Trabajé como Director Ejecutivo de la Fundación Charles Darwin (FCD) desde julio de 2011 hasta mayo de 2015, representando una causa que me apasiona. La FCD promueve trabajo científico diseñado para favorecer la conservación a largo plazo de las islas Galápagos, lugar en el que ha funcionado la Estación Científica Charles Darwin desde 1964. La organización realiza este trabajo bajo un mandato del gobierno de Ecuador, y actúa como asesora de los organismos gubernamentales, principalmente del Parque Nacional Galápagos.
La FCD es una organización peculiar: Tiene su domicilio legal en Bélgica, prácticamente todas sus actividades se desarrollan en Ecuador, y el 85% del personal es ecuatoriano. Tiene una red de 150 científicos extranjeros que van a las islas como científicos visitantes. La red, que ha crecido con el paso de las décadas, junto con el nombre mundialmente conocido, ayudan a encontrar y movilizar expertos que tienen las capacidades específicas para resolver un problema pero que no pueden ser encontrados en Galápagos ni en Ecuador continental. Su rol internacional se refleja en su situación legal, dado que la FCD funciona en Ecuador como una «organización internacional» en lugar de una «ONG». Entre los fundadores estuvieron el gobierno de Ecuador y la UNESCO, que es el brazo científico y educativo de las Naciones Unidas.
La FCD cumple otro rol, posiblemente menos obvio, que creo que es crucial para la conservación de las islas Galápagos. Presenta conocimientos e información sobre Galápagos al mundo, y crea transparencia sobre lo que está sucediendo en un grupo de islas que es importante para toda la humanidad. Ninguna otra organización puede movilizar el mismo nivel de atención y credibilidad al momento de hablar a una audiencia internacional sobre Galápagos. Cuando la FCD habla, el mundo escucha.
No obstante, después de cambios recientes en Ecuador, no estoy seguro de que pueda seguir estando a la altura de su rol. ¿Es aún la FCD la observadora internacional que el mundo cree que es y que le gustaría que fuera? ¿Puede operar de manera tal de garantizar su funcionamiento exitoso como asesora científica?
Durante mi mandato, fui conocido como el Director Ejecutivo de la Fundación Charles Darwin que viajaba por el mundo, y fui el primero no científico en ocupar ese puesto en la organización. La mayor parte de mi trabajo consistía en fomentar apoyo financiero adicional para la ciencia relacionada con la conservación en las islas Galápagos y, literalmente, tuve que viajar por todos los rincones para encontrar patrocinadores de este estilo. Hablaba con regularidad con grupos tan diversos como niños en edad escolar en Inglaterra, billonarios en Hong Kong, funcionarios del gobierno en Japón y profesores universitarios en los Estados Unidos. Les explicaba a estas audiencias la importancia de la ciencia y la conservación para proteger a las islas encantadas.
En todas mis charlas alrededor del mundo, siempre elogié al gobierno de Ecuador y a los ecuatorianos. Haciendo a un lado los desafíos actuales, las islas Galápagos tienen una historia de éxito increíble. En 1959, cuando Ecuador decidió reservar el 97% de la masa de tierra de un archipiélago importante, tomó la decisión de priorizar la conservación de las islas en lugar de la explotación implacable de los recursos naturales. Gracias a esta decisión histórica, el ecosistema del Archipiélago de Galápagos está en mejor estado que la mayoría de los demás ecosistemas de las partes habitadas del planeta. Ecuador, sus gobiernos pasados y actuales, y sus habitantes, tienen todos los motivos para estar orgullosos. Siempre insté a mis audiencias a que visiten el lugar, pero de forma responsable.
Siempre me enorgullecí de que la FCD tuviera un rol significativo en este éxito. La FCD es la organización científica más antigua y grande que aún funciona en las islas, y está centrada únicamente en las Galápagos. Hace unos años, tuvo problemas con su reputación, cuando los críticos sostenían que la organización realizaba un trabajo científico por la ciencia en sí misma, y no por la conservación. Durante el tiempo que estuve al mando, volví a concentrar la cartera de actividades científicas de la organización, y para el 2014, no menos del 100 % de los proyectos de la FCD apoyaban directamente a las prioridades de conservación de Galápagos, de acuerdo con lo identificado por el gobierno de Ecuador. La fundación realiza su trabajo con financiación conformada por donaciones de los Estados Unidos, Europa y cualquier otro lugar que esté dispuesto a apoyar. La Fundación nunca ha recibido financiamiento de manera regular del gobierno ecuatoriano.
Para promover la transparencia y el debate público bien informado, las organizaciones de investigación científica son más efectivas cuando su trabajo está disponible al público, y tienen la capacidad de compartir sus opiniones científicas sobre asuntos relacionados con su trabajo. Pero esa capacidad de encontrar respuestas para los problemas y contribuir de manera positiva al discurso público se encuentra seriamente socavada en un clima de censura absoluta o incluso en uno en el que la intimidación lleva a la autocensura.
