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La ciencia es un juego de armar, demostrar y presentar evidencias que puedan ser verificables. Toda conclusión, en cualquier campo sea utilizado el método científico, debe ser construida en base de la argumentación que uno ha podido procesar, o que ha podido recolectar del trabajo previo de otras personas. Como ejemplo de estudio replicaré el artículo de Franklin Ormaza titulado ¿Murió el Niño 2015? porque considero que comete grandes errores. El Niño no ha muerto sino que sigue presente y aún estará por las próximas semanas en enero, febrero y presumiblemente hasta marzo. Aquí analizaré por qué manejar información técnica de forma errada puede llevar no solo a conclusiones falsas en el campo científico sino a influenciar la opinión de la gente y eventualmente a que se tomen malas decisiones públicas.

El artículo se aborda un tema relevante para el país y el mundo, como es El Niño, y se logra explicar términos complejos, como los índices descritos en el artículo, de forma muy clara y simple. Sin embargo, considero que se olvida  analizar y recolectar cierta información y sobretodo hay una malinterpretación de los datos. Mi lista de observaciones, en orden de acuerdo a su aparición en el texto, son las siguientes.

El principal indicador que se utiliza en el artículo es el Pacific Decadal Oscillation (PDO). En pocas palabras, cuando este índice está en su fase positiva o caliente es más probable que haya un fenómeno del Niño. El autor asegura que por estar en fase negativa o fría desde el 2000 no se puede hablar de un Niño. No he podido encontrar alguna fuente científica que demuestre aquello por lo que me gustaría conocer las fuentes para realizar esta aseveración. Más bien, los datos dicen otra cosa: si bien habíamos estado en una fase de PDO frío desde el 2000, desde aproximadamente el 2014 este valor incrementó vertiginosamente. Aquí un gráfico sobre los valores del PDO desde 1950 de la agencia oceanográfica y atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), una de las instituciones con mayor autoridad y reputación sobre asuntos climático a escala global.

Gráfico 1

En el gráfico vemos claramente que los valores actuales del PDO son muy similares (si bien no cercanos) a aquellos observados tanto en 1997 como en 1983 donde hubo importantes impactos en el país.

Enfriamiento en la zona 1-2. De igual forma, en el texto se asegura que en la zona 1-2 de El Niño existe un enfriamiento de aguas por lo que, al menos en Ecuador, no habría que preocuparse. Según NOAA desde mayo del 2015 ha existido una anomalía de más de 2 oC en la temperatura superficial en esta zona. Insisto en utilizar el término ‘anomalías’ el cual nos informa estadísticamente más confiablemente sobre los cambios en una serie de datos.

Los efectos de El Niño son en noviembre y diciembre. Aquí encuentro un error conceptual, de lo que se tiene entendido los efectos son más fuertes en enero y febrero. En noviembre y diciembre es donde se intensifican los síntomas de este fenómeno. Por lo que con esto se derrumba lo que se asegura el científico que hasta diciembre 2015 no han existido lluvias importantes

Durante el 2016 habrá altas temperaturas en la atmósfera debido a los gases —CO2, metano— que se han liberado del Pacífico ecuatorial central”. Creo que descubrir y aseverar algo tan tremendo tendría repercusiones altas que no solo implicaría un nuevo paradigma en la ciencia sino a nivel político y económico a escala global. Atribuir que el aumento de temperaturas en la atmósfera ecuatorial se debe a gases de carbono y metano liberados por el océano prácticamente descarta en su totalidad la idea de cambio climático ‘causado’ por el hombre, además de descartar el rol e intercambio y retroalimentación que otros sistemas naturales tienen con la atmósfera. Si bien tales gases pueden cumplir un rol (aún no descubierto —al menos a mi conocimiento— en qué magnitud o proporción para el aumento de temperaturas en el 2016) atribuir a este como su causante es algo que, considero poco posible. 

