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Luis Chiriboga evitó el paro de los jugadores, pero ¿hasta cuándo durará la paz en el fútbol ecuatoriano?

Cuando se reanudó el campeonato de fútbol del Ecuador, después de que nuestra selección fuera eliminada del Mundial de Brasil, los jugadores saltaron a la cancha con unas pancartas. Pequeñas, grandes, de impresión profesional o artesanal, avisaban al mundo que no se estaban respetando sus derechos ni los reglamentos.  El momento que el gremio de futbolistas del país esperaba, había llegado. Era el anuncio de una medida inédita: Se venía el paro de jugadores.

El fútbol ecuatoriano está cambiando. Luego de casi dieciséis años de una línea constante y con pocos sobresaltos en el manejo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), parecía que se esperaba cualquier traspié, como el del fracaso mundialista, para volcar todas las quejas, dudas y reclamos hacia la federación que lidera Luis Chiriboga. Los primeros en hacerse sentir fueron los aficionados. Ya antes de que sonara el silbato final para nuestro último partido, las tendencias marcaban un importante inclinación que se resumía en #LárgateChiriboga y #LárgateRueda, etiquetas que ya habían sido utilizadas antes, pero no con la fuerza que cobraron en ese momento.

La prensa se dividió en cuatro grupos: Los que no encontraban razones para hablar de fracaso, los que preferían callar, los que cuestionaban la actuación deportiva y los que parecían tener guardado algo desde hace mucho tiempo. Es así que en los medios podíamos encontrar argumentos que iban desde Fuimos la mejor selección de las eliminadas, hasta quienes aseguraban que en el fracaso se escondían graves disputas dentro de la “familia”.

Realmente, alrededor de la Federación y el Mundial, la prensa estaba dividida –aunque nadie quiera admitirlo– en:

Los que viajaron y los que no viajaron.

Los que fueron por su cuenta y los que estuvieron “cerca” de la delegación oficial.

Los que tenían derechos de transmisión y los que no los tenían.

Los que hablaban y los que callaban.

Mientras los coros populares gritaban la salida de entrenador y presidente, este último anunciaba su deseo de que Rueda continúe para iniciar el proceso Rusia 2018, y la prensa demandaba explicaciones. Chiriboga y Rueda decidieron quedarse en Brasil a disfrutar del resto del Mundial, esperando que bajaran las aguas. Cuando casi todos nos dábamos contra las paredes por la triste y poco digna eliminación en la fase de grupos, el presidente y el entrenador nos pintaban razones para sentirnos “orgullosos” de la lucha en la cancha. “Peleamos hasta el final ante Francia”, dijeron. “Selecciones con menos puntos que nosotros clasificaron”, dijeron.

Su propuesta de “borra y va de nuevo” se convirtió en el inicio de una era de turbulencias.

En medio de todo el escándalo mediático, aparecieron los que nunca habían hablado antes: Los jugadores. Unas desatinadas e inoportunas declaraciones del presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol encendieron la mecha. Las pancartas mostraban la preocupación de los jugadores profesionales en el Ecuador por el generalizado retraso en el pago de sus sueldos, así como en la complicidad de la Federación al no hacer cumplir los reglamentos que establecen, desde pérdida de puntos hasta suspensión de partidos  en caso de incumplimientos de los clubes, permitiendo la impunidad en este caso. Luis Chiriboga les respondió diciendo “Hay una gran exageración con esas pancartas, argumentando que “Solo Barcelona y Deportivo Quito están atrasados, pero tienen hasta el martes para ponerse al día”. Craso error.

La firmeza de los jugadores liderados por Edwin Tenorio, vicepresidente de la Asociación de Futbolistas de Ecuador –ante la ausencia por razones personal del titular Iván Hurtado–, contrastaba con los manotazos de ahogado del Presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Chiriboga aseguró que no iba a haber paralización, que se respetarían los reglamentos, que no había dinero para préstamos y que ningún equipo con deuda recibiría dinero de los derechos de televisión. Como lo resaltó Diario El Comercio luego de la primera reunión FEF-AFE. Al final nada de eso fue cierto. El torneo se paralizó, el reglamento no se respetó, se giró un préstamo para el Deportivo Quito un domingo y luego se supo que