A esta hora todos lo seguimos procesando: Donald J. Trump es el 45 Presidente de los Estados Unidos. Aunque su victoria ha causado una ola de miedo y protestas en su país, mi reacción como estudiante ecuatoriano en Pittsburgh es intentar ver el lado amable de lo que ciertamente es una tragedia política. Aunque el triunfo de Trump es un indicador muy oscuro del futuro a mediano plazo para el mundo, existen implicaciones favorables y negativas para el Ecuador.

Impacto diplomático

En esta área están las implicaciones más favorables para los intereses del Ecuador.  La victoria de Trump se produce gracias a propuestas que les planteaban a los electores estadounidenses cambiar drásticamente la política exterior y de defensa estadounidense. El candidato republicano ha planteado lo que equivale a un retiro sostenido de Estados Unidos de la escena mundial —a tal punto que ha detonado miedos en sus aliados europeos.  El ahora Presidente-Electo ha cuestionado la necesidad de defender a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que no gasten el 2% de su PIB en defensa que el tratado de la organización requiere.  En esas condiciones, Estados Unidos solo estaría dispuesto a auxiliar al Reino Unido, Grecia, Polonia, y Estonia: el resto de países de la OTAN gasta entre el 0.5-1.9% de sus PIB en defensa.  El ex Portavoz de la Casa de Representantes del Congreso de los Estados Unidos y miembro del círculo íntimo de Trump, Newt Gingrich, ha dicho que su Estados Unidos no debería defender países europeos cerca de la esfera de influencia tradicional de Rusia como Estonia. Como lo han dicho voceros de Trump, su mandato implementará ideas aislacionistas: mantener la menor cantidad de compromisos internacionales. Para el Ecuador, estas son buenas noticias: es una actitud que se verá reflejada en la postura estadounidense respecto a América Latina. Intereses ecuatorianos como la reforma del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la reforma a la Organización de Estados Americanos (OEA), y la nueva arquitectura financiera regional son ahora más posibles porque Estados Unidos no tendría el interés suficiente para resistir activamente estas iniciativas.

Otro aspecto positivo diplomático de la elección de Trump es que tendremos mayor holgura estratégica para explotar nuestras alianzas con la Federación Rusa. Uno de los aspectos más relevantes de la campaña de Trump es que tiene una opinión muy favorable sobre el presidente Vladimir Putin y Rusia. La cercanía es tal que Trump ha manifestado abiertamente que colaboraría con ellos para poner un fin a la guerra civil Siria.  Incluso, ha cuestionado la necesidad de defender las exrepúblicas soviéticas de Lituania, Latvia, y Estonia abiertamente amenazadas de anexar por Rusia. Para Ecuador esto significa que podríamos aumentar la profundidad de nuestra alianza con Rusia a niveles que, durante la Guerra Fría, habrían sido considerados peligrosos para la seguridad del país por la confrontación que habría creado con Estados Unidos. Si las sospechas se confirman, y Trump en efecto pone fin a las sanciones comerciales que pesan sobre Rusia después de su anexión de la península de Crimea en 2014, no solo podríamos profundizar nuestra alianza con Rusia en términos militares, sino que, además, habría un nuevo mercado de exportaciones para Ecuador.  Esto es importante para el Ecuador, porque Rusia es un proveedor confiable y barato de sistemas de combate altamente necesarios para Ecuador como radares, sistemas de defensa anti-aérea, aviones de transporte y de combate. En términos comerciales, Rusia ya es un destino importante para nuestro banano y podría ser prometedor para otros segmentos de nuestra agroindustria.

No todo es perfecto en el campo diplomático. Entre alguno de los problemas más desafiantes para nuestro país están las políticas de inmigración, comerciales, y de seguridad fronteriza de Trump. Ecuador tiene trescientos mil de sus ciudadanos viviendo en condiciones ilegales en Estados Unidos, y Trump ha prometido aumentar las deportaciones a cerca de cinco (de los 11 millones) de inmigrantes ilegales. Esto tendría un impacto negativo no solo por los derechos de esos ciudadanos, sino en una perspectiva comercial: las remesas que envían podrían ser confiscadas.

