Un caravana de voluntarios llega a los albergues de los damnificados del terremoto para alegría de grandes y niños


Reír es un derecho. Reír en tiempos de tragedia, una necesidad, tan importante como tener un techo o algo para comer. El 13 de mayo de 2016, un grupo de voluntarios  llegó a cinco albergues de damnificados por el terremoto con las caras pintadas, zapatos gigantes y pelucas de colores estridentes y rulos saltones. La Caravana de la Alegría de laFundación Cecilia Rivadeneira se ha unido con las organizaciones humanitarias Operación Sonrisa, TECHO, Triada, El Triángulo, Tase para hacer que —al menos por unos momentos— grandes y niños olvidasen la tragedia del 16 de abril, cuando un terremoto devastó ciudades enteras de la costa del Ecuador.

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A los refugios de Jama, Don Juan, El Matal, Canoa y Coaque los payasos, músicos y artistas llegaron en una caravana de alegría. Fue una lluvia de risas esperada por largo tiempo en un lugar donde la sequía de la catástrofe había dejado los ánimos áridos. Hubo teatro, títeres, funciones de cine, juegos de pelota, música y baile. Cuando la caravana se fue, quedó en el aire la feliz nostalgia que deja un circo. En las próximas semanas, la Caravana de la Alegría irá a los albergues de otros pueblos y ciudades afectadas por el terremoto. Con ella llevará su color, su música y la posibilidad de risas y gritos de alegría para gente que lo necesita más que nunca.