Han pasado más de veinte años desde que Mae Montaño inició su vida política. Recién separada del movimiento Creo, se ha replanteado su rol en la política. Está inconforme con lo que ha alcanzado y tiende a ser una dura crítica de sí misma. Aunque reconoce que a veces se cansa de la política, cree que aún tiene camino por recorrer. Nos recibe muy puntual en su oficina de legisladora, en el centro de Quito.
Empecemos por su separación del Movimiento Creo. ¿Qué fue lo que le motivó a separarse?
Yo fui una de las fundadoras de la organización, llegué con un montón de sueños. Encontré el espacio, a las personas adecuadas. Fuimos por el Ecuador. Después de estos años, sobre todo en el último tiempo, empecé a sentir que mis ideas, mis propuestas y algunos sueños que yo tenía en la política no tenían el espacio adecuado en la organización.
Ante eso, sentí que era el momento de dar, no un paso al costado o atrás, sino un paso adelante. Eso significaba despedirme de la organización sin broncas, que es lo que usualmente se da en la política. Y eso fue lo que hice. Como expliqué en su momento, mi salida de Creo no significa una salida de la política. Estoy viviendo esta etapa de independiente con los mismos principios y valores que me llevaron a Creo.
En algún momento se especuló que se iba para buscar una candidatura para alguna alcaldía. ¿Tiene aspiraciones para las próximas elecciones seccionales?
Por ahora no. Creo que fue una de las tantas respuestas que algunos se dieron porque quizás no les parecía muy claro esto de irse de la organización sin armar bronca y buscaron respuestas. Pero no, quienes me conocen saben que una de mis características es ser directa y si hubiese sido para eso, lo hubiese dicho. Luego me planteé una pregunta y se la planteé a algunos periodistas: si es que yo fui la fundadora de la organización y fui un persona presente…
Quizás eso es lo que llama la atención, que no ha habido una ruptura marcada.
Exactamente, un divorcio racional. Si alguien en esas condiciones aspira a una candidatura y su organización no se la da o tiene que irse de la organización para encontrar un espacio, eso no habla mal de la persona sino que hablaría pésimo de la organización. Pero por ahora no voy a ser candidata. Digo ‘por ahora’ porque lo político es cambiante pero mi decisión en estas elecciones seccionales está tomada.
¿No tuvo que ver con la aspiración a la alcaldía?
No, en absoluto. Ni que me iba a otra organización tampoco.
Usted se ha identificado con la lucha de las mujeres. Hemos visto al asambleísta Gómez hablar de ‘feminazis’ o a Guillermo Lasso criticar la sentencia de la Corte Constitucional en torno a los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes. ¿Cómo ve usted este tema? ¿Cuál es su postura con respecto a la educación sexua, e incluso la despenalización del aborto en caso de violación que se está volviendo a discutir en la Asamblea?
Preocupante. Las posiciones extremas son difíciles, y cuando en un debate de esa naturaleza se mezcla la religión, la moral, las posiciones personales, se vuelve un camino sin salida.
En Creo siempre supieron cuál era mi posición. Jamás escondí que venía del movimiento de mujeres, que era una feminista. Yo entré al feminismo no porque había estudiado la categoría política del feminismo sino como una necesidad personal profunda y por una vivencia personal que en algún momento encontró una salida y la encontré a través del feminismo.
Llegué para defender los derechos de las mujeres.
Asumí el feminismo desde lo social, desde el sentimiento. Esa fue mi posición en Creo, y siempre fue respetada. Inclusive siendo parte de Creo tuve votaciones muy personales en la Asamblea, apoyando las propuestas que venían desde los organismos de mujeres. Por algunas militantes del feminismo tengo una gran admiración por la fuerza, por la persistencia en tiempos que fueron más difíciles que ahora. Estos temas no son nuevos.
Hubo un intento de discutir sobre el aborto. Fueron las legisladoras correístas que intentaron llevar el tema a la Asamblea y fueron sancionadas por su movimiento.
Así es. Dentro de mi organización ellos siempre supieron que esa fue mi posición y siempre fue respetada. Yo nunca tuve una imposición ni una llamada ‘oye, Mae, tú tienes que votar así’. Hay que ser muy sinceros en eso. Yo siempre tuve una posición.
¿Cuál es esa posición?
Yo apoyé el aborto en casos de violación. Hicimos propuestas en el pleno y todo lo demás. Tengo una historia de trabajo, no solamente de discurso sino de acción apoyando a las mujeres a niñas y a niños que fueron violados. Nosotros formamos una organización que se llama —todavía está un poco debilitada por la persecución que tuvieron las ONG— el Foro Permanente de Esmeraldas que es parte del Foro Permanente Nacional.