En términos comerciales, Ecuador debe entender que con Trump no habrá condiciones favorables para un Tratado de Libre Comercio ya que no es partidario de los mismos, y ha manifestado que protegerá a la industria estadounidense. Es tal la oposición de Trump al libre comercio que inclusive ha anunciado que podría retirarse del TLC con Canadá y México, y que iniciará una guerra comercial con China imponiendo tarifas a sus exportaciones.  Esto significa que, en los cálculos económicos de los candidatos en las elecciones del Ecuador, un TLC con Estados Unidos no es una alternativa.

En seguridad fronteriza, es posible que la Casa Blanca de Trump presione a los países suramericanos a controlar mejor la inmigración ilegal ya sea mediante coerción política o algún esquema de incentivos comerciales como el Tratado Andino de Preferencias por la Lucha contra las Drogas (el extinto ATPDEA).

Impacto a la Seguridad Nacional

En términos de seguridad nacional, la elección de Donald Trump plantea un riesgo existencial para el Ecuador: una de sus propuestas es terminar la participación estadounidense en los esfuerzos para detener el calentamiento global. Es necesario tener en cuenta algunos aspectos científicos importantes que ayudan a entender el impacto potencialmente apocalíptico de la elección de Trump en el clima y la seguridad nacional del Ecuador.

Si la temperatura promedio de la Tierra sube más de dos grados celsius, el cambio climático será irreversible. Se alterará el delicado balance ecológico y meteorológico del cual depende nuestra vida. Parte de esta alteración sería un aumento en la cantidad de agua y temperatura del mar que eliminaría líneas costeras enteras, así como archipiélagos como Galápagos. Para evitar estos peligros, Estados Unidos había apoyado los Acuerdos de París que se firmaron y ratificaron en un hecho calificado como histórico. De acuerdo al profesor Michael Mann —que ha participado en la elaboración de modelos de calentamiento global—, las propuestas de Trump de sacar a Estados Unidos de los Acuerdos de París equivaldría a no poder detener el calentamiento global: “game over” para detener el cambio climático. Es más, de acuerdo al más reciente modelo de calentamiento global hasta el 2100, se habrá excedido las temperaturas máximas que ha alcanzado en los últimos 784 mil años. Esto significa que nuestros hijos recibirán un planeta en curso de muerte.

Pero, ¿qué tiene que ver el calentamiento global con la seguridad nacional del Ecuador? Todos los que tienen entre veinte y treinta años de edad, y vayan a ser padres de familia (o ya lo sean) deben saber que el impacto de las políticas de Trump en el clima podrían destruir elementos esenciales del ecosistema ecuatoriano susceptible al cambio climático y que sus hijos verán las consecuencias. El impacto del retiro estadounidense de los Acuerdos de París podría generar tal cantidad de emisiones de carbono por la actividad petrolera, la explotación de gas marítimo y el consumo de gasolina que el calentamiento global aumentaría los niveles de temperatura y agua del océano. Esto significa para Ecuador el fin como lo conocemos de las Islas Galápagos, la industria camaronera del Golfo de Guayaquil y Jambelí, e impacto significativo a la línea costera ecuatoriana. Con un océano más caliente y aumentos en la temperatura promedio de la Tierra, podríamos ver un deshielo aún más acelerado de los nevados de la sierra central lo que no solo nos quitará una joya natural, sino que podría afectar las reservas de agua dulce del país. Finalmente, la interacción entre océanos y un planeta más caliente creará más evaporación de agua y en los suelos de tierra fértiles: una receta para más sequías que afectan a la agricultura.  Esto podría afectar tanto nuestra agroindustria como a los precios de nuestros alimentos, que podrían subir a niveles que insostenibles. En pocas palabras: si Donald Trump cumple sus promesas respecto a las medidas de control de calentamiento global, la seguridad nacional del Ecuador estará en riesgo y el país que nuestros hijos recibirán será uno con mayores problemas de distribución de agua, alimentos, y cambios climáticos.