Es lamentable que la FCD de hoy funcione en un ambiente de autocensura tal que su voz se enmudece. Las reglamentaciones estrictas para la publicación en los medios de comunicación y la autocensura son prácticamente cotidianos. La interferencia política y el deseo de no molestar al país anfitrión para evitar posibles repercusiones administrativas, han llevado a que la FCD publique cada vez con menos libertad los resultados de su investigación científica y su opinión sobre las medidas que deberían tomarse en las islas. Esto ha sucedido durante años, pero empeoró recientemente. Yo estaba allí y vi cómo sucedía.
Durante mi mandato, ningún otro caso ilustra este problema tan claramente como el destino de Fernanda, una hembra de tiburón sedoso.
En 2014, la FCD y otras varias organizaciones, incluido el Parque Nacional Galápagos y OCEARCH, sujetaron marcas satelitales a los tiburones en la Reserva Marina Galápagos para recopilar datos que ayuden a proteger mejor la reserva marina. «Fernanda», como se la llamó, era un tiburón adulto hembra de 7 pies / 215cm que pertenecía a una especie de tiburones muy explotada que se pesca en el este tropical del Pacífico y que la UICN calificó como «vulnerable”. Lamentablemente, de acuerdo con lo que revelaron los datos de la marca de satélite, Fernanda terminó en el mercado de pescados de Puerto Ayora, la pequeña ciudad en la que reside la estación científica Darwin. Fernanda fue, desafortunadamente, parte de la captura accidental de los pescadores que utilizan la pesca con líneas largas, uno de los métodos más perjudiciales para pescar debido a la gran cantidad de especies no deseadas que se atrapan.
¿Es Fernanda un caso propio de Galápagos comparable al león Cecil? El mundo debería haber aprendido sobre los descubrimientos del satélite, y esto debería haberse usado para alentar el apoyo a las islas, sus especies y las organizaciones que trabajan para protegerlas. En su lugar, la muerte de Fernanda implicó una extensa batalla con las autoridades sobre si debía publicarse o no un comunicado de prensa sobre la historia, cómo redactarlo para que no sonara «alarmista» y cómo garantizar que dicha noticia no dañara la reputación de Galápagos ni afectara la cantidad de turistas. Después de un retraso de 4 meses, una de las organizaciones que reside fuera de Ecuador finalmente publicó la historia. La FCD, en cambio, permaneció en silencio (al igual que el servicio del Parque Nacional Galápagos). La FCD se sintió intimidada y su forma de autocensurarse de manera efectiva fue simplemente no publicar nunca el comunicado de prensa.
El caso de Fernanda es solamente un ejemplo de muchos casos similares en Galápagos en los cuales se han censurado hechos, o un mensaje importante se ha suavizado o no se ha dado a conocer en absoluto. La FCD una vez tuvo que discutir con las autoridades sobre la descripción del pinzón de manglar como «especie en peligro crítico de extinción», que es la clasificación oficial de esta especie extremadamente rara en el registro de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero que se consideraba que sonaba alarmista. En este punto, después de mucho debate, la FCD finalmente siguió adelante y publicó la temida verdad.
La información científica y la opinión institucional de una organización no gubernamental sobre asuntos que son objeto de su trabajo nunca debería estar sometida a tales limitaciones y obstáculos. Con más razón en este caso particular, dado que cualquier cosa que suceda en las islas Galápagos es observada por el mundo. Después de todo, Galápagos es un lugar extraordinario.
En 1978, las islas Galápagos fueron declaradas patrimonio natural de la humanidad por la UNESCO. Y no cualquier patrimonio natural de la humanidad, sino el que tiene el número de registro 001, lo que significa que fue el primer patrimonio natural de la humanidad en ser reconocido oficialmente. De todos los patrimonios naturales de la humanidad, ¿hay alguno más icónico que Galápagos?
La «Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural» de 1972, ratificada por 191 países, es una de las convenciones internacionales más adoptadas. Ecuador firmó la convención, y ahora tiene cinco patrimonios naturales de la humanidad dentro de sus límites nacionales. Contar con el estado de patrimonio natural de la humanidad para Galápagos ha sido una gran ventaja para Ecuador. Ayuda a desarrollar el turismo, aumentar el apoyo internacional y crear conciencia.
Pero el estado de patrimonio natural de la humanidad tiene sus obligaciones. Ecuador debe informar regularmente a la UNESCO sobre el estado de conservación de Galápagos. Al haber estado dentro de la organización, pude ver la manera en que la información entregada a la UNESCO era «filtrada» por el Parque Nacional Galápagos. Esto es lo que en realidad sucede en muchos países con patrimonios naturales de la humanidad. No es totalmente sorprendente que, cuando se les pide que informen sobre sus esfuerzos en cuanto a la conservación, los países tiendan a describir un panorama que los favorece.
