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Un día antes de que renunciara irrevocablemente, Mariana Andrade se había reunido con el alcalde Mauricio Rodas para discutir la reestructuración del presupuesto de la SECU –como bautizó Andrade a la Secretaría de Cultura de la que estuvo a cargo desde mayo de 2014–. La idea era que, a partir de 2015, las fundaciones Teatro Sucre y Museos de la Ciudad (destinatarias del 50% del presupuesto asignado a la Secretaría) dejaran de recibir un porcentaje de esos fondos, y redistribuirlos entre otras instituciones con menos recursos. En esa reunión, el alcalde dijo que no se podía. O más bien, que no se podía enseguida, según. Chia Patiño, directora ejecutiva de la Fundación Teatro Sucre desde 2009. Patiño, pianista y compositora que alguna vez trabajó con Renée Fleming y Plácido Domingo, cuenta que el Alcalde pidió que la Secretaría y las fundaciones se pusieran de acuerdo para alcanzar poco a poco esa redistribución. Para Patiño, la historia de la renuncia de Andrade “no fue tan drástica”, como contó Miguel Alvear, director de Creatividad, Memoria y Patrimonio de Quito durante los ocho meses que Andrade dirigió la SECU.

Mariana Andrade renunció en enero a la Secretaría de Cultura de Quito. La razón  –según Miguel Alvear, ex director de Creatividad, Memoria y Patrimonio– es que el alcalde Mauricio Rodas no aceptó una redistribución del presupuesto de las fundaciones…

Lo que pasó es que el Alcalde dio la directriz de sentarnos a dialogar para encontrar una manera de trabajar sobre el modelo que proponía la Secretaría. Y nosotros pedimos tiempo para poder desarrollar ese modelo. Ese nuevo presupuesto a la Fundación Teatro Sucre (FTS) le recortaba cerca de un millón de dólares. A la Fundación Museos de la Ciudad (FMC), dos millones. No podía ser simplemente una decisión ejecutiva de Mariana, porque nos lo comunicaron en noviembre 2014, y de noviembre a enero no se pueden gestionar tres millones de dólares. Si se quiere hacer recortes, es necesario dialogar. Y eso no hubo. Fue entonces que Mariana puso su renuncia.

Alvear decía que era una distribución desequilibrada, que hay instituciones que administra la Secretaría de Cultura sin recursos suficientes, mientras que las fundaciones tienen asignado el 50% del presupuesto de la Secretaría de Cultura, que en total es de 22,5 millones de dólares.

Error. Eso es circunstancial. La Secretaría de Cultura en su momento tuvo un presupuesto de cinco millones o seis millones de dólares, porque su función es hacer políticas culturales y no ser una entidad ejecutora. Esas son las fundaciones, cuyo trabajo es hacer eventos. En 2009, cuando yo entré, el presupuesto de la Fundación venía de varias fuentes. Por ejemplo, cierto porcentaje era de la administración general, otro del Instituto Metropolitano de Patrimonio: la financiación estaba absolutamente diversificada. Distintos dineros entraban de distintos sitios, y a eso se le sumaba la autogestión. En la alcaldía de Augusto Barrera, se tomó la decisión de centralizar ese presupuesto, para agilizar el trabajo de las fundaciones. Los fondos que recibíamos no eran precisamente la mitad del presupuesto de la Secretaría. Es dinero que ya le pertenecía a las fundaciones.

¿Cuál es el presupuesto de la Fundación Teatro Sucre?

Son $ 4’736.796, que provienen del Municipio. Eso, sumado a lo que conseguimos en autogestión (que era lo que sugería Mariana). En 2014, levantamos medio millón de dólares en autogestión. Nuestro compromiso en 2015 es llegar a $ 1’150.000. Pero el dinero gestionado es algo que puede entrar como puede no entrar.

El recorte que propuso Andrade para la Fundación Teatro Sucre, un millón de dólares, era alrededor del 20% ¿No podía funcionar la fundación con el 80% restante?