Ahí teníamos equipos interdisciplinarios, conseguimos la formación de la Comisaría de la Mujer en esa época que yo llamo de oro, que no sé si la volveremos a vivir. Tuvimos casos de niñas que estaban embarazadas antes siquiera de saber lo que era. Eran casos muy dolorosos. Algunas niñas murieron. Esta era una niña de menos de doce años que tenía una hemorragia y la familia siempre esconde estas cosas. La niña tenía una anemia intensa. Yo vivía en Esmeraldas en esa época, la trajimos a Quito. Y la perdimos, la niña murió. Cuando tú vives esos casos entiendes que es un tema complicado y humano.
Deberíamos empezar a verlo desde ahí. Cuando lo vemos como político, como religioso, perdemos ese conocimiento humano de esas situaciones. Nosotros teníamos la oficina del Foro al lado de un edificio en donde había un médico, que todo el mundo sabía que practicaba abortos. Cuando veíamos salir una paciente completamente tapada desde esta clínica a un carro, sabíamos que se murió. La perdimos. Cuando uno ve eso en la práctica deja de ser una categoría política, se vuelve una categoría humana.
Yo siempre he dicho abramos el diálogo. Un diálogo coherente, realista. No pensado desde la ilusión de lo que puede ser sino desde lo que está sucediendo. ¿Cómo lo resolvemos de manera concreta?
Es un tema humano que cuesta vidas, la salud de las mujeres, de niñas, de criaturas. Lo que vale ahí es eso, un diálogo profundo para definir políticas concretas. No matarnos entre nosotros, porque no resuelve. Yo les tengo pánico a las posiciones extremas.
Por eso es difícil poner el tema sobre la mesa. Incluso por las realidades que conocen o desconocen los legisladores. ¿Cómo se pueden poner estos temas en la Asamblea, tener al menos la postura de estar abierto a escuchar?
Difícil, muy difícil. No lo hemos conseguido durante todos estos años. Lo que se requiere es decisión política para decir bueno, vamos a escucharnos. No una consulta porque los derechos humanos no pueden ser producto de las urnas. Pero sí un amplio diálogo en donde podamos hablar de las realidades porque negar que existe un problema no nos lleva a nada.
O soluciones simplistas como “no abortes, dalo en adopción”, tampoco es muy viable en la realidad.
Exacto. O sea hay un problema. En este mismo momento cuántas mujeres estarán abortando de distintas formas. Hay que entender que el discurso religioso o extremo no impide que eso suceda. Ahora mismo está sucediendo de manera clandestina. Yo digo que hay una empresa criminal del aborto y hay mucha gente que está lucrando de eso. Esa es la pregunta que se le hace a otra parte.
Personalmente, yo, Mae Montaño, yo no abortaría. Pero no es mi criterio personal lo que debo imponer en la decisión de un problema social profundo y concreto.
Montaño se pone seria cuando aborda estos temas. Cuando cuenta sobre la muerte de la adolescente, su voz se quiebra.
Además que hay varios orígenes: incesto, abuso sexual, varias realidades.
Sí, demasiado. En el caso de esta niña, el padre era el marido de su hermana. Era en su casa. Teníamos casos de niñas violadas por sus papás. Conocemos profundamente esa realidad. Si alguien me pide consejo yo le diría no, busquemos otra solución pero hay que poner todas las cartas sobre la mesa, las soluciones simplistas no nos llevan a nada. Hay que verlo en toda su dimensión y encontrar soluciones coherente.
Pero si un asambleísta dice ‘feminazi’, es preocupante porque no es un término que debería usar un legislador. ¿Esto no generó una distancia?
Hay que tomar distancia de estos calificativos que se dan de parte y parte. Yo me pregunto: ¿yo tengo la verdad? Podría ser que no, podría ser que yo esté equivocada. Eso solo cuando abres un amplio diálogo se puede entender. En todos los casos las posiciones extremas, me preocupan. Si abrimos el diálogo sincero, habrá la forma de encontrarse. Está sucediendo, ¿cómo creen ustedes que lo podemos resolver, de manera realista?
Claro pero ahí aparecen propuestas como abstinencia o que no haya educación sexual.
Eso no es pragmático. Las soluciones tienen que estar acorde a la realidad.
Ahí está el fallo de la Corte Constitucional. Porque hay quienes creen que la sentencia permite o promueve una vida sexual desde edad temprana. Pero hay realidades en zonas rurales o alejadas de las ciudades, en las que hay niñas que tienen una vida sexual desde muy temprano. ¿Cómo ir en contra de esa realidad y negar la educación sexual?
