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He leído con atención el escrito de Cristina Vera en Gkillcity. Creo que me plantea una buena oportunidad para aclarar mi postura sobre ciertas cuestiones de fondo muy importantes. 

La libertad de emprender y prosperar ocupa un rol central en mis conversaciones y entrevistas, es cierto. Pero no porque sea lo única libertad que me preocupa, sino porque es la cura a la principal enfermedad de esta sociedad: la pobreza. Hace casi cinco años di por terminada mi carrera profesional y decidí dedicarme enteramente a la política. Mi principal motivo para ello fue y es vencer la pobreza que desde siempre ha plagado al Ecuador. Y el requisito esencial para lograrlo es liberar el potencial creativo de millones de seres humanos. 

Por ello agradezco a Cristina por recordar la fuerza con la que cientos de miles de ecuatorianos nos opusimos juntos al proyecto de impuesto a la herencia y plusvalía que rayaba en lo confiscatorio. En un país en que las personas con ‘empleo adecuado’ como lo llama el INEC no alcanzan ni la mitad de la población económicamente activa, ¿cómo quedarse impávido ante tan enorme golpe a la inversión y confianza empresarial? Nuestro país requiere cambios importantes que permitan invertir y mejorar la productividad, para así crear más y mejores empleos. Estos proyectos hacían lo contrario. Y debemos estar atentos, pues se habla de reenviarlos a la Asamblea.

Por supuesto, entiendo que el principal reclamo que Cristina me hace es mi posición respecto al tema de las FFAA en el juicio iniciado por antiguos miembros de Alfaro Vive Carajo. La verdad es que me siento muy alejado de la imagen que ella retrata de mí. En primer lugar, soy un convencido de la importancia de los derechos humanos. Pero debemos recordar que estos no son un patrimonio exclusivo de la izquierda, ni de la derecha. En este sentido, el único mensaje que quise transmitir al hablar del Alto Mando de las FFAA es el que dije: felicito el espíritu de cuerpo del comando conjunto de una institución que tuvo que lidiar con un escenario abismalmente complejo. Rechazo con vehemencia todo abuso ajeno a nuestro orden constitucional y a los tratados de derechos humanos. Depende de la Justicia decidir si hubo violaciones a derechos humanos o no, y esa decisión debe acatarse. Pero no por ello las audiencias dejan de ser públicas o los acusados pierden el derecho a defenderse. Rescato las líneas de Cristina: los derechos humanos aspiran a otorgar garantías “al enemigo”. 

Respecto a los demás temas que Cristina enlista, me mantengo en la posición que he expresado por casi cinco años: no pretendo ser administrador de la moral de los ecuatorianos. No creo en la existencia de un “Plan Familia” desde el Estado para administrar la moral de la gente. Respecto al aborto, he sido claro. No se trata de la innegable autonomía de cada mujer, ni de quitarle su derecho a decidir sobre su propio cuerpo, ni tampoco de una visión religiosa. Se trata de la vida de otro ser humano que se encuentra en el vientre materno, el que está por nacer. La libertad personal no incluye la libertad de matar a un tercero—no hace falta ser un moralista para aceptar esa premisa. Por ello tengo una posición tajante: yo defiendo esa vida desde el momento de la concepción. Pero no por ello podemos ocultar bajo la alfombra el problema de las clínicas clandestinas, del riesgo al que se exponen diariamente miles de jóvenes embarazadas. Ese es, puntualmente, el problema de salud pública. Discutámoslo como país y legislemos para proteger más vidas, sin confundirlo con el debate de la autonomía del cuerpo en donde se ignora completamente el derecho a la vida que tiene el embrión o feto.   

En cuanto al narcotráfico, he dicho con anterioridad que es un tema complejo que debemos abordar regionalmente. No me cierro a explorar nuevas soluciones, dado que las tradicionales han fallado ostensiblemente. Legalizar el consumo puede ser un camino, pero debemos tener claro que la sociedad ecuatoriana no es la sociedad holandesa y que legislaciones de este tipo deberían ser regionales. ¿Estamos preparados para legislaciones similares? Son asuntos complicados y de enorme cuidado. Uno de los problemas más graves que me comentan las madres de familia que he conocido caminando por el Ecuador es el consumo de drogas en escuelas y colegios. El problema es cada vez más masivo. Está fragmentado la paz y la salud de cientos de miles de familias en el país. Tomar decisiones demanda entonces mucha prudencia, porque un error sería fatal. 

Sobre el abuso al que muchos comerciantes informales del país son sujetos por parte de gobiernos municipales, pues me remito al proyecto de ley de defensa del emprendedor urbano que impulsé junto a los Asambleístas de CREO. Vale recordar que con este asunto  nos inauguramos como fuerza legislativa. Yo respeto la libertad de emprender de todos por igual, grandes, medianos o pequeños.

Coincido plenamente con Cristina en la importancia de escudriñar a los políticos y candidatos. Es un ejercicio de lado y lado: la ciudadanía y medios de comunicación deben analizar e investigar, pero quienes hacemos política debemos responder. Mucha falta le hace al país que quienes ocupan cargos públicos –o aspiran a hacerlo- den muestra de transparencia, tolerancia y cercanía. Por mi parte, me comprometo a seguir haciendo justamente aquello, mostrando mi rostro, que aunque ya acarrea algunos años encima, no lleva puesta una careta. 

No sé si un día me acepte en su mesa Cristina, o le guste como sonrío. En todo caso, lo que quiero lograr es que su mesa, y la de todos los ecuatorianos, pueda estar llena a partir de 2017. Así todos sonreímos, por mal o bien que lo hagamos. 

Bajada

Réplica al texto La careta de Guillermo Lasso

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