La fundación tiene gastos. Tenemos siete espacios: Teatro Sucre, Teatro Variedades, Teatro México, Centro Cultural Mamá Cuchara, Casa de la Fundación, Plaza del Teatro y Café del Teatro. Además, tenemos ocho elencos musicales: Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, el ensamble de guitarras, la Orquesta de Instrumentos Andinos, el Coro Mixto Ciudad de Quito, la Escuela Lírica, el Coro Juvenil, el Coro Infantil y el grupo Yavirac. Ahora estamos creando un nuevo grupo de voces mestizas. Todas esas personas requieren sueldos. También está la parte administrativa: el pago de la luz, el agua, el mantenimiento del equipo técnico, el sonido, los cables, el video. La gestión de la fundación tiene un costo. Y no puedo dejar de pagar salarios. Entonces, el corte de Mariana iba a afectar a la producción. Con un millón menos, me quedaban apenas $400.000 para producción. ¿Cómo gestiono con ese presupuesto todos los espacios y elencos que tengo en un año? La Secretaría invirtió más de medio millón de dólares en un evento, que es el Verano de las Artes de Quito (VAQ). Y no le quito mérito porque Quito lo gozó mucho. Pero el presupuesto de un solo evento está por encima de lo que nos iba a quedar a nosotros para gestionar todo el año. Habría tenido que cerrar los conciertos didácticos, cancelar el proyecto Sucre para Niños, Sucre Viajero y varios festivales. No podíamos cerrar el Festival de Jazz y el de Música Sacra. Pero el resto, el Encuentro de Danza, el Festi Mundo, la Bienal de Guitarras, las producciones propias, se quedaban desfinanciadas.

¿No era posible cubrir el presupuesto de 2015 con autogestión?

Si intentas gestionar en noviembre, lo que vas a encontrar es gente que te pide que regreses el año siguiente, porque en noviembre toda institución ya tiene decidido cómo usar el dinero del próximo año. Las posibilidades de conseguir un millón de autogestión de noviembre a enero, siendo realistas, son cero. Si elaborábamos la programación de un año sin dinero para producción, la fundación cerraba. Alrededor de abril ya no había presupuesto para hacer nada.

Mariana Andrade propuso redistribuir los fondos porque había una especie de desequilibrio: Otras instituciones reguladas por la Secretaría de Cultura no tenían suficiente presupuesto. Usted me dice que podrían haber cargado con esa financiación desde 2016.

En principio, hay muchas maneras. Desde que yo entré a la Fundación, cada año nos han recortado presupuesto. Y a pesar de los recortes, cada año gestionamos más. Incluso hemos levantado autogestión que no está cuantificada. Una vez la Embajada de China nos pagó noventa pasajes a China. Esos pasajes cuestan unos $3.000. Son $270.000 que no están en fijo, y nos han dicho que no es autogestión. Bueno, pero yo ahorré casi $300.000 en pasajes. Más dinero no necesariamente se traduce en mejores condiciones.

Entonces, ¿en lo que no pudieron ponerse de acuerdo fue en los tiempos?

Para ponerse de acuerdo, hay que sentarse a dialogar. Y realmente nosotros como fundación nunca tuvimos una invitación ni siquiera para entender los presupuestos desde la perspectiva de la Secretaría de Cultura. Pero, además, Mariana nunca presentó el Plan Operativo Anual. Los rubros de la Secretaría no fueron desglosados. Dos millones de dólares estaban asignados a un rubro llamado “Gestión Cultural Metropolitana de Cultura”. Y me decían que ahí iba a tener dinero para hacer Sucre Viajero. Si igual voy a tener el dinero, entonces ¿por qué me lo están quitando? ¿Cuál es la diferencia? Es una triangulación que solo sirve para perder velocidad. Y después resultó que con ese valor se iban a cubrir los salarios del Parque Urbano Qmandá. Si yo no logro tener una idea clara de que los proyectos de la fundación, que son para la ciudad, están salvaguardados, entonces mi trabajo es pedir explicaciones. Y yo desconozco el Plan Operativo Anual de la Secretaría de Cultura para 2015.

Antes de que llegara la notificación del recorte, ¿nunca tocaron el punto con la Secretaría de Cultura?

La Fundación Teatro, no. La Fundación Museos, no sé, aunque María Fernanda Cartagena era parte del equipo de Mariana. A mí nunca me llegó una notificación de la Secretaría de Cultura. Primero ni una invitación para sentarnos a conversar. En noviembre nos llegó la notificación de la Secretaría de Planificación, donde simplemente nos informaron del nuevo techo presupuestario. Con un recorte de $947.000 dólares… en noviembre. Sin haber dialogado.

Y luego de esa notificación, ¿cómo fueron las conversaciones?

