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Antes de su momento final, de su hora definitiva, el actor Christopher Lee experimentó muchos tipos de muertes. Como Frankenstein, se consumió de forma agónica en el fuego; como Drácula, se derritió dolorosamente, igual que cualquier otro vampiro, frente a una cruz; como Rasputín, murió defenestrado; como Francisco Scaramanga, el antagonista en una de las películas de la saga de James Bond, murió de un disparo en el corazón; como Saruman en Lord of The Rings, cayó de una torre y no hubo poder oscuro que lo rescate; en Star Wars, como el Conde Dooku, Anakin Skywalker le cortó la cabeza. De ninguno de estos performances, los más importantes de su carrera, salió vivo. De esa habitación del hospital de Londres ese 7 de junio, tampoco. Tenía 93 años, y un paro respiratorio dictó la toma final, el fade out. Cada una de estas interpretaciones, a las que él se refirió de forma sombría y poética como “un arrecife de coral formado por minúsculos cadáveres” alimentaron su necesidad de trascender. Y lo logró, pero no solamente por su trayectoria como actor. En su extensa carrera hay más que villanos del cine. En su historia hay también eventos inesperados: alcanzó algunos records mundiales, logró condecoraciones y además, grabó varios discos de heavy metal.

Una mirada a la vida del actor Christopher Lee

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Una mirada a la vida del actor Christopher Lee