El Festival Encuentros del Otro Cine (EDOC) se ha consolidado como uno de los eventos culturales más representativos del país. En 2017, en su décimosexta edición, proyectará 88 películas de 30 países. En Quito se realizará del 10 al 21 de mayo y en Guayaquil del 12 al 21 de mayo. Durante el encuentro se estrenarán, además, 17 documentales de cineastas ecuatorianos o residentes en el Ecuador. Este es un año especial además por un cambio en la dirigencia. Manolo Sarmiento, quien dirigió los EDOC desde sus inicios se despidió de ellos en 2016. Tuvo además que enfrentar un recorte presupuestario importante, a pesar del cual, logró realizar el festival. Eso los llevó a replantearse la forma de obtener financiamiento.

En la edición de 2017, Alfredo Mora Manzano está al frente. El cineasta guayaquileño —que ha producido algunos largometrajes, entre ellos Abuelos, de Carla Valencia Dávila y Territorio, de Alejandra Cuesta— es  miembro desde 2005 Cinememoria, organizadora de los EDOC, y ahora enfrenta el reto de continuar y hacer crecer el encuentro. En esta conversación habla sobre sus proyectos al frente de los EDOC, de su visión sobre políticas públicas y cultura.

Tú estás empezando como director de los EDOC ahora, cuéntame qué planes tienes.

Gran parte del trabajo de la dirección se centra en tratar de financiar el festival cada año. Nosotros siempre repetimos eso porque es necesario repetirlo mil veces. Sí existe una precariedad sobre la seguridad de que los proyectos culturales continúen. Nosotros somos partidarios de que los proyectos culturales sean financiados por instituciones públicas. Eso es algo en lo que creemos. El festival más comercial y más grande del mundo, el Festival de Cannes, recibe más de la mitad de su financiamiento del Ministerio de Cultura de Francia y del Consejo Nacional de Cine, once millones de euros, y gran parte del financiamiento del mercado viene de las televisoras nacionales de Francia que también reciben apoyo del Estado. Entonces es algo en lo que creemos. Gran parte del trabajo de dirección se refiere a tratar de conseguir el dinero y eso también crea una precariedad en la planificación porque yo no te puedo cómo me gustaría que sean los EDOC en cinco años, no lo sé, si apenas voy a tratar de conseguir el dinero para que los EDOC se produzcan el próximo año. Pero una cosa importante es que los EDOC también es un grupo de gente que hacemos cine; entonces, estamos muy involucrados sobre el quehacer cinematográfico. Yo tengo una visión sobre lo que es el cine documental, los programadores tienen su visión… Hay muchas aristas que a mí me gustaría abordar: crear un mercado, que sean 20 invitados y que esos 20 invitados puedan coproducir con el Ecuador, pero esa es una planificación que te la puedo contar como sueño, no como realidad.

¿Por qué creen que es importante ese financiamiento público?

Porque no existen en Ecuador las condiciones para que las empresas privadas puedan apoyar al arte de por sí, digamos porque de repente se le va a ocurrir a empresas privadas apoyar la cultura porque les gusta la cultura.

El año anterior, en una entrevista que le hicimos a Manolo Sarmiento, el anterior director, él hacía una autocrítica sobre el hecho de estar demasiado confiados en el financiamiento público. ¿Cuál es tu visión sobre eso? El estar esperando ese financiamiento siempre, ¿no les hace muy dependientes de un presupuesto ajeno?

Yo te diría que no existe, o no lo conocemos por lo menos, un gran festival que pueda seguir creciendo sin financiamiento público, o sin un mecenazgo importante. Antes hablé del Festival de Cannes, pero el Festival de Venecia está apoyado por la Municipalidad de Venecia, el Festival de Berlín lo paga el Estado casi todo. Sundance y Tribeca tienen mecenas millonarios que lo financian. Ni Sundance, ni los EDOC generan una taquilla suficiente para que se financie el festival completo. Estoy completamente de acuerdo con Manolo en que si tú confías que el Estado es el que tiene que darte el dinero y no te lo da, el festival pierde, pero tal vez lo que estamos buscando es crear una conciencia política de la importancia de que se creen las condiciones para que no se corte el presupuesto. Visto desde el punto cinematográfico, por la importancia de las películas, pero si lo ves desde lo político definitivamente el audiovisual, el cine y la televisión cambia nuestra mentalidad. Si es que los niños ven buen cine o leen buena literatura desde pequeños, van a ser mejores personas. Entonces lo que yo quisiera es alejarme de ese discurso peligroso que se dio durante las conversaciones de la Ley de Cultura de decir si el cine ecuatoriano era bueno o malo, o si vale la pena que se lo apoye. El cine ecuatoriano tiene cosas muy buenas y muy prometedoras, y ese paso gigantesco para poder competir con las grandes producciones solo se da a través de políticas públicas.