Tuvimos varias reuniones a nivel municipal. Yo planteé un Plan Operativo Anual con ese recorte. Y no se aprobó a nivel de directorio. Así que peleé por el presupuesto original, porque el Plan Operativo Anual con recorte nos quitaba la facultad ejecutora. Básicamente, es matar la razón de ser de la fundación. Y si ha funcionado bien por años, ¿cuál es la necesidad de afectar eso en lugar de dedicarse a todo aquello que no funciona? El alcalde también dijo que no se podía tomar una decisión tan drástica, que dañaba a las instituciones que sí están funcionando. No eran cortes sutiles. Las estaban matando. Yo les dije que si esas iban a ser las reglas del juego, que me lo dijeran en ese momento y que en 2016 levantaba esa autogestión. Y lo estamos haciendo. El año pasado conseguimos $500.000 y este año tenemos la meta de alcanzar el millón. Estamos trabajando en eso. Pero son cosas que necesitan transición y tiempo. Hay que hacerlo de manera ordenada, y no por una orden que no estaba fundamentada.

Alvear dijo que en Quito hay tres políticas culturales. Que una era de la Secretaría, otra de la Fundación Teatro Sucre y otra de la Fundación Museos de la Ciudad.

Nunca ha sido así. Si ves la ejecución de la Fundación Museos y la Fundación Teatro, en el periodo anterior estaban aliadas con el alcalde Barrera. Nosotros no tenemos libertad de tener una política propia. Por más que sean fundaciones, se trata de instituciones municipales. Los lineamientos los traza la Secretaría de Cultura con la aprobación del alcalde, y así se ejecutan los presupuestos. Es dinero que se usa 100% como si fuese dinero público. Nosotros no tenemos libertad de hacer lo que nos dé la gana. Las fundaciones están alineadas a la Secretaría de Cultura. Y la Secretaría, en cambio, está alineada a la visión del Alcalde. Ahora, como directora de la Fundación Teatro Sucre, nunca he recibido lineamientos de la Secretaría de Cultura.

Pero si nunca recibieron lineamientos, ¿quién define las políticas?

Los lineamientos no fueron nuestros. Por ejemplo, tengo un proyecto que se llama Educación y Formación de Nuevos Públicos, otro que se llama Temporada Anual de Teatros, y un tercero que es Participación Artística y Desarrollo de la Creación. Pero no los hicimos nosotros. Son lineamientos que salieron de la Secretaría anterior. Y nosotros trabajamos para enriquecerlos. Por ejemplo, para el alcalde Barrera era importantísima la democratización de los espacios. Con eso desarrollamos Escenario Joven, Sucre para Niños. Yo fui clara al pedirle a Mariana los lineamientos para decidir cómo alterar mi programación, para estar alineada. Y al no haber nuevos lineamientos, mantuvimos los planes. Y no tuve una respuesta aterrizada, simplemente me recortaron un millón de dólares. Entonces, ¿cómo funciona?

¿Diría entonces que el problema fue de comunicación?

Pensaría que sí. Pero también es por la inhabilidad de sentarse a dialogar. Decir que había tres políticas… ¿Cuáles son esas tres políticas? Las líneas de acción de la Fundación Teatro Sucre fueron dictadas por una Secretaría de Cultura. Con todos los otros secretarios nos sentamos a conversar para ver cómo trabajar. Al fin y al cabo, ellos nos marcaban los objetivos. Pero con la nueva Secretaría, a veces me enteraba de reuniones a las que no había sido convocada. Y después decían que la Fundación no se había aliado. Yo no tengo derecho a decidir que no voy a una reunión si me convocan. Cuando hicieron la consultaría para reestructurar a la Secretaría, a la Fundación Teatro Sucre la invitaron una sola vez, para entregar los resultados y ahí ya estaba incluido el recorte. Si me hubieran preguntado, de entrada habría dicho que algo tan violento no iba a funcionar. Y esa fue la directriz del alcalde Rodas. Porque tampoco fue tan drástico como dice Miguel. El alcalde fue clarísimo: Dijo que nos sentemos a conversar y que hagamos los recortes de manera paulatina. Entonces, si la directriz del alcalde es dialogar, y Mariana renuncia al siguiente día, está diciendo que se niega a dialogar.

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¿Qué pasaba entre la SECU y las fundaciones municipales quiteñas?