La fotografía de Ana Álvarez Errecalde es un retrato de la maternidad como ejercicio diario del cuerpo. En sus fotos hay fuerza, agotamiento, cortes y dolor. Están las secuelas en la piel, está todo lo que es caliente y viscoso. Está hecha de animal, porque animales son las que nos paren, porque animales somos los que llegamos al mundo.

A pesar del dolor, del cansancio físico y mental, de los cambios rotundos e inequívocos en el cerebro, en la vida cotidiana, pocas veces ha sido retratada así. Siempre se ha preferido mostrarnos una versión edulcorada de lo que es ser mamá: un único camino rosa, diseñado por algún ejecutivo en una agencia de publicidad. Para el detergente, la cocina, para la sumisión y la sonrisa de piedra caliza pulida que pretende camuflar las flaquezas y fortalezas que la maternidad, dice la fotografía de Álvarez Errecalde, produce.

El trabajo de la fotógrafa argentina radicada en España es un antídoto contra el conjuro romántico del engaño del único destino,  y desmitifica a la maternidad mostrándola cómo es: un ejercicio extenuante del cuerpo y el espíritu.

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De la serie Cesárea, más allá de la herida. Fotografía de Ana Álvarez Errecalde.

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De la serie Cesárea, más allá de la herida. Fotografía de Ana Álvarez Errecalde.

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Anunciación, de la serie Las Cuatro Estaciones. Fotografía de Ana Álvarez Errecalde.

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Mis padres, de la serie Ecología. Fotografía de Ana Álvarez Errecalde.

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El Nacimiento de mi hija, de la serie Ecología. Fotografía de Ana Álvarez Errecalde.

El trabajo de Álvarez Errecalde ha sido premiado en diferentes convocatorias como el European Women Lobby, Photo Competition 2010, Bruselas, Bélgica, Festival de la Luz, Buenos Aires, Argentina, Premio Joven UCM y Premio Miguel Casablancas, Certámenes de Arte de Orense y Albacete, Bienales de Galería Clave Murcia y del Ayuntamiento de Móstoles, España.

El 17 y 18 de marzo, dictará un taller de fotografía en Quito.