Cuando los temas se debaten de manera aislada, tienes una serie de decisiones y de normas que chocan entre sí. Si ves el Código Orgánico Integral Penal, el Código de la Niñez, miras los límites para que los menores de edad puedan contraer matrimonio y sale una norma como la de Corte Constitucional y va en contra de lo que está vigente. Eso genera una inseguridad jurídica completa. ¿Qué va a pasar con el tipo que se llevó a la niña en la región Amazónica? Él dirá que ella consintió.
Ahí hay una diferenciación: si son dos niños de doce años pues será consentido, si hay un adulto de por medio, siempre será una violación, ¿no?
Eso no queda muy claro en la norma. Entonces cuando los temas se discuten de manera aislada encuentras una serie de temas que chocan. Ahí es cuando no hay coherencia. Si no hemos preparado a la sociedad, si no ha venido de un amplio debate, va a generar malestar. Los temas impuestos, vengan de donde vengan, causan resistencia.
Usted hablaba de que tiene sueños en la política que quizás no pueden crecer en el movimiento que usted fundó. ¿Cuáles eran estos sueños?
Yo creo que las organizaciones políticas debemos asumir algunas responsabilidades: una de esas es preparar a tu militancia para que tengan un rol político activo. Sino, ¿para qué nacen? Preparar a la gente para que asuman puestos de administración pública. La obligación de las organizaciones políticas es formar a su militancia para eso.
¿Y eso pasa?
No. Por eso digo que es un sueño. Yo me pregunto siempre, por qué cuando llegan las elecciones, los partidos andan buscando a los que ya son conocidos. Me parece una actitud de facilismo. Como no has hecho la tarea, ni les has formado ni les has dado la vitrina para que se muestren. Probablemente tendrás un pedido para que seas candidata, Sol. Porque quienes son conocidos por el deporte, su belleza, el periodismo, que también es una plataforma. Ahora se valora también al activismo, antes era desechado.
Es fácil irlos a reclutar para que sean candidatos porque no has hecho la tarea de formar a los tuyos que han dado todo por tu organización. A mí me parece como una cosa lógica, la gente que entra a militar en una organización política es porque quiere participar, quiere ser parte de la administración pública y no les das una oportunidad: no, porque los números mandan.
Esa frase es muy popular en las organizaciones política cuando les llega la hora de elegir los candidatos y cuando les llega la hora de gobernar, prefieren gobernar con los otros, no con los tuyos.
Mae Montaño ríe mucho. Cuando habla, hace pausas y piensa antes de responder. Mueve las manos para explicar. A veces frunce el ceño y asiente con la cabeza, da unos golpecitos leves con los dedos en la mesa y continúa respondiendo. Es amable y firme. Su habilidad política se nota en las palabras que usa: parece que siempre las está cuidando para no ser excesiva ni ambigua.
¿Ha pensado crear su propio movimiento?
En algún momento pensé resolverlo yéndome de la política. Lo pensé seriamente.
¿Recientemente?
Antes de mi separación de Creo. Porque me dije ‘he dado ya todo’. Dije bueno, voy a terminar mi tarea legislativa y me voy de la política. Sí lo pensé muy seriamente.
Luego mis amigos más cercanos me decían no te puedes ir de la política. Yo siempre digo que la gente, el ciudadano común que no está metido en el día a día de la política, el de a pie, está un paso adelante de los políticos porque tienen los pies sobre la tierra.
çDesde el legislativo es difícil medir los logros. Te cuestionas, no has logrado lo que quisiera. Y la gente en la calle me decía muy bien, siga, usted nos representa. Y algunos me decían cuidado con irse de la política. Y yo pensaba ‘qué comen que adivinan’.
Antes de irme de Creo ya me decían eso. Eso me hizo replantearme. Dije ‘hay gente que me apoyó para llegar, gente que me sigue apoyando aunque yo considere que no he conseguido todo lo que quisiera’.
Creo que la gente que me apoyó, la gente que votó por mí, jóvenes que están a mi alrededor, líderes de barrio que han estado conmigo de manera desinteresada porque lo que menos tengo es una chequera. Ahí pensé en quedarme y ver desde qué espacio aportar. Estoy en ese proceso. Estoy activa, viajando por la provincia, por varias ciudades para sentir la política desde otro lado que no es Quito. Estoy midiendo, analizando. Aún me voy a quedar un tiempo más en política.
Justamente en este momento que la política está cuestionada, no solamente desde los escándalos de corrupción, sino también la desconfianza en las instituciones. ¿Cómo ha pensado usted trabajar con esta gente joven para que puedan involucrarse?
