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¿Se puede tener paciencia en un equipo grande?

Aunque la derrota contra Universidad Católica acabó con las posibilidades de Liga de Quito de llegar a la final del campeonato ecuatoriano 2014, el tiempo le dará la razón al ex campeón de América. A principios de año, su dirigencia se decidió por un proyecto donde destacan los jugadores jóvenes. Sin hacer mucho ruido, el equipo peleó los primeros puestos, convirtiéndose en uno de los cuatro protagonistas de un torneo de final apasionante: hasta la penúltima fecha, tres equipos –incluida Liga– pugnaban ganarse el derecho a jugar la final contra Emelec –que luchaba porque no hubiese final–. El argentino Luis Zubeldía, técnico de la escuadra de Casa Blanca, no entrena al equipo, lo trabaja. Zubeldía inyecta convicción a sus jugadores en los trabajos semanales. Y el resultado es visible: sus hombres saltan a la cancha resueltos, algo que no se logra sólo hablando en la charla técnica. Saben qué deben hacer en el campo y se tienen confianza. Es un equipo donde los juveniles son capaces de hacer la diferencia. Son futbolistas que han entendido que se pueden equivocar, pero nunca bajar los brazos.

La motivación de los juveniles ha convertido a Liga en un equipo vertical. Los albos están en constante movilidad, siempre buscan romper con uno o dos toques las líneas defensivas del rival. Con solo dieciséis años, Hansel Batalla es una variante por las bandas que explota sus virtudes con una velocidad asombrosa. José Cevallos –que tiene apenas diecinueve años– volvió de Europa con temple y madurez. A ellos se suman otros nombres como Luis Cangá, Alfredo Intriago o Diego Hurtado. En un partido de Liga, es posible ver a cuatro jugadores sub 20 sobre el césped. Ellos asumen roles importantes, apoyados en referentes como Enrique Vera o Norberto Araujo. Los albos no tienen mucha pausa en mitad de cancha, pero entienden que cuando no tienen el balón, todos son responsables de recuperarlo.

Liga de Quito 2-0 Independiente del Valle. Gol de Hansel Batalla, uno de los juveniles de Liga.

El fútbol es un deporte que no entiende de esperas. Más, en un equipo del prestigio de Liga. Si a eso se suman los inconvenientes políticos que ha tenido con la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), y la necesidad de rebajar los salarios de un plantel muy caro para el medio local, la conclusión es clara: Quienes dirigen al barco blanco, supieron sacarlo de una difícil tormenta: el recambio. La enfrentaron, sin miedo a la transición.

La realidad de Liga promete. El 2014 está perdido, pero el año que viene será un equipo consolidado, gracias al roce en primera división y las responsabilidades que el técnico le dio a los juveniles. Liga apostó este año por un ejercicio que no es normal en nuestro medio: Aprovechar la cantera. En países como Brasil, Argentina y Uruguay, los jóvenes nutren a clubes que los alinean sin que una normativa se los exija. En su equipo principal, Liga de Quito tiene al menos siete jugadores que surgieron en sus formativas.

Zubeldía le dio forma al proyecto. Él es el responsable de este presente alentador. Si no hubiese estado manchado por los problemas de temperamento contra los árbitros o desafortunadas declaraciones a la prensa, la opinión publica estaría rendida a sus pies. La prensa nacional no tiene paciencia para el temperamental entrenador. Lo tacha de problemático, y elucubra sin mucho sustento cuando no pasa por un buen momento. Especula sobre su salida, dice que buscó ser suspendido –la Comisión de Disciplina de la FEF e ha prohibido dirigir por seis meses en el Ecuador, por agredir a un árbitro– para irse a dirigir a otro país.

Es difícil creerlo. Zubeldía tomó al equipo en 2013 en medio de una crisis profunda que llevó al club a nutrirse de sus juveniles. La labor del cuerpo técnico da un saldo positivo a fin del 2014. Pero el periodo de adaptación acaba de terminar. En 2015 no bastará con una buena campaña. Liga necesita volver a disputar torneos internacionales al nivel que tuvo hasta hace tres años. De ahora en adelante, la historia de la camiseta obliga a ir por mucho más, pero dependerá mucho de las nuevas decisiones, y de quién continuará con este ambicioso proyecto de convicción y respuesta.