Esta, no obstante, es una de las muchas áreas en las que la influencia de una independiente, sólida y segura Fundación Charles Darwin aportaba equilibrio y es fundamental. En 2006, los informes de la FCD sobre asuntos de conservación se compartieron con la UNESCO. Estos contribuyeron a la revisión anual de la UNESCO sobre el estado de conservación del patrimonio natural de la humanidad, y eventualmente llevaron a la inscripción de Galápagos a la lista de patrimonios naturales de la humanidad «en peligro». La lista «en peligro» es un mecanismo de la convención diseñado para atraer apoyo adicional nacional e internacional para enfrentar los desafíos de conservación graves: no es un castigo, ¡es un llamado a la acción! El rol de la FCD en este proceso es, francamente, el que prácticamente cualquier persona del mundo preocupada por Galápagos desearía que la FCD tuviera. Esto también es verdad hoy. La UICN, en su Perspectiva de Patrimonio Mundial de 2014, resaltó su «preocupación significativa» por el bienestar de las Galápagos.
Durante los últimos meses, la lista de motivos para tener preocupaciones significativas sobre el futuro de las islas parece haber aumentado. Después de los cambios a la Ley Especial, las pesquerías de pepino de mar de Galápagos se abrieron nuevamente, lo que puso fin a una moratoria de cuatro años. Los pepinos de mar de Galápagos se clasificaron oficialmente como «en peligro» por la UICN y no deberían pescarse en absoluto. La FCD era la organización que todos esperaban que se hiciera oír, especialmente porque llevó a cabo la mayor parte de la investigación original sobre pepinos de mar en la década de 1990. Pero la organización permaneció en silencio.
Un científico fue citado en un artículo en Galápagos Digital: «Esto sería un golpe a un recurso que no debería ser explotado en sí mismo. Incluso después de cuatro años de prohibición, la pesquería no debería abrirse ni siquiera en otros 15 años.»
No es para nada sorprendente que este científico «haya querido permanecer en el anonimato». Los científicos de la FCD viven en un temor constante a las repercusiones por revelar verdades inconvenientes.
La presencia de una ONG dedicada e independiente marca una diferencia crítica en la conservación a largo plazo. Las Galápagos necesitan el compromiso a largo plazo de la comunidad internacional —a través de la convención sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural— para ayudar con financiamiento y experiencia. A su vez, la comunidad global quiere asegurarse de que los desafíos de conservación en este y en otros patrimonios naturales de la humanidad se reconozcan y se informe sobre ellos para que sus problemáticas pueden resolverse con eficacia. Al fin y al cabo, ¿por qué donar fondos para apoyar el trabajo en las islas si los resultados y las conclusiones no pueden discutirse, compartirse y publicarse libremente?
La FCD ahora es una organización que ha perdido la voluntad hasta de defenderse a sí misma contra el uso de su propio nombre de parte de unos pocos vendedores ambulantes que están falsificando sus productos. Este fue un asunto que la FCD, en su momento, no pudo seguir investigando por temor a las repercusiones políticas y por la opinión de la junta de la FCD de que las leyes no pueden hacerse cumplir en Ecuador. Seguramente la comunidad internacional desea una FCD con confianza en sí misma, que pueda defender lo que está bien. Aunque hay numerosas ONG con base fuera de Ecuador que presuntamente representan los intereses de Galápagos, ninguna de ellas simboliza más de cinco décadas de excelencia científica ni están tan íntimamente relacionadas con el destino de Galápagos que la Charles Darwin.
Es fácil subestimar mi punto de vista porque algunos me ven como un exempleado descontento. El 20 de mayo me despidieron de mi puesto como Director Ejecutivo por teléfono, justo antes de abordar un avión para encontrarme con filántropos billonarios de China que deseaban apoyar económicamente los esfuerzos de la FCD para proteger a las islas encantadas. No he vuelto a Galápagos desde entonces y solo tengo un conocimiento superficial de lo que ha sucedido a partir de ese momento.
Hoy la FCD está dirigida por la misma persona que, cuando era Director del Parque Nacional Galápagos, no deseaba que las noticias «alarmistas» sobre Fernanda se publicaran. Es posible que el nuevo Director Ejecutivo encuentre la manera de que la FCD funcione con menos restricciones. No obstante, de acuerdo con lo que experimenté en mi puesto en su momento, es necesario que haya más atención del mundo.
Nada de esto implica que el personal y los científicos de la estación científica Charles Darwin no continuarán realizando un trabajo increíblemente valioso. Ellos son los héroes olvidados de la conservación de Galápagos, trabajando en condiciones difíciles y logrando resultados importantes contra todo pronóstico.
