea fácil, pero para uno poder dar un aporte a los ciudadanos, uno tiene que tener poder político. Yo puedo hacer cosas, como de hecho las hago y no las divulgo, ayudando a la gente. Yo no digo nada. Pero tengo un espacio de gestión muy reducido, es un espacio minúsculo.
Pero si uno tiene un espacio de gestión pública, uno sí puede incidir en una gran mayoría de gente. Para eso hay que participar en un proceso electoral y para eso hay que ganar las elecciones.
Vuelvo a sonreír ante la calma que emana con su respuesta. Parece creer en sus palabras con honestidad. Él no sonríe aunque su mirada tiene una expresión más suave.
¿Qué pasa si pierde?
Pierdo.
Abre los brazos, y se levanta ligeramente de la silla. Su respuesta es un poco brusca, pero es la primera que no parece fríamente calculada. Insiste:
Pierdo, pues, pierdo.
¿Se volvería a candidatizar otra vez…
No, no no.
Interrumpe la pregunta, ansioso de dar la respuesta. Alza un poco la voz:
Yo no estoy buscando candidaturas ni puestos. Yo haré lo que tenga que hacer en su momento. No le puedo decir ahorita qué pasa si pierdo, y luego llega el 2025.
La dinámica del tiempo dirá lo que pase. Eso es imposible aventurarse, anticipar acciones en un futuro.
Este momento estoy concentrado en llegar a la Alcaldía de Quito. Sobre esa base voy a trabajar.
Corta tajante. Está un poco impaciente. Tiene claros sus mensajes y le gusta regresar sobre ellos.
¿Cómo se va su campaña a financiar? Otro de los cuestionamientos que ha habido es que una vez que el candidato gana, debe devolver los favores a sus aportantes. ¿Cómo manejará eso?
Aquí no hay devolución de favores. Los que quieran ayudar pagando el transporte público que yo tomo, pues pagarán el transporte público y no tendrán ninguna devolución, ningún servicio específico.
Yo voy a trabajar por la gente, no voy a trabajar para los aportantes de la campaña. Eso no me interesa y el que quiera algún favor mejor que no me dé ningún centavo.
No necesito de esa gente. Necesito de la gente que quiere una mejor ciudad y que confíe en la gestión que yo voy a realizar.
¿Y eso está claro para las personas que van a aportar?
Absolutamente claro. Yo no soy empleado de nadie, y no voy a ser empleado de ningún aportante.
Yo voy a ser empleado de la gente de Quito que me va a confiar el voto.
La gente tiene la idea de que el que quiere ser político quiere robar. Hay incluso una falta de credibilidad en las instituciones, la posibilidad de que fuera del poder, le caiga la Contraloría, la Fiscalía y demás.
Vea, si usted se pone a analizar cada detalle de lo que le podría estar pasando no se meta a este proceso. Yo, en las cosas que he hecho en mi vida, me he puesto un objetivo: quiero ser economista, me gradué de economista; quiero sacar una maestría, la saqué. Que va a haber obstáculos, va a haber; que va a haber riesgos, va a haber. Pero si uno se pone, como dicen los jóvenes, muy picky, ahí no avanza, mejor no se meta.
Si yo quiero quedar bien con dios y con el diablo, mejor me quedo aquí, sentadito y no me meto en esta cosa. Yo voy a entrar para tomar las decisiones que correspondan. Por supuesto que hay riesgos, de desprestigio, de mil cosas pero si yo tomé la decisión de entrar, es porque estoy dispuesto a asumir esos riesgos.
Lo que sí le voy a decir es que mi objetivo no es económico. Los recursos que a usted le pueden llegar por su trabajo, son una consecuencia de, no un objetivo. Si usted hace un buen trabajo, es un buen profesional y después le valoran, tiene una remuneración adecuada. Pero ese es el resultado de su esfuerzo, no es el objetivo.
Ya para terminar, entonces ¿su visión global de ciudad cuál es?
Una ciudad con servicios de calidad, inclusiva, moderna. Una ciudad que dé oportunidades a las personas, que se preocupe por la gente de menor capacidad económica, que tenga un norte hacia donde va, que sepa cuál va a ser el Quito de 2050 y que vaya hacia esa dirección. Una ciudad con liderazgo, con presencia, con un Alcalde que sea representante de la gente, que la gente sienta orgullo de quién es el Alcalde y quién le representa.
Esa es la ciudad que yo quiero.
Y en su candidatura, ¿quién gana, la imagen de Mauricio Pozo o el Partido Social Cristiano?
Yo creo que gana Quito.
Pero cuál es la imagen más fuerte: ¿usted o el Partido Social Cristiano? ¿La gente vota por usted o por el PSC?
Si usted logra que la gente tenga buenos servicios, que la seguridad aumente en la ciudad; que haya menos contaminación, que haya mejores servicios de salud y educación…
Me refiero a la campaña. Cuando usted se presenta ahí, ¿por quién vota el ciudadano, por Mauricio Pozo o por el PSC?
No, no no. La gente no vota por el PSC, vota por la persona. Vota por candidatos, porque creen en esa persona. Creen que esa persona les va a resolver sus problemas. ‘A este señor le creo por lo que dice, le creo por lo que ha hecho. Me da buena lectura ese señor, voy a votar por él porque confío en que me va a ayudar a que las calles estén más limpias, a que no me asalten, a que las calles estén menos contaminadas, a que los niños tengan acceso a las escuelas’
Votan porque confían en el candidato, no porque el PSC me va a arreglar las calles, olvídese de los partidos políticos.
O sea si usted fuera Mauricio Pozo por el Partido X, ¿igual votarían por usted?
Yo decidí entrar porque creo que puedo colaborar.
A mi me apoya el partido y me auspicia el partido pero no es que el partido me escoge y vos eres el hombre. No son así las cosas.
¿Y cómo son?
Como le estoy diciendo.
¿Pero hay primarias?
Sí obviamente, pero si uno no tiene chance, el partido simplemente dice no te veo en ese espacio.
¿Usted es afiliado al PSC?
No, no soy afiliado a ningún partido político. Nunca he sido ni voy a ser.
La última pregunta, cuando mira en retrospectiva su participación en la vida política, cuando fue ministro y su candidatura en 2017, ¿qué errores identifica?
¿Errores?
La pregunta parece sorprenderle. Abre un poco los ojos y luego baja la mirada.
Sí, suyos, como para decir: esto no lo quiero repetir, lo voy a mejorar la siguiente vez.
Creo que debo ayudar a que gente de distintos estratos entienda bien el mensaje que quiero transmitir. A veces, cuando uno es académico, no gradúa bien el mensaje para que llegar a todos los sectores de la misma forma.
La gente no tiene la misma dotación de lenguaje. Si yo hablo con gente que trabaja en un mercado no es lo mismo que yo dé una charla en una universidad. Hago siempre los esfuerzos por llegar a todos al nivel que corresponde pero a veces a uno le falla.
Entonces creo que ahí pienso que se puede mejorar.
Ha cojeado por el lado de la comunicación entonces.
Yo creo que hay que mejorar en eso, hay, incluso que utilizar el léxico y las palabras para que a uno le entiendan más fácilmente. Como he sido profesor toda mi vida, normalmente sí tengo la facilidad para expresarme, pero hay que utilizar las palabras para que calcen bien en el estrato a donde uno quiere llegar.