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Aunque no llegó El Niño con la fuerza anunciada, la semana pasada se desbordaron ríos en varias provincias. Solo en Guayas se inundaron Milagro, Durán, Taura (Naranjal), Yaguachi y El Triunfo. En Milagro hubo 448 personas evacuadas. La mayor afectación ha sido en la cuenca del río Guayas, integrada por ocho provincias donde se concentra la mayor producción agrícola del Ecuador, cuyas exportaciones sostienen la dolarización.

Sabíamos que la sedimentación de los ríos era una de las principales amenazas para inundaciones y desbordamientos. Así lo advirtió un estudio de la Corporación Andina de Fomento y otro de abril de 2012 que está en la página web de la Prefectura de Guayas. Lo mismo decía el “Estudio de los sedimentos del sector donde convergen los ríos Daule y Babahoyo, y las posibles causas que están formando un nuevo islote en ese sector”, de Bolívar Soledispa. Pueden leer las citas relevantes acá. Evidencia científica no falta. 

Lo que nos falta es tomar acciones. La solución implica reforestar para prevenir la sedimentación —lo cual compete al Gobierno— y dragar los ríos para extraerla —lo cual compete a los prefectos— comenzando por el Guayas, Daule y Babahoyo, pero también otros de importancia fundamental como el río Milagro, cuyo desbordamiento provocó la reciente evacuación de centenas de personas. 

Y si queremos solucionar el problema a largo plazo, hay que ir más allá.

Proteger la cuenca del río Guayas involucra al menos a ocho prefecturas, decenas de municipios y al Gobierno central. Es insuficiente que el Ministerio de Ambiente reforeste si Jimmy Jairala no ha dragado a tiempo el Guayas, como ambas actividades son ineficaces si el prefecto de Los Ríos, Marco Troya, no draga el Babahoyo, de donde proviene la mayor cantidad de sedimentación. Y la omisión de todo lo anterior, sumada a falencias en prácticas agrícolas, vuelve inútiles los cientos de millones de dólares que costaron las megaobras de control de inundaciones, como se demostró ahora que, después de tanto gasto y propaganda, se desbordó el legendario Bulubulu.

Para lograr soluciones de fondo es indispensable cambiar el actual esquema institucional. Ni la supervivencia económica de los campesinos, ni la productividad del agro que sostiene la dolarización, ni el bienestar ciudadano en Guayaquil, pueden depender de los intereses políticos de las múltiples autoridades de turno que inciden en la cuenca del Guayas.

Lo que necesitamos es crear por ley una entidad independiente. Un Instituto de la Cuenca del Río Guayas, que de manera autónoma asuma las competencias de dragar los ríos, estudiar la construcción de obras de control de inundaciones y coordinar con el Gobierno central la tarea de reforestar para prevenir el aumento de la sedimentación. Este organismo deberá contar con una asignación directa del Presupuesto General del Estado para ejecutar acciones sin excusas. Su costo se deduciría de los recursos de los gobiernos provinciales para dragado, que se volverían innecesarios. El organismo superaría en capacidad ejecutora a la vieja Comisión de Estudios para el Desarrollo de la Cuenca del Río Guayas (CEDEGE), que el actual Gobierno desapareció para traspasar sus funciones a la Secretaría Nacional del Agua. Además, debería integrar tanto al Ejecutivo como a delegados de las provincias de la cuenca para tomar decisiones, con mecanismos de participación de los alcaldes, las juntas parroquiales y la sociedad civil.

No hay que inventarse el agua tibia: el Instituto Nacional de Canalizaciones en Venezuela draga el río Orinoco en cooperación con un consorcio chino, la agencia federal US Army Corps of Engineers draga el río Mississippi, la estatal Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena lo hace en Colombia. En Ecuador, nuestros puertos son administrados por autoridades autónomas en Guayaquil, Manta, Esmeraldas y Puerto Bolívar. Podría hacerse lo mismo con el manejo de la cuenca del río Guayas. 

Pese a lo sufrido en los últimos días por un invierno fuerte, agradezcamos que no llegó el fenómeno de El Niño: los daños serían tremendamente mayores. Pero habernos salvado esta vez nos debe llamar a la reflexión para resolver una amenaza constante en cada invierno, la cual, pese a la desidia de los gobiernos centrales y provinciales a lo largo del tiempo, tiene solución si todos juntos trabajamos para prevenir inundaciones y defender a nuestro agro, que es el actual motor económico del Ecuador.

Bajada

El Niño no fue lo que se esperaba, pero eso no quiere decir que el dragado de nuestros ríos no sea urgente

fuente

Fotografía de Beto Sanchez bajo licencia CC BY-SA 2.0. Sin cambios.