Hace cuatro años recibimos una llamada en la madrugada, en la que nos informaban que al hermano de mi madre, el general Jorge Gabela Bueno, le habían disparado en la sala de estar de su casa; atentado que le costó la vida, después de diez días de agonía. Jorge Gabela fue baleado poco tiempo después de haber sido amenazado y perseguido por su oposición a la compra de helicópteros Dhruv, que la FAE había adquirido dos años antes a la empresa Hindustan Aeronautics Limited (HAL) de la India, por 45 millones de dólares. Hasta finales de enero 2015, cuatro de los siete Dhruv han caído, matando a tres personas y dejando a varias otras heridas. Dada la coyuntura, es sensato refrescar la memoria sobre el caso Gabela –tan relacionado con la compra de esas aeronaves–. Insistir en que se den respuestas a las innumerables incógnitas que aún siguen abiertas es impostergable.

Como el piloto que fue, Jorge Gabela  estuvo siempre volando alto. Sus alcances superaron a una sociedad que en su gran mayoría teme cuestionar a las posiciones de poder por las posibles repercusiones. Durante el tiempo que comandó la FAE, Gabela tuvo serios cuestionamientos sobre la seguridad de los Dhruv. Sus cuestionamientos no parecen haber estado alejados de la verdad: de acuerdo a una investigación realizada por el diario The Guardian, en el 2006 la Fuerza Aérea India retiró de operaciones a toda la flota Dhruv por problemas recurrentes con el diseño del rotor de cola. A pesar de estos indicios, en el 2008 Ecuador realizó la millonaria compra de los mismos.

Gabela tuvo tal  convencimiento sobre el peligro que representaban estos helicópteros, que se opuso públicamente a su adquisición. El 3 de febrero del 2010 se presentó ante la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional, para hablar sobre el proceso de adquisición de los helicópteros Dhruv y ahí manifestó que mientras estuvo en el cargo fue “perseguido” por no dar paso a su compra. Su inamovible postura frente al tema, le costó que las amenazas se intensifiquen. Rodrigo Bohórquez (El general al mando de la FAE cuando se realizó la compra de los Dhruv), luego de haber terminado la sesión de la Comisión de Fiscalización, le dijo a Gabela: «Ya vas a ver lo que te pasa grandísimo hijo de…».

Como familiar de Jorge Gabela, pero también como ciudadana, pregunto: ¿Por qué esperaron que hayan tantos helicópteros caídos para dejar de realizar operaciones? ¿A nombre de qué pusieron en peligro vidas humanas? ¿Se investigó a fondo la denuncia de Gabela? El tiempo parece haberle dado la razón.

Podría ser que a alguien no le resultaba conveniente que Gabela siguiera investigando. Su muerte fue síntoma de los tejidos putrefactos de redes perversas que saldan sus cuentas con sicarios. Patricia Ochoa, viuda de Gabela, presentó amplia documentación para probar la persecución que sufrió su esposo. Dada la gravedad de la información recolectada, el 3 de octubre del 2012, el presidente Rafael Correa creó el comité interinstitucional mediante el  Decreto Ejecutivo No 1317 para investigar a fondo las aristas de este complejo caso.

Más de dos años después, las conclusiones obtenidas por dicho comité aún no se han hecho públicas. Lo que llama la atención, es que desde noviembre del 2013, el comité ya recibió el informe final realizado por una consultora pericial forense brasileña. Es decir, hace un año y un mes, los resultados finales de la investigación están listos y, sin embargo, hasta el día de hoy, no se han entregado ¿Por qué tanto secretismo? El hecho de que la familia de Gabela no haya recibido con la urgencia que se requería, denota que dentro de la esfera política existen complicaciones.

El estruendoso silencio del oficialismo sobre los Dhruv y el asesinato de Gabela resulta bastante elocuente. Son cuatro años en los que se ha notado la tibia atención que se le ha prestado al caso. Esclarecer los evidentes vacíos en la investigación, no parece haber estado dentro de su agenda. Se necesitan respuestas; la incertidumbre de todo un país sobre este crítico tema, se ha vuelto insostenible.

El asesinato de Jorge Gabela sucedió en tiempos de un sistema jurídico disfuncional y de un gobierno desconectado con nuestro duelo. Su ausencia nos aflige inconsolablemente, pero nos une su legado, y apegados a su ejemplo, es que reafirmamos nuestra opción de seguir buscando la verdad como el más consecuente homenaje.