¿Qué podemos hacer?

Ciertamente, la elección de Donald Trump es una sorpresa que, aunque genera algunas ventajas, también genera desafíos para Ecuador. En este último sentido, aunque Ecuador tiene poca o ninguna influencia sobre el magnate y Presidente-Electo sí tiene mucho control sobre lo que hace como país. La elección de Trump nos pone en una situación de desventaja que, con nuestra buena voluntad, sabiduría, y trabajo colectivo podría convertirse en una gran oportunidad si aprovechamos nuestro actual proceso electoral para demandar de nuestros candidatos planes más claros, que no solo lidien con los importantes problemas del presente como el abuso de poderes, economía, y producción, sino que también planteen medios y objetivos claros para asumir los desafíos aún más complejos del futuro.

En el terreno diplomático: debemos exigir a nuestros candidatos propuestas y estrategias de política exterior claras basadas en el realismo y pragmatismo necesario para que Ecuador esté en el lado correcto del cambio al sistema internacional que se avecina. Si Trump pone en tela de duda la OTAN estaría, efectivamente, destruyendo uno de los pilares del actual orden mundial internacional al retirar a Estados Unidos de Europa. Esto significaría un aumento de la asertividad alemana en términos militares y diplomáticos. El país germano podría retomar su rol como el poder europeo eminente el cual, de por sí, ya es una realidad enmascarada por el orden que sustenta dentro de la Unión: Alemania es el poder indiscutible de la organización en términos político, económicos, y comerciales. El mundo unipolar que conocemos, dominado por Estados Unidos, terminaría y regresaríamos al sistema internacional basado en el balance de poder que rigió el mundo hasta 1914.

En esta coyuntura, les debemos a los candidatos pedir una estrategia diplomática realista que sepa maniobrar entre ese balance de poderes para posicionar al Ecuador en el bando ganador que moldee el próximo orden mundial. Sus planes de gobierno en materia de diplomacia y política exterior también necesitan reflejar suficiente pragmatismo para maniobrar en ese escenario. Debemos buscar candidatos que sean lo suficientemente pragmáticos para entender la famosa frase de Henry Temple, Tercer Vizconde de Palmerston y Primer Ministro Británico en el siglo diecinueve: “No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos y nuestro deber es seguir esos intereses”. Esto significa candidatos y planes de gobierno que se arriesguen a mencionar los intereses del Ecuador y la estrategia para seguirlos más que declarar la eterna amistad de Ecuador con países determinados por motivos ideológicos o comerciales.

En el tema específico de nuestra relación con Rusia  (y las implicaciones diplomáticas negativas de la elección de Trump) este llamado al realismo y pragmatismo tiene algunas ramificaciones claras sobre lo que debemos buscar en nuestros candidatos. Necesitamos que den señales de tener la voluntad de usar nuestra relación con los poderes como Rusia, China, y Estados Unidos como medios, no fines en sí mismos, para alcanzar objetivos tangibles como transferencias tecnológicas, relaciones comerciales más ventajosas y relaciones políticas que protejan los intereses de nuestro país.

En el caso de los problemas migratorios y comerciales de la Casa Blanca de Trump: debemos buscar candidatos a la Presidencia del Ecuador que expliquen claramente cómo maniobrarán con la potencial deportación de trescientos mil ecuatorianos y la pérdida de la posibilidad de un TLC con EE.UU.  Un indicador de pragmatismo y realismo en estos puntos será si los candidatos manifiestan iniciativas o ideas para tomar ventaja del énfasis en seguridad fronteriza en Estados Unidos para obtener ventajas para nuestras exportaciones e inmigrantes. Siendo Estados Unidos el destino del 48% de nuestras exportaciones, los candidatos también deberán hablar de redirigir exportaciones hacia Europa (que hoy recibe 18%).