¿Cómo está el panorama en otros países?

En Argentina el Estado está tratando de desfinanciar el INCA y el INCA es una entidad súperpoderosa, tiene una cantidad de políticas que son impresionantes, para empezar puede poner impuestos al cine extranjero sin pasar por el Congreso. Y lo que están diciendo los cineastas argentinos, no los independientes, los ganadores del Oscar argentinos, o la gente que trabaja en películas comerciales es que eso no puede ocurrir, porque la razón por la cual el cine argentino gana Óscares es porque el INCA aporta un financiamiento muy importante: tiene 180 festivales. Si es que nos vamos a otra legislación, a países mucho menos socialistas, Cinema Chile financia una cantidad importantísima de festivales en Chile. La Ley de Cine de Colombia es una ley pasada en el gobierno de Uribe, y es una ley excelente al respecto de lo que no se consiguió en Ecuador.

¿Qué crees tú que faltó en esa Ley?

Yo no soy un gran conocedor de la Ley de Cultura y tengo una gran esperanza de que las cosas cambien sobre todo al respecto de la seguridad social de los artistas, pero si yo te dijera que faltó algo específicamente para el cine, creo que es ese paso gigantesco de que las empresas privadas puedan asignar parte de sus impuestos a proyectos culturales. Yo sé que hay pros y contras en todo, pero lo que ocurre en Francia, en Corea, en Colombia, es que el cine extranjero financia al cine nacional y esa es la manera más eficiente para poder crecer.

¿A qué te refieres con ese financiamiento del cine extranjero al cine nacional?

En este momento en Ecuador, más del 90% de toda la programación es cine de Hollywood. Yo no tengo ningún problema con el cine de Hollywood, si es que tú eres un director ecuatoriano y tu ideal es hacer cine como el de Hollywood está bien, es tu libertad como autor. Pero sí es una imposición dada directamente por el mercado y puede haber consecuencias increíbles para posicionar productos audiovisuales nacionales.

¿En qué sentido?

Lo que ocurre en Francia por ejemplo: todo cine extranjero deja parte de su recaudación para el Centro Nacional de Cinematografía y que eso sirva para producir cine nacional. Y ese cine, el comercial, nunca pierde porque tiene una cantidad increíble de medios para promocionarse entonces nunca una película de superhéroes va a perder dinero en Ecuador, eso no va a pasar.

¿Tú dices entonces que a través de la taquilla se podría destinar un monto para financiar al cine ecuatoriano?

Exacto, que es lo que pasa en Argentina. Si se abre una película cualquiera en cien salas se paga cierto monto con respecto a su taquilla, si abre en 200 salas, paga otro monto. Hay películas que abren en dos mil salas en Argentina y el impuesto es mayor, pero esas películas nunca dejan de ganar. Alguien, durante esta conversación sobre la Ley de Cine, hacía una analogía y decía que ponerle un impuesto al cine extranjero es romperle una pierna a tu vecino y decir que caminas bien. Alguien lo dijo, públicamente. Es una analogía de una ridiculez única. Lo que se estaba buscando a través de poner un pequeño impuesto al cine extranjero era que, si es que existe una analogía, era que luego de que el dinosaurio se alimente y sacie su hambre, poder agarrar un poco de las migas para poder producir nacionalmente. Ese es el tamaño de la industria a la que nos enfrentamos.

En ese contexto, ¿cómo han ido evolucionando los EDOC? Como dijo en su momento una Ministra de Cultura, ¿se trata de un festival para los intelectuales quiteños?