Otros héroes olvidados son los muchos donantes de la FCD, que contribuyen con dinero de sus bolsillos para llenar los huecos en los que el financiamiento del gobierno no está disponible para enfrentar asuntos urgentes. Durante mi mandato, los directores del Parque acudieron a mi oficina para pedir ayuda con el financiamiento de diversos asuntos urgentes como la grava para el lugar para los visitantes del Parque, el equipo de campo para su personal y para costos de reparación de sus barcos de vigilancia. Es evidente que aún es necesario el apoyo financiero de la comunidad de donantes internacionales en Galápagos.
A pesar de todo eso, ¿tiene la Fundación Charles Darwin un rol vital en Galápagos? Por supuesto que sí. La conservación en Galápagos necesita que la ciencia la sustente.
¿Sus empleados contribuyen con su arduo trabajo incluso si las circunstancias están contra ellos? Sin dudas.
¿El mundo, incluido el público ecuatoriano, se da cuenta de la manera en que la naturaleza, el rol y las posibilidades de la FCD han cambiado en los últimos años? Eso sí lo dudo.
Imaginemos por un momento que la FCD no existiera y aún no se hubiera fundado. ¿La comunidad internacional respaldaría el establecimiento de una organización sin nada, solamente la confianza férrea de que puede funcionar en un ambiente que fomenta la discusión crítica y la publicación libre de los resultados científicos? La libertad de publicar información basada en evidencia y expresar opiniones basándose en investigación científica no debe ser limitada. De lo contrario, la FCD como organización pierde credibilidad y, junto con ella, la capacidad de recaudar los fondos necesarios para su supervivencia.
La oportunidad perfecta para clarificar estos y otros puntos se da durante el resto de este año. En febrero de 2016, se vence el contrato actual de la FCD para funcionar en Ecuador. Se extendió por última vez en 1991, y se extenderá automáticamente por cinco años si ninguna de las partes presenta una notificación. Esto último parece poco probable, ya que existe una necesidad real de actualizar el contrato existente, ya bastante antiguo.
Lo que está por verse es hacia dónde llevarán estas negociaciones los nuevos líderes de la FCD. El único registro público de la opinión de Arturo Izurieta, el Director Ejecutivo, en este aspecto es de finales de 2014. En su puesto anterior como Director del Parque Nacional Galápagos, hizo una declaración en una entrevista a un canal de radio local, en la cual reclamaba la transferencia gradual de la estación científica Charles Darwin al gobierno de Ecuador. La entrevista completa sigue disponible en este enlace en la que Izurieta dice:
“En esta exposición que yo hice relevé el trabajo de la fundación, la importancia, la relevancia que ha tenido pero también visualizar la fortaleza del Ecuador en asumir las responsabilidades hoy en día que estamos preparados para operar una estación científica del alto nivel sin que necesariamente la fundación tenga que salir de paso, sin que deje de existir como fundación, canalizando fondos, ideas de investigación, siendo de un proceso innovador”.
El rol que la junta de la Fundación imagina para la organización, y el futuro que su Asamblea General (como la máxima autoridad de la FCD) y el gobierno de Ecuador (como anfitriona del brazo operativo de la FCD) ven para ella, actualmente siguen siendo un misterio para el público. Tampoco se sabe si esta Junta y esta Asamblea General están preparadas para tomar una actitud correcta en cuanto a los asuntos relacionados con la censura que señalé tan críticamente y sobre la que estoy hablando como persona que ya no está relacionada con la organización.
Precisamente ahora, parece que todas las partes involucradas tienen una oportunidad maravillosa de clarificar el rol que la FCD debería ocupar o no, y los propósitos para los cuales los donantes realmente están proveyendo de dinero. Es una aclaración que el mundo está esperando con ansias.
Si la Fundación se atreve a decir lo que piensa, será una oportunidad única de establecer necesidades, inquietudes y preguntas.
Ecuador, a su vez, tiene la posibilidad de reconocer y aceptar las contribuciones que han ayudado a convertir a Galápagos en la historia de éxito que es. Todo esto en los momentos previos al aniversario 40.° de la inscripción de Galápagos como el primer patrimonio natural de la humanidad, un hito que se celebrará en septiembre de 2018. Antes del aniversario, los ojos del mundo estarán aún más puestos en Galápagos.
Después de mis cuatro años en el mundo caótico, tumultuoso y politizado de la FCD y de Galápagos, y a pesar de estas observaciones y recomendaciones críticas que se basan en los hechos que recopilé hasta mayo de 2015, aún tengo confianza en que, al final, tanto Ecuador como la FCD abordarán con éxito estos asuntos. Como siempre lo han hecho durante los más de cincuenta años de colaboración.
Parece que la Fundación Charles Darwin se ha olvidado de su principal objetivo