Andrés Paéz es el candidato a la Vicepresidencia del Ecuador, pero la tarde del 20 de febrero de 2017 parecía más un manifestante callejero. “Que llueva, qué chucha, el pueblo está en la lucha”, gritaba, parado en el balde de camioneta blanca frente al Consejo Nacional Electoral (CNE). Como él, cientos de simpatizantes del partido de CREO, se han citado frente al organismo encargado de contar los votos que se dieron un día antes, en la primera vuelta electoral del Ecuador. Son las cuatro de la tarde, hay viento y nubes grises. La causa que ha congregado a los partidarios de Paéz —binomio de Guillermo Lasso— es, según repiten, evitar que haya fraude electoral. “Ladrones, fuera ladrones, ese es mi voto”, “Fuera, Correa, fuera” coreaban los que iban llegando y rodeando a Páez, mientras los vendedores de banderas del Ecuador, cornetas, dulces, pitos y choclos a la parrilla levantaban sus negocios. “Las cornetas grandes a cinco dólares, las pequeñas a dos y los pitos a cincuenta centavos” le decía un señor  —camiseta blanca de CREO, sombrero de bufón con el tricolor ecuatoriano— a una veinteañera de chompa negra. El humo de los choclos a la parrilla creaba una cortina que separaba la camioneta y los que se unían a la protesta al grito de “preso, Correa, preso”. En épocas electorales, no hay multitud que los vendedores ambulantes desaprovechen —no importa cuán inconforme o feliz esté.

Qué hacía la gente del CNE en Quito elecciones Ecuador 2017

A las cinco de la tarde del 19 de febrero de 2017, los resultados del exit poll de la empresa Opinión Pública enfurecieron a los manifestantes: según los datos de la encuestadora, Lenín Moreno, candidato presidencial de Alianza País, el partido de gobierno, ganaba en una sola vuelta con el 42,9%. Ese sondeo a boca de urnas decía que Guillermo Lasso tenía un 27,7%. Según la ley ecuatoriana, si un candidato tiene más del cuarenta por ciento y diez puntos de diferencia con su inmediato seguidor, gana sin necesidad de un balotaje. Moreno y Alianza País se declararon ganadores. Una fiesta se armó frente a la sede del partido, en la tribuna de la avenida de los Shyris, en Quito. En Guayaquil, el opositor Lasso decía que en base al exitpoll de la empresa CEDATOS habría segunda vuelta. El Consejo Nacional Electoral empezó a publicar los resultados del conteo oficial. Empezaron, además, a circular reportes de actas perdidas, botadas, de supuestas irregularidades en el traslado de las actas. Los videos, fotos y mensajes en redes sociales enfurecieron a los simpatizantes de CREO y a los detractores del gobierno.Cerca de las siete de la noche decenas de personas se reunieron afuera del CNE en Quito exigiendo que se publiquen los resultados de las elecciones generales en Ecuador, a pesar de que se estaban publicando en la página web. “No más fraude”, gritaban personas de todos las edades mientras movían las banderas del movimiento CREO y del Ecuador. Recién a las siete y media de la noche el CNE emitió su primer boletín: con el 17,4% de votos escrutados, Lasso tenía el 31,34% y Moreno el 37,61%. Los reclamos de que había fraude y la exigencia de que se respete la segunda vuelta estaban, al comienzo, más basados en el exit poll de Opinión Pública que en los datos oficiales.

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A la mañana siguiente, las redes sociales estaban llenas de teorías de fraude, reclamos con fotos de actas y porcentajes que no cuadraban, y fotos de los protestantes que durmieron afuera del CNE. El presidente del CNE, Juan Pablo Pozo había dicho en octubre de 2016 que a las ocho de la noche el conteo rápido permitiría conocer los resultados de las elecciones. El conteo estaba a cargo de la Escuela Politécnica Nacional. Sin embargo, el domingo 19 de febrero no se publicaron los resultados porque, según una nota del diario El Comercio, Pozo consideraba que “el hecho de que tengamos resultados tan apretados, si se puede decir en la definición específica, ocupar la herramienta de conteo rápido sería irresponsable». En el sitio oficial de transmisión de resultados del Consejo Electoral, sin embargo, se podía ver cómo avanzaba con rapidez la contabilización de los votos: entre las siete y las diez de la noche se escrutaron más del 75% de las actas.

Pero a partir de esa hora, el proceso se desaceleró: a las tres de la mañana el CNE publicó que había llegado al 85,3%. Moreno incrementaba su margen —38,90% al 39,03%— mientras Lasso disminuía —del 28,50% al 28,30%. Desde las diez, Andrés Páez estuvo subido en el balde de la camioneta gritando: “No se aceptará el fraude”, “quien no salta es Correa maricón”, “preso Correa preso”. En una barrera de metal que había instalado la policía ecuatoriana para que los manifestantes no intenten cruzar al CNE, se había colgado un cartel que decía: Sí hay segunda vuelta, respeten la decisión del pueblo. Los protestantes con camisetas de CREO, de la selección de fútbol, o uniformes de sus oficinas —como cuatro señoras de terno gris y pañuelos anaranjados— se amontonaban alrededor de Páez. Hacían sonar sus cornetas, sus pitos, sus reclamos. A un costado, un grupo de amigos en sus veintes se tomaban selfies, y a pocos metros de ellos un señor de cincuenta años se paraba con los pulgares alzados, con los protestantes en el fondo, mirando hacia una cámara. Le pregunté a un grupo de personas qué buscaban: Transparencia, me dijeron. Otros me respondieron que querían que Correa y los miembros de su gobierno se vayan presos, o que ya se entreguen los resultados. “¿Cómo es posible que se demoren tres días en contar un 12% restante?”, decían en coro. Se referían al anuncio hecho por Pozo de que el conteo podría finalizar el jueves 23. La promesa incumplida del Presidente del CNE despertaba sospechas que se alimentaban por rumores que circulaban por las redes sociales.

