En sánscrito “Jyoti” significa encender, dar luz. El domingo 16 de diciembre del 2012, Jyoti había vuelto a casa de sus padres en el suburbio de Dwarka, en India, y estaba feliz: había terminado sus exámenes de universidad. Todas esas madrugadas trabajando como operadora de call center, las escasas horas de sueño y las largas jornadas de estudio al fin tendrían sentido, porque pronto sería doctora. “Una chica puede hacer lo que quiera”, le había dicho años atrás a su padre, cuando lo convenció de utilizar los ahorros destinados a su futura boda para pagar su colegiatura. En India, las bodas tradicionales son una fiesta prolongada -y costosa- que duran siete días. Jyoti era diferente a las demás chicas de India, que quieren casarse y tener hijos. Sus padres lo sabían y sus amigos también. Ella, la luz de su casa, se convirtió en una de las mujeres que ilustran una escalofriante estadística en la que ni su familia ni sus amigos esperaban encontrarla: fue víctima de violación sexual. En India, cada veinte minutos se comete este abuso.
La historia de Jyoti Singh Pandey, una universitaria de veintitrés años, está narrada en “India´s Daughter”, el documental de la guionista, directora y productora británica, Leslee Udwin. El filme cuenta cómo Jyoti murió luego de casi dos semanas de agonía a causa de las severas heridas internas que le dejaron las agresiones que sufrió esa noche de diciembre. El trabajo audiovisual de esta cineasta, ganadora del BAFTA -el Oscar inglés- en 1999, más que una joya cinematográfica donde se lucen los movimientos de cámara y los textos ingeniosos, es una pieza periodística contundente. Está en formato de reportaje extendido en el que revela una comprometida investigación y un análisis sobre lo que ocurrió en India con este caso a nivel social y cultural.
La historia comenzó así: Jyoti salió al cine con un amigo y al regresar tomaron un autobús en el que viajaban los seis hombres que la atacaron. Todos la violaron por turnos con un objeto similar a una barra metálica mientras el carro daba vueltas por Nueva Delhi. Jyoti quedó rota y ensangrentada, al borde de la muerte. Las agresiones sexuales en ese país suelen ser brutales y es común encontrar noticias similares al caso de Jyoti, como el de una mujer de 31 años que iba a recoger a su hijo a la escuela cuando cuatro hombres la violaron en el camino y le sacaron los ojos. La violencia en ese país, muchas veces, es auspiciada por la familia: una joven llamada Pratibha recibió golpes con ladrillos y luego fue estrangulada por su padre y su hermano como castigo por mantener una relación prohibida. Tenía apenas diecinueve años.
Las alarmantes estadísticas de violencia contra la mujer combinadas con las protestas que generaron la violación y muerte de Jyoti, fueron las principales motivaciones de la documentalista. Udwin denominó a estos eventos como “una primavera árabe para la igualdad de género”. En diferentes ciudades de India, cientos de hombres y mujeres se volcaron a las calles con carteles y gritos en contra de los abusos, sin importar la represión policial y las bombas lacrimógenas. Eso la inspiró y le dio el empuje necesario para dejar a su familia por dos años y sumergirse en la historia de Jyoti.
Este trabajo audiovisual se estrenó la semana pasada en diferentes países por la BBC Four a propósito del Día Internacional de la Mujer. El gobierno de India lo censuró y los Ministros del Interior y de Telecomunicaciones de ese país pidieron que se investigara si el contenido del documental violaba sus leyes. Otras autoridades expresaron su temor de que los testimonios -sobre todo el del conductor del bus donde se produjo la violación- que presenta este video causen algún “desorden público”. Udwin calificó a esta censura como un “suicidio internacional”.
«Una mujer decente no anda en la calle en la noche. Las tareas del hogar es lo que deben hacer las chicas, no ir por las discotecas vistiendo ropa equivocada. Una mujer es mucho más responsable de la violación que un hombre». El autor de esta primitiva e insensible frase es Mukesh, el chofer del vehículo y quien, al igual que tres de sus amigos, está condenado a la horca. En India, la violación sexual se castiga con la muerte. Es la entrevista más controversial dentro de “India´s Daughter”. Estas declaraciones y también las de los abogados de los violadores, revelan aspectos preocupantes sobre lo que debe ser la mujer en esa sociedad: sumisa, sin aspiraciones profesionales. Jyoti y la fuerza de todos sus anhelos, no podían estar más lejos de ese papel. Ella no era una chica común: su sueño era construir un hospital en el pueblo de su familia.
Sin siquiera imaginarlo, Jyoti logró avivar la lucha por los derechos de las mujeres en su país. Su padre se refirió a su muerte como una antorcha destinada a aplacar la oscuridad del mundo. Jyoti, su historia y su nombre estuvieron siempre llamados a iluminar y trascender.
Una reseña del documental India´s Daughter