Retratar los talleres (o estudios de los artistas) es una vieja costumbre. Detrás de ella está la fascinación del proceso: cómo termina una obra convertida en una obra. “El estudio es donde esa magia extraña sucede, tanto en la imaginación del artista como para la del público. Es el lugar donde se conjuran nuevos conceptos, estilos o formas”, escribió George Phillip LeBourdais en su ensayo Una breve historia del estudio del artista. “Incluso algunas veces es visto como un lugar sagrado, un lugar donde los visitantes llegan en peregrinación al altar del arte. Y por el otro lado, como me dijo hace poco el artista Joe Fig, ‘también es un lugar donde se realizan tareas mundanas y suceden cosas muy poco glamurosas”. Esa mezcla entre los sagrado y lo mundanal, entre las ideas y la pintura derramada, entre un momento de iluminación y los olores penetrantes y tóxicos de resinas y materiales ha convertido al estudio de los artistas en un híbrido entre templo y fragua, entre capilla y herrería.

Esta es una serie fotográfica que explora los talleres de varios artistas ecuatorianos. Músicos, editores, ilustradores, artistas aparecen en la intimidad de sus estudios, fotografiados en sus tareas cotidianas. A veces creando, a veces pensando. Como decía Fig: entre lo sublime y lo mundano. En algunos casos, no aparece nadie en la fotografía: está solo el espacio, ocupado por la obra, como en reposo, como una cueva que espera que el animal retorne.

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Ache Vallejo junto a su colección de arte latinoamericano. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Tomás Carpio trabajando en el patio de su casa en las faldas del Ilaló. Fotografía de Édgar Dávila

 

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Rafaella Descalzi inspira su obra en las flores como elemento que le ha trascendido desde su niñez. Fotografía de Édgar Dávila

 

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Paula Arias pinta amapolas para su padre. Fotografía de Édgar Dávila

 

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Pablo Gamboa conversa en su estudio. Los troncos son de Jama, traídos luego del terremoto de 2016. Fotografía de Édgar Dávila

 

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Mushi Baca con su hija, en la sala de su casa. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Morena Cardona trabaja en la sala de su casa. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Mo Vásquez revisa bocetos. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Luna Lunares riega las plantas de su estudio. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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La Suerte dibujando en su estudio. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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La casa de Carlos Echeverría Kossak, cubierta por su obra. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Irving Ramó en su estudio. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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David Celi mira su obra desde la puerta de su taller, ubicado bajo de la Basílica del Voto Nacional. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Taller de Teo Monsalve. En el espacio cuelgan plantas medicinales usadas como arte para un video de la banda Bueyes de Madera. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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CarolinaCaroluna explora sobre los viajes al universo y los dibuja en la ventana de su estudio. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Gisella Iturralde y su obra. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Francisco Padilla entre sus murales realizados en intervenciones en vivo. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Felipe Escudero y su mascota Huma. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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María José Fábrega diseña joyas en su taller. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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El taller de Martina Samaniego, visto desde afuera. En el interior está la prensa en que realiza sus grabados. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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David Santillán mira por la ventana de su taller. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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David Ceballos junto a su obra. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Dario Caiza mira la montaña desde su taller. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Daniel Adum Gilbert camina por su estudio-casa. Fotografía de Édgar Dávila Soto

 

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Begoña Sala Urrutia en el sillón de su taller. Fotografía de Édgar Dávila Soto