Sobre el arena del ruedo de la Plaza de Toros Belmonte, en Quito, no hay un animal frente a un torero, sino una frase escrita con cal. “El recuerdo está en mi cuerpo, está en cada una de estas palabras”. La escribió una de las mujeres víctimas de violencia de género en Ecuador. Hoy, en el centro de un escenario acostumbrado a un espectáculo cruel, hay un gesto poético: un hombre de bigote grueso y recto, de unos sesenta años, chaqueta marrón y pantalón gris lee una carta sin destinatario —o, tal vez, a ella misma, como la entrada de un diario íntimo— de una mujer que fue violada en un callejón. Mientras tanto, un flautista toca música andina y unas 50 personas lo escuchan desde las gradas de cemento. Cuando está por terminar, otros seis hombres —entre veinte y cincuenta años— entran al ruedo, cada uno lleva un papel en la mano. Son parte de los cuatrocientos hombres que se reunirán para leer cincuenta y nueve cartas de mujeres víctimas de violencia en Ecuador. Sus testimonios se escucharán por primera vez con la gruesa voz de los voluntarios que participarán en el evento De tu puño y letra, diálogos en el ruedo el 25 de noviembre a las 17:45 en esa plaza de Toros. Voces graves para leer historias violentas.

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Cartas de Mujeres. Así se llama el proyecto, ideado por el Municipio de Quito en 2010  como un diálogo que a través de testimonios personales se muestra la violencia que mujeres, niñas y adolescentes sufren en Ecuador. Son más de diez mil testimonios puestos en papel que, desde noviembre de 2014, se han utilizado para crear este performance. Los voluntarios leerán fragmentos de estos textos que hablan de la violencia desde una primera persona. La obra estará dirigida por la artista estadounidense Suzzane Lacy. Lacy ha trabajado en todo el mundo para luchar contra la violencia, el racismo, la pobreza a través del arte y la educación. Comenzó en los años setenta cuando —según cuenta— en Los Ángeles el abuso físico y psicológico de la mujer, a violaciones y acoso sexual eran cuestiones tan normales que nadie decía nada. Esto la inquietó tanto que comenzó a realizar proyectos de discusión entre varias personas para que puedan contar su experiencia y generar diálogos. Desde entonces, se dedica a montar performances —como en el que se apropiaron de varios pórticos en Nueva York para conversar de machismo— e investigaciones —como en el que recopiló denuncias en la Policía para identificar en qué sectores de Los Ángeles las mujeres corren más riesgo de ser violadas. Mañana, en Quito —después de un año en que Artistas, directores y funcionarios municipales planificaran durante un año el evento— los hombres se apropiarán de estas historias. Se las contarán al público como una forma de asimilación, para quienes las leerán y para quienes las escucharán.

Desde hace algunas décadas, el arte es una herramienta de militancia y denuncia. El artista chino Ai Weiwei fue perseguido por el gobierno chino —y encerrado durante tres meses en una prisión secreta— por haber iniciado una investigación ciudadana sobre los cinco mil niños que murieron en un terremoto de 2008. Con las varillas de hierro de las escuelas que se desplomaron por estar mal construidas —una responsabilidad que atribuye a la incompetencia y corrupción de las autoridades— creó su obra Straight y, además, publicó en grandes lienzos los nombres de los niños fallecidos. Algo similar hizo el ecuatoriano Pablo Cardoso, con su obra Sour Lake/Lago Agrio, en el que documento y pintó a mano decenas de postales de su viaje entre la ciudad ecuatoriana de Lago Agrio a su homónima texana, Sour Lake, donde, en 1901, Texaco extrajo, por primera vez, petroléo. Ahí hay un monumento que conmemora el hallazgo. Sobre él virtió agua contaminada de la tierra de Lago Agrio, en una devolución poética del devastador paso de la compañía petrolera por el norte de la Amazonía ecuatoriana. Lacy cree que el arte es la mejor forma de llamar la atención hacia los problemas sociales. Su forma inusual de abordar estos temas atrae a los medios y a los indiferentes. Así se crean grupos fuertes que continúan la lucha contra de la violencia. Es una primera aproximación para soluciones a largo plazo. Por eso, en el caso del evento De tu puño y letra, diálogos en el ruedo, se espera que se entienda que la violencia de género es un problema que afecta a todos, no sólo a las mujeres. “Que los hombres se apropien de una carta que contiene tanto dolor demuestra un acto de empatía con las víctimas” —dice Lacy— “Es algo muy difícil para ellos y creo que se requiere de mucha valentía para lograrlo”. Al final, lo más importante de este performance es romper con esa distancia entre los temas de género y los hombres.

El evento se realizará por el día mundial de la no violencia contra la mujer. La entrada será libre, dirigida a un público adulto —podrán entrar menores de 15 años con un acompañante— por su fuerte contenido. Las palabras de las mujeres leídas por hombres serán acompañadas por música en vivo, banda sonora y la dirección de varios artistas ecuatorianos e internacionales. El objetivo de este evento es claro: lograr que el público preste atención a las palabras y a la vida de estas mujeres. Es crear una real empatía.