El año pasado que no pudimos estar en la sala Alfredo Pareja de la Casa de la Cultura porque la estaban renovando fue muy importante darnos cuenta que la gente que acude a esa sala es un estrato completamente diferente del que va a otras sedes. Nosotros obviamente no estamos de acuerdo con las declaraciones de Erika Silva de ese momento, porque creemos que el cine documental ha demostrado que puede ser un cine de masas y una gran muestra de eso está en el hecho de que películas del cine documental nacional hicieron muchísimos más espectadores que películas de ficción de cine nacional. Por ejemplo, Con mi corazón en Yambo y La muerte de Jaime Roldós fueron éxitos de taquilla en Ecuador. Nosotros no somos intelectualoides pero sí nos gusta retar al público a que pruebe cosas nuevas. Y una cosa muy importante es que los EDOC han crecido, sigue siendo el nicho en el que encuentras programación que no va a estar en televisión ni en las salas. El EDOC es el momento del año en el que te puedas dar cuenta de cuál es el cine nuevo y lo que está pasando afuera. De la misma manera que tenemos películas que son sobre los conflictos en Medio Oriente, que son importantísimas por el testimonio, tenemos también películas argentinas que son sobre familias que enfrentan la crisis.

¿A qué público quieren captar?

A todos. Nosotros creemos que existe la posibilidad de que el cine documental impacte a todos. En otros países como Holanda, la televisión pública se encarga de que el cine documental de autor llegue a las masas, porque se lo pone en la televisión. Dentro de la Ley de Comunicación se exige a los canales de televisión asignar parte del presupuesto a las producciones independientes, pero dentro del reglamento de la Ley se pone que si tú pagas una multa, ya no tienes que cumplir con ese requisito. Eso es algo que hay que cambiar definitivamente, tú no puedes pagar la multa y no cumplir con la Ley: deberías pagar la multa y cumplir con la Ley. Eso haría crecer muchísimo la producción nacional.

Regresando un poco al tema del presupuesto, el año anterior ustedes lanzaron una campaña de crowfunding para financiar el festival. ¿Cómo les fue? ¿Han contemplado esa como una opción para financiamiento en los siguientes festivales?

Nos fue excelente y lo consideramos un mecanismo muy válido. El año pasado tuvimos un problema serio de financiamiento y por eso lo hicimos. De todo el crowfunding entre personas naturales e instituciones, recibimos casi 28 mil dólares. Creemos que es una manera muy válida de hacerlo y sabemos que hay películas ecuatorianas que se han financiado así, lo que pasa es que no creemos que haya que salvar el festival cada año. La campaña de crowfunding se hizo para que el festival pueda existir, si es que este año hubiera habido el mismo problema de financiamiento, no sé qué pensaría de nosotros una audiencia si ve que se necesita salvar al festival todo el tiempo. Creemos que se pueden hacer este tipo de campañas pero tenemos que tener primero objetivos específicos y para eso tenemos que crear productos que sean interesantes para todos.

¿Qué objetivos se plantearon con respecto al festival?

Mantener al festival con el tamaño que tiene, poder seguir siendo este lugar para ver el mejor cine documental del Ecuador y del mundo, pero a mí sí me gusta soñar a futuro y ahí lo que me gustaría es crear un impacto para ser el nexo entre las televisoras y los cineastas, o ser una agencia de promoción del cine documental del Ecuador en otras partes del mundo. Es algo en lo que podemos soñar.

Has hecho bastante énfasis en el vínculo entre la televisión y los cineastas, ¿por qué eso es importante?

Sí, porque en todo el mundo la televisión es el destino ideal y natural del documental. La manera de financiar documentales en otras partes del mundo es a través de las precompras de la televisión. Es decir que tú tienes un proyecto documental sobre cualquier tema, digamos que sobre la explotación petrolera por poner un ejemplo, entonces tú vas a una televisora pública y ésta te compra el proyecto y te da el dinero para que puedas financiarlo. Y hablo de televisión pública y privada porque en otros sitios, las políticas se dan para que las televisoras ganen al adquirir este tipo de programación. Hago mucho énfasis en eso porque es lo que vemos afuera.

Aquí tú mencionas la televisión pública. Por cómo se han manejado los canales en manos del Estado, ¿no crees que ahí habría intervención en cuanto a la línea editorial? 

Como siempre me remito a la experiencia interesante de otros países amigos. En Brasil, la mitad del cine nacional, lo financia Petrobras y para eso existe una comisión independiente que toma el dinero para producir cine nacional y esa comisión no tiene nada que ver con Petrobras. Entonces hay maneras desde la política de mantener líneas independientes.

¿Será posible eso en Ecuador?

Creo que es perfectamente posible, ¿por qué no?

Ya terminando, ¿qué expectativas tienen sobre esta edición?

Recuperar un poco la cantidad de asistentes que en cierta manera perdimos el año pasado porque teníamos menos sedes, porque fue un año muy difícil económicamente y porque fue el año del terremoto. Empezar por ahí, reposicionar al festival. Y luego, lo que decíamos: el cielo es el límite.