En seguridad nacional: el mismo pragmatismo y realismo será necesario para asumir el riesgo real y extraordinario que la crisis climática tendrá para Ecuador. Ser un pragmático y realista no significa ser pesimista, significa ser capaz de ver el mundo como es, y encontrar soluciones prácticas a problemas. La crisis climática requiere que nuestros candidatos dimensionen las graves consecuencias para los ecuatorianos de la generación siguiente. En estas soluciones, necesitamos que empiecen a hablar de ciencia y tecnología, y no me refiero a Yachay.  Me refiero a que los planes de gobierno necesitan tomar en cuenta la participación y uso de los actuales avances en la ingeniería aeroespacial, física cuántica, y diversas ciencias exactas para lidiar con el inevitable cambio climático.

La mayor cantidad del esfuerzo ecuatoriano en la poca investigación científica del país se concentra en ciencias de la producción con cero atención a la física, astrofísica, química, e ingeniería aeroespacial. Esto tiene que cambiar: estas ciencias son las que tienen el potencial de poner al alcance del Ecuador soluciones consideradas por muchos como demasiado fantásticas para la crisis climática pero que, con la elección de Trump, son necesarias. Una de estas es la colonización de Marte, ya planteada por Elon Musk como una solución a la crisis climática.  ¿Demasiado ridículo? Bueno la NASA aparentemente no lo ve: esta semana se reveló que el motor electromagnético que desarrollaba la agencia espacial estadounidense ha pasado un proceso de revisión clave.  Este motor electromagnético, que usa energía solar para crear un rebote permanente de microondas en una cámara cerrada para producir empuje y que viola la tercera ley de Newton sobre la acción y reacción, pondría a Marte a 70 días de distancia de la Tierra.  Con el reciente hallazgo del Laboratorio Nacional de Argonne, en Estados Unidos, sobre excepciones a la segunda ley de la termodinámica —que manifiesta que la entropía del universo tiende a incrementar y que significa que no se puede obtener energía de la energía—en el nivel microscópico gracias a la aplicación de mecánica cuántica a teoremas de la ley, el viaje interplanetario y la colonización de Marte (así como de ciertas lunas de Júpiter y Saturno) son soluciones realistas y pragmáticas al problema del clima dentro de esta generación.

Si esto sigue siendo ridículo para nuestros candidatos, significan que son pesimistas y carentes de visión. Es necesario pedirles que hablen sobre cómo Ecuador se insertará en esfuerzos científicos como estos para encontrar soluciones reales para la crisis climática venidera con la elección de Trump y que afectará la vida adulta de todo niño ecuatoriano que hoy tenga menos de cinco años.  Esto es posible con una estrategia diplomática que maximice los beneficios de nuestra relación con Rusia — tan avanzada en motores espaciales que EE.UU. depende de ella para el suministro de la Estación Espacial Internacional—, así como de otras redes de satélites. También es posible si explotamos el potencial de transferencia tecnológica en el TLC con la Unión Europea

Esta semana el mundo fue testigo, para mal o bien, de un momento histórico. Lo sabía cuando elegí quedarme hasta las tres y media de la mañana, solo para oír el discurso de Trump.  Lo supe al día siguiente cuando caminando afuera de la Biblioteca Hillman de la Universidad de Pittsburgh vi a una chica de no más de 21 años llorando amargamente en una esquina por la victoria de Trump. Lo supe cuando mis amigos de pregrado de un club de Origami al que asisto todas las semanas me dijeron que —como la chica que vi—, ellos habían visto amigos y conocidos llorar, faltar a clases. Incluso ciertos profesores cancelaron exámenes, a pesar de ser periodo de evaluación.

Ecuador y sus candidatos presidenciales necesitan entender que esto es historia, que esto cambia todo lo que suponíamos y esperamos del sistema mundial, y que las repercusiones para nosotros no esperaran a que las aceptemos: ya están en marcha. Recuerdo lo que le dije a la chica que vi llorando: “Jesús nos dice que somos la luz del mundo”. Aun en estos momentos de oscuridad, podemos ser luz si le pedimos a nuestros candidatos que además de hablar de abuso de poderes o defender la revolución ciudadana, hablen de realismo, pragmatismo, y ciencia para lidiar con el claro y presente desafío de vivir con Donald Trump como Presidente de la principal potencia del mundo.