“El Southern Oscillation Index (SOI) no tiene valores para determinar un Niño”. El autor asegura que para noviembre el SOI estaba a -5, un valor neutro por lo tanto hay que descartar la idea del Niño. Si bien bajó, hay una cosa que agregar: generalmente para dar un juicio representativo de este y otros valores se toman noventa días de mediciones y no una observación aislada. Como se dice comúnmente ‘una golondrina no hace verano’. Es un concepto que en ciencia se lo aplica ampliamente, no se puede trazar una conclusión en base con solamente un dato, que en este caso es la observación de noviembre. Este valor de noventa días para noviembre y diciembre estaba a -11.5 es decir un valor lo suficientemente relevante como para prevenir un Niño fuerte. De igual forma aquí un gráfico —generado por el Buró Meteorológico Australiano (otra Institución con una gran trayectoria y reputación en estudios de El Niño)— que presenta un dato distinto al del mencionado artículo. 

Gráfico 2

 

“Otro índice es el IOD que también está desconectado desde noviembre”. Si bien este valor se ha mantenido neutro, la temperatura superficial del Océano Índico se ha mantenido alta (más adelante detallaré este indicador).

“Adicionalmente, los vientos alisios del sur se han mantenido constantes durante todo el año hasta la actualidad”.  En las primeras semanas de enero, los vientos alisios han aumentado según los reportes del Buró Meteorológico de Australia.

“En otros lugares como California, Bangladesh, India y Australia no se han manifestado las condiciones esperadas ante un Niño”. Para cuando se escribió el artículo, diciembre 2015, ya existían indicios de un Niño muy fuerte: sequías e incendios en Indonesia, inundaciones en Uruguay y Argentina, inclusive fuertes inundaciones en Reino Unido abrieron el debate para ver cuál era el alcance del Niño. Además hasta hoy, la tercera semana de enero, es evidente los efectos de un Niño fuerte en varias partes de la Costa, por ejemplo en Chone o Guayaquil.

También hay algunos indicadores que, son igualmente importantes, y que el autor se olvidó de incluir:

1. Altura de la superficie oceánica: es un indicador de la temperatura superficial del océano (agua más caliente = mayores alturas) y es el principal medio que se utiliza para proyectar anomalías en temperatura y lluvias (donde obviamente El Niño juega un rol fundamental). Este valor es muy similar a lo observado en 1997. Las observaciones satelitales sugieren que para diciembre 2015 este valor era tremendamente alto y muy similar a aquellos observados en 1997. Aquí presento la comparación de sus valores de acuerdo a observaciones satelitales:

Gráfico 3

Estas mediciones, proporcionadas por la NASA, han sido utilizadas por NOAA para entender el progreso del Niño. De igual forma, se puede observar el fuerte Niño desarrollándose. 

2. Anomalías en precipitación para los primeros meses del 2016. Proyecciones de multi-modelos climáticos estimaron las siguientes anomalías de precipitación ya en noviembre y diciembre 2015.

Gráfico 4

En este ensamblaje, originado con fuentes del Instituto de Investigación Climática de la Universidad de Columbia, IRI —otra Instituto con gran reputación y autoridad que realiza proyecciones climáticas en una escala estacional (de un mes hasta un año aproximadamente)— se ve que se predecía al menos para Ecuador fuertes precipitaciones para estos tres primeros meses del 2016. 

3. Anomalías de la temperatura superficial del mar (SST). Una vez más analizar anomalías es mucho más confiable que analizar valores aislados. Adjunto otro mapa de la SST para finales de diciembre 2015 generado igualmente por NOAA. Claramente se observan las anomalías en la zona pacífica ecuatorial; las aguas se están calentando. 

Gráfico 5

4. Finalmente evidencia empírica en el país: noticias de estos días, Guayaquil y Chone inundadas en una frecuencia que parece ser superior a lo normal de una época lluviosa (aunque por ser reciente esto no está del todo estudiado). 