Promulgar los resultados oficiales de una elección general en Ecuador puede durar entre cinco a diez días. En las elecciones del 17 de febrero del 2013, por ejemplo, las autoridades del CNE anunciaron que los resultados oficiales se darían a finales de marzo para que los escrutinios provinciales puedan procesar los votos válidos. Para esas elecciones sí hubo un conteo rápido del CNE y se utilizaron las juntas intermediarias del escrutinio para el conteo.

Según la Ley Electoral del Ecuador vigente desde el 2009, los primeros votos se recibían en las juntas receptoras del voto y eran enviadas a las juntas intermedias donde, a partir de las cinco de la tarde, computaban los votos y al finalizar elaboraban un acta de respaldo de su trabajo. Al finalizar este proceso, a las nueve de la noche, los delegaciones provinciales recibían estos resultados y analizaban las actas rezagadas o declaradas suspensas por las juntas intermedias. En un plazo máximo de diez días se anunciaban los resultados oficiales con el total de votos válidos por candidato, como ocurrió en el 2013. Pero en febrero de 2016 Pozo anunció que se reemplazaría a las juntas intermedias  por el nuevo Plan Operativo Electoral para las elecciones de 2017. El nuevo plan consistía en escanear las actas en los 1.850 recintos electorales existentes a nivel nacional y enviarlas, de forma directa, en formato físico y digital, a los centros de procesamiento de las delegaciones provinciales  y finalmente al centro de mando del CNE donde se monitorean los resultados y los hacen públicos. Por eso, Pozo dijo que se demorarían en entregar los resultados «en un promedio de cinco días» y no más de diez como en el 2013.

Cuando comenzó a llover, a las cinco de la tarde, los manifestantes se guarecieron bajo los techos disponibles en negocios y edificios cercanos al CNE. Un señor de unos cuarenta años me hizo un espacio debajo de un toldo. Al agradecerle me dijo “todo por el cambio” cuando no le respondí insistió “¿o no señorita?”. Un amigo del hombre que estaba con él, interrumpió: “Si sigue lloviendo así, agarro mi ecovía y me voy a Quitumbe. Quedarse así mojado hasta la noche, ya demás patriota también”. No pasaron cinco minutos y los dos, vestidos de chompas azul eléctricas, se metieron en un Nissan Patrol parqueado en la avenida 6 de diciembre. “Que llueva, Quito no se ahueva”, dijo Páez y la gente le hizo coro. Después, con la mano en el pecho, comenzaron a cantar el himno nacional. La euforia era tan parecida a la de un partido de la selección nacional de fútbol. Cuando la lluvia terminó, las personas salieron corriendo de los techos: unos se acercaron a Páez, otros se metieron a una tienda de abarrotes a comprar whiskey. Un chico tomaba un sorbo de whiskey mientras decía “Esto sí está heavy, ¿no?”. Las selfies comenzaron otra vez, y la compra de las cornetas de cinco dólares aumentaba. Así, durante toda la noche, continuó la vigilia, entre el olor a parrilla, trago, flashes de cámaras y cánticos: el que no salta es Correa maricón, que se vayan los ratas, preso Pozo preso.

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El 21 de febrero, a las dos de la tarde, Juan Pablo Pozo anunció que la tendencia de los resultados era que haya segunda vuelta. “Triunfamos”, “esto no será Venezuela”, dijeron un par de hombres que estuvieron afuera del CNE. Lo que no está claro es si es que fueron sus gritos que exigían transparencia los que los llevaron a segunda vuelta o si fueron los votos escrutados, que poco a poco revelaron la tendencia de que Moreno y Lasso irían a un balotaje, a menos que el candidato de Alianza País obtuviese el 59% de votos del total restante por escrutar. Andrés Páez, el alcalde de Quito Mauricio Rodas y el prefecto del Azuay Paúl Carrasco estaban en el centro de la multitud sobre la camioneta. Cuando Páez anunció que Rodas diría unas palabras fue abucheado: “¡Fuera!”. El binomio vicepresidencial respondió: “Los correistas son sectarios, no podemos nosotros proceder como procedieron los correistas. Hay que cambiar, hay que ser tolerantes. O sea, aquí es el momento de la unidad”. Después agradeció al Alcalde por dar las carpas, el agua, los baños para la manifestación. Luego, la gente volvió a cantar: “Porompopon, porompopon, el que no salta es borrego maricón”, decían afuera del CNE, “Se ve, se siente, Lasso presidente”, repetían. Cuando Guillermo Lasso llegó al CNE, cerca de las cuatro de la tarde, pidió a sus simpatizantes que no abandonen la vigilia hasta que se pronuncien los resultados oficiales. Y los sonidos de los pitos, las cornetas y los tambores seguían vendiéndose y sonando en el fondo.