Tengo en mente proyectos que quiero concretar. En cuanto los haya concretado, los contaré. Yo soy pragmática. De mis viajes también es para sentir qué piensa la gente de Mae Montaño, de la política, viendo más allá de las elecciones de 2019. Todavía estoy decidiendo. Voy a necesitar aliados.
Hablando de eso, una entrevista de diario El Universo al señor Fernando Balda sobre el financiamiento o los donadores fantasmas puso sobre la mesa el debate sobre quiénes están detrás de los políticos que elegimos y cómo se transparenta eso. ¿Cómo ve usted eso?
La política tiene realidades y las campañas tienen donantes. Por ahora solo tengo la gente a mi alrededor, los amigos que confían en mí. No estamos hablando ni de plata ni de campaña. Estoy haciendo mi trabajo de asambleísta, no estoy haciendo trabajo de candidata.
Son mis propios pequeños recursos de asambleísta. Es mi equipo de asambleísta. Estoy presentando mis proyectos de ley, haciendo mis tareas de fiscalización y encontrándome con la gente en territorio. Ese es el que me alimenta y me anima.
Si de este resultado creo que debo hacer algo más para cristalizar estos temas, lo haré. Espero que en los próximos meses tendré algunas noticias.
Quisiera tocar un tema que pensé leyendo un tuit de Diana Salazar, directora de la UAFE sobre las agresiones verbales discriminatorias por su condición de mujer afro. ¿Usted cómo ha vivido ese tema al ser una mujer política en espacios donde no había ni siquiera mujeres peor afro?
Sí las he vivido pero no me han marcado. En estos últimos años, las mujeres hemos dado pasos firmes. Ya no estamos como en el principio. Falta mucho, seguimos siendo discriminadas pero creo que los avances nos motivan a continuar. Prefiero no quedarme estancada en esos temas.
De alguna manera, ¿usted se siente una pionera para las mujeres afro?
Espero haber sido eso. Espero que en alguna medida mi experiencia haya servido. Las mujeres no estamos muy acostumbradas a hablar de nosotras mismas.
A veces me dicen tú tienes que tratar de hablar de tu historia de vida, que es motivadora, de dónde he salido, de dónde vengo. Y no acostumbro mucho a hablar de eso, puede también ser un defecto. Lo importante es que, donde estemos, las mujeres seamos agentes de cambio.
Si luchamos contra la corrupción, tenemos que ser honestas. Si hemos luchado contra el machismo o estas normas de conducta dictatoriales o excluyentes, tenemos que ser agente de cambio. Predicar con el ejemplo.
En tu posición, tú estás haciendo diferente, siendo coherente con lo que piensas.
Racismo, sí lo he vivido. A veces me río con lo que me dicen. Es negra pero es inteligente, me han dicho. O llegas a un lugar y te quedan viendo como que y esta qué hace aquí. Cosas así. Pero no he dejado que mi corazón se contamine.
Esas manifestaciones descalifican más al que las dice que al que las recibe. Yo he tenido gente que me ha apoyado de todas las etnias, de todas las posiciones sociales. Mi mejor amiga de toda la vida de apellido Montaño, es blanca, medio rubia. Nos decían las hermanas black and white. Me quedo con esa parte.
Su asesor de comunicación ha aparecido ya varias veces a través de una pequeña ventana en la puerta que separa la oficina de la asambleísta con el espacio en el que trabajan sus colaboradores. Está tenso porque Mae Montaño tiene un debate radial y debe salir pronto. Ella sigue hablando, tranquila. “Alejandro se va a morir”.
¿Se siente cansada de la política?
A veces. A veces sí.
Ya lleva bastante tiempo.
No mucho, lo que pasa es que la lucha ha sido intensa.
¿Cuándo empezó? ¿En 1995 con la candidatura a la alcaldía de Esmeraldas?
En ese tiempo sí estaba enamorada, metida hasta aquí en el movimiento de mujeres, es mi pasión y en un trabajo hermoso con jóvenes. Quiero volverlo a repetir pero eso sí cuesta. Cuando es político también hay un límite. Nadie te quiere ayudar porque eres político. Yo no sé cómo hace Balda que dice que le apoya todo el mundo porque es político. A mi no me quieren apoyar porque dicen ‘ella cómo es política’.
Ya terminando, ¿qué errores ha cometido en el camino?
Hay tantas cosas en las que me he equivocado pero las volvería a hacer porque esos errores me ayudaron a construir un nuevo paso en la vida.
¿Pero qué cosas se pueden hacer diferente?
Creo que he aprendido que si hay cosas que quieres hacer, tienes que liderar tú. Lidéralos, no se lo dejes a otro.