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Las finales de la NBA de este 2016 no son solo el encuentro entre las fuerzas que han dominado la liga de básquet norteamericana por dos años consecutivos: los Golden State Warriors de Oakland contra los Cavaliers de Cleveland. O el enfrentamiento entre los dos mejores jugadores del momento: LeBron James y Stephen Curry. Ni siquiera es la ocasión histórica que representa ver al equipo con el mejor registro de victorias en una temporada en los 70 años de la liga versus el esfuerzo del cuadro de Cleveland por darle su primer campeonato de básquet profesional a su ciudad —sería su primer título en cualquiera de las 4 ligas profesionales norteamericanas, incluyendo al fútbol americano, al béisbol y al hockey sobre hielo. Las finales de la NBA en 2016, que empiezan este jueves, son la confrontación de dos equipos excepcionales, entre los que se ha creado una rivalidad que empezará a definirse esta noche. Más que un trofeo, está en juego decidir, de una vez por todas, quién es el mejor y quiénes son los mejores. James o Curry. Warriors o Cavaliers.

El enfrentamiento empezó con las finales de la NBA de 2015, que ganaron los de Oakland. El resultado, que le dio su segunda liga a los Warriors después de 40 años, se vio algo opacado por la idea generalizada de que los Cavaliers jugaron en desventaja por las lesiones de dos de sus estrellas, el base armador Kyrie Irving y el ala Kevin Love. Los Cavaliers llegaron como aguerridos y disminuidos combatientes frente a la máquina saludable y letal de Curry y compañía. La idea del David de Cleveland tomó forma cuando su equipo se adelantó 2 a 1 en la serie (que se define al mejor de siete partidos) con una actuación descollante de Lebron James y la aparición heroica del australiano Matthew Dellavedova. Pero los jugadores excepcionales son indispensables para competir con los Warriors: finalmente, el equipo de Oakland ganó tres partidos al hilo, y sellaron el título.

La final de 2015

La final de 2015. Fotografía de Eric Drost bajo licencia CC BY 2.0

La discusión sobre la legitimidad del triunfo de los Warriors no solo nació del desbalance de poder entre los rivales de esa final. El técnico de los Clippers de California, Doc Rivers, cuestionó el título de conferencia por lo fácil de la campaña de los de Oakland en los Playoffs. Según Rivers, en su camino a las finales los Warriors nunca jugaron con rivales de peso como los propios Clippers o los Spurs de San Antonio. La idea que quedaba en el aire fue que el equipo de Curry tuvo mucha suerte. Las murmuraciones parecían una zancadilla disimulada para opacar la historia triunfal de los de Oakland.   

Ese criticismo agazapado en los ¿qué hubiera pasado si? incendiaron los ánimos de los Warriors. Comenzando por el propio Curry, quien la misma semana en que se coronó campeón, volvió a entrenar. La consigna del equipo y su estrella parecía ser demostrar que el título de 2015 no fue el resultado del azar de un fixture fácil. Comenzaron la temporada 2015-2016 estableciendo el récord consecutivo de victorias en un arranque de liga (24) y entraron a la historia con el récord de triunfos en una temporada (73) superando a los Bulls de Jordan de 1996 (72). Curry ganó su segunda designación de Most Valuable Player (MVP) consecutivo rompiendo récords de triples en una temporada (402) y convirtiéndose en el nuevo fenómeno mediático del básquet mundial por su prodigiosa habilidad y excepcional precisión desde larga distancia. Ese es el equipo que llega hoy a disputar la corona.

En el lado de los Cavaliers, la historia del retador cobra forma. Aunque no lo ha dicho, todo apunta a que LeBron James esperaba la repetición de la final para demostrar que su superioridad sobre Curry y compañía tenía que definirse en igualdad de condiciones. Los cambios de cara a esta prueba de fuego se han hecho metódicamente y bajo la aprobación de King James, de quien se dice es el amo y señor de los Cavaliers. A mitad de temporada hizo salir al técnico David Blatt, con quien nunca tuvo una buena relación, para reemplazarlo por el DT novato Tyronn Lue. A la mejor salud de Irving y Love, que les permitió jugar juntos y mejorar la dinámica de equipo junto con James, se sumó la adquisición de encestadores perimetrales como Channing Frye. Eso ha permitido a los de Cleveland mejorar su capacidad en tiros de tres puntos, para tratar de contrarrestar el poder de fuego de los Warriors desde larga distancia. A pesar de haber perdido los dos partidos en temporada regular contra los Warriors, los ajustes les han permitido tener mejor desempeño que su rival en los playoffs. Los Warriors incluso estuvieron a punto de perder la final del Oeste, que ganaron in extremis en 7 partidos contra Oklahoma. Como la rivalidad Cavaliers-Warriors ha crecido exponencialmente este año gracias a los récords de los Warriors y Curry, James parece querer comandar su gran derribamiento.

La apuesta de LeBron James para estas finales es enorme y apunta a consolidar su legado como uno de los jugadores más importantes de la historia de la NBA. Con la de 2016, James jugará su séptima final de la liga, y sexta de manera consecutiva. The King es el jugador más experimentado de todos los que jugarán hoy, pero su palmarés está opacado por dos hechos. El primero es su récord negativo, acumulando hasta el momento solo dos victorias finales, todas como jugador de los Heat de Miami. El otro traspié fue su decisión de dejar Cleveland —su equipo y su casa (es originario de Ohio) durante sus primeras 7 temporadas—, para tratar de ganar la NBA con Miami. En su momento, el cambio fue aborrecido por los seguidores de los Cavaliers, que asumieron la decisión de James como una traición. Pero tal parece que desde que regresó en 2014, James está tratando de reivindicarse con Cleveland, buscando darle a la ciudad el primer campeonato en alguno de los deportes profesionales norteamericanos.

A esa especie de cruzada personal de James, se suma el golpe inevitable a su ego que supone el estrellato emergente de Curry. No solo que el base de los Warriors se convirtió en el jugador que ha concitado mayor interés mediático esta temporada, sobre todo entre los niños y jóvenes. También desbancó a The King como el jugador que más ventas genera en términos de zapatos y mercadotecnia. Los récords de Curry incluso valieron una crítica velada de James al hecho de que el base de los Warriors ganara su segundo MVP de manera unánime. La estrella de los Cavaliers intentó diferenciar lo que para él es ser el más valioso en términos de estadísticas, respecto a ser el más gravitante —lo que curiosamente apuntaría al mismo James— para su equipo y la NBA. Curry respondió tajante: no le interesan los comentarios de otros. El duelo de egos comenzó a emerger claramente en 2016 entre un rey y un hombre aparentemente normal que se ha atrevido a disputarle su reino.

Por eso, esta final cobra un interés mayor. Dos equipos en plenitud de forma, liderados por las dos mejores estrellas del baloncesto en el mundo. Es un equivalente a un Barcelona-Real Madrid con Messi y Ronaldo tratando de seguir rompiendo récords. O a cuando Nadal y Federer se enfrentaban en su apogeo en una final de Grand Slam. En el caso de los Warriors y los Cavaliers, el duelo está aderezado por el enfrentamiento de dos jugadores fundamentales que disputan su espacio en la historia. La mesa está servida. Hoy se empieza a decidir si en unos años hablaremos de los históricos Warriors de Curry o los míticos Cavaliers de James. El que pierda corre el riesgo de borrar su nombre en la historia.

Bajada

  La final soñada de la NBA podría definir cómo hablaremos en el futuro

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Fotografía de Eric Drost bajo licencia CC BY 2.0