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En la cocina de una casa de luz tenue, una actriz –como metáfora de la interiorización- corta las capas de una col con una tijera de costurera. Mientras tanto, un cuerpo olvidado por la luz y el sonido se retuerce en un patio de cemento. A partir de esta escena confusa pero seductora, comienza el trayecto por el universo performático de la psiquis de una mujer a quien su obsesión y deseo erótico la llevan por un camino mortal.

La obra ‘Esas Putas Asesinas’ de los colectivos Moujou y Mitómana Artes Escénicas toca las puertas de los cuartos más escondidos y los rincones más profundos de la mente. Los sonidos ambientales de la obra penetran los huesos y el cambio de luz pone en crisis a las pupilas que no tienen tiempo para adaptarse.

Este montaje se aleja de las obras de teatro tradicionales e involucra a la audiencia. Con la guía de dos voces femeninas, el público ocupa los corredores de paredes cubiertas con planos arquitectónicos y los dormitorios habitados por obsesiones y espejos que delatan soledad en cada reflejo. Se trata de una obra de teatro que con una fusión de poetas, escritores, músicos, pintores y dramaturgos cuentan la historia pasional de Roberto Bolaño en su cuento Putas Asesinas.

 

Los personajes

 

Josefina Viteri lleva puesto un vestido blanco con celeste de vuelos y encajes mientras que María Dolores Ortiz usa un vestido amarillo con pequeñas llaves cocidas a ciertas partes del atuendo. David Frank tiene el torso desnudo con un pantalón gris oscuro. Cada uno, habitando las pieles de sus personajes, se mueve dentro de su vestuario con naturalidad. Viteri y Ortiz se juntan para representar a una mujer y Frank representa a su amante cautivo.

Las dos actrices narran en coro la historia de una mujer que se obsesiona con Max,  un hombre que ha visto en la televisión. A partir de esto, ella lo busca, lo trae a su casa, lo seduce y lo mata. Su cuerpo y sus gestos nos llevan más allá del diálogo. Sobre todo al joven, quien sin decir nada, demuestra desesperación, angustia, deseo, y desprecio ante esta mujer dividida en dos voces.

Gabriela Ponce, directora de la obra, explica que una de ellas se mantiene en la cotidianidad, mientras que la otra vive en la ficción. De algún modo, ambas muestran la pluralidad de voces que puede tener una mujer en su interior.

La casa

La casa donde se desarrolla la obra fue adaptada por los colectivos Moujou y Mitómana Artes Escénicas. Pamela Jijón, productora de la obra, cuenta que la casa fue como una aparición, con sus objetos intactos desde hace una década, con el papel tapiz de los setenta. Dice que quedaron atrapados en su fuerza. Durante tres meses los integrantes de los colectivos se encargaron de limpiar este espacio. En el proceso se encontraron con cientos de objetos que poco a poco se hicieron parte de la obra. Así, la escenografía fue tomando forma con esos objetos que parecían órganos intrínsecos de la vivienda.

Ponce recuerda que en algún momento se dieron cuenta de que la construcción tenía su propia historia que contar, se había transformado en un personaje, y la dejaron  hablar. Para ellas fue arriesgado pero a la vez divertido el poder usar toda la casa para recrear el universo del personaje y la atmósfera que propone Bolaño.

Aquí la frontera entre público y actores se rompe y sus limitaciones se diluyen en el libre acceso a los cuartos. Así el público puede decidir: seguir a las actrices durante el relato o tomar su propio camino.

El sonido

El trabajo de audio que acompaña a la obra es absorbente e invasivo, como si una decena de voces silenciadas quisieran comunicarse por encima de los personajes. Ellos envuelven la historia y a través de las atmósferas de la casa, cuentan su versión y  vienen de adentro, son parte de la casa y, por lo tanto, de la obra.

Cada cuarto sugiere un estado particular del personaje. Así, uno representa la intimidad, otro sus obsesiones infantiles y un tercero sus ilusiones amorosas. Sin embargo, no todos los elementos están a la vista. El público deberá agacharse para encontrar una especie de castillo iluminado debajo de una cama, inclinarse dentro de los armarios para hallar figuras de porcelana, y fisgonear dentro de los cajones para encontrar los secretos de esta mujer.

Uno de los elementos más importantes son los espejos ubicados alrededor de la casa. David Intriago, uno de los responsables del arte de la obra comenta que estos permiten redireccionar las acciones para que los espectadores puedan ver la obra desde distintos lugares y juegan un poco el cuerpo reflejado, con la soledad y el abandono de la mujer.

Las piernas de muñecas sueltas dentro de jaulas colgadas del techo, siete televisores que transmiten una imagen a la vez: todos estos elementos crean el universo de ‘Esas Putas Asesinas’. El olor a leña que queda impregnado en la ropa al finalizar la obra permite que el espectador se lleve un sentimiento, una idea materializada a través del olfato: la nostalgia del deseo.

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Funciones:

Fechas: 22, 23, 24, 29, 30, 31 de enero del 2015

Dirección: Italia N31-101 y Vancouver

Donación sugerida: $8 

Bajada

“Esas putas asesinas” es un recorrido por la psiquis de una mujer obsesionada.