Es necesario aclarar que un Niño fuerte está sucediendo y que se puede esperar impactos mucho más fuertes. Si consideramos Ecuador esto implica dos cosas:

Primero, habrá lluvias mucho más intensas en la Costa que si bien siempre son un dolor de cabeza cuando se manejan bien presentan una oportunidad para almacenar agua en un futuro. Tengo que reconocerlo, no conozco si es que los nuevos ‘mega-proyectos’ del Gobierno cumplen con las necesidades técnicas y de ubicación para hacer frente y almacenar todas las aguas que se vienen con un Niño fuerte. Segundo, en la zona Andina,  podría haber condiciones secas y calientes en el centro y norte del país. Esto se debe a que el Niño “empuja” y frena los vientos húmedos y cargados de lluvia que vienen desde la Amazonía. Además no hay que olvidar que a todo Niño le sucede una Niña. Es decir las situaciones se revén por lo que posteriormente se podría esperar una época más seca en la Costa y una más humedad en la Sierra. Saber administrar los recursos hídricos ante tales diferencias espaciales y temporales son de responsabilidad futura de las autoridades. 

Datos sensibles

Al inicio mencioné las implicaciones de presentar información sensible errónea. Me parece que existen tres campos principales del alcance de la difusión de material científico: el entorno científico en sí, la comunidad donde se difunde el descubrimiento y conclusión, y los tomadores de decisiones. Es decir, estamos atados a una red de información donde cada punto nodal toma sus herramientas, lenguaje, medios y cumple su propio rol. Idealmente, aseveraciones generadas por la ciencia —que antes de ser publicado debe pasar rondas de debate, correcciones y observaciones por colegas o especialistas— deben saltar hacia la opinión pública donde diferentes medios de difusión y actores transmiten las implicaciones de tales descubrimientos para que luego generen presión hacia las autoridades para, a su vez, se tomen decisiones en base a criterios técnicos y el proceso luego puede ser reversible en base a las necesidades de los tomadores de decisiones o de la opinión pública.

Un informe científico errado puede traer sus consecuencias profundas. Un ejemplo es cómo el artículo ¿Murió el Niño 2015? generó impacto al publicarse en Gkillcity porque se generaron hasta comentarios criticando que el Gobierno se ha gastado millones en innecesarias prevenciones. Además según los datos el artículo ha sido compartido 175 veces en redes sociales: es decir que se repitió 175 veces que el Niño no va a ocurrir. Las preguntas aquí son: ¿A cuántas personas llegó finalmente éste mensaje? Asumiendo que el lector que compartió esto en sus redes sociales le importa el Niño y está de acuerdo con el artículo por lo que utilizará otros medios para difundir. ¿Cómo se propagó este mensaje? La forma de medir tal impacto corresponde a aquellos especialistas en difusión pública, análisis de redes o análisis de medios virtuales y de redes sociales. Pero en este caso hablamos de cómo la opinión pública se genera su idea de la realidad. Imaginémonos que eventualmente esta opinión haya llegado a manos de autoridades locales, nacionales o internacionales. Esto podría terminar en la toma de una decisión en base a una presión social justificada en un informe científico errado. 

Lo que escribo aquí es solo un ejemplo de refutar pruebas, no dar por hecho lo que leemos y especialmente el rol que puede tener la ciencia como generador de opinión ciudadana. Y sobretodo, el rol que debemos tener los ciudadanos para saber leer, discernir, y esencialmente cuestionar cualquier información que se nos presente, venga de donde venga. Cuando lean un artículo, vean qué herramientas utilizaron sus autores para llegar a esas conclusiones, evaluar si son válidas. No olvidemos que los ciudadanos jugamos un rol tremendamente importante en esta red de construcción de conocimiento y toma de decisiones. Por eso, si no están de acuerdo con lo que aquí escribo, los invito que me respondan, contradigan y presenten sus argumentos. 

Bajada

Réplica al artículo de Franklin Ormaza sobre el fenómeno climático y el rol de la ciencia en la toma de decisiones

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fuente

Fotografía de Mike Bitzenhofer bajo licencia CC  by 2.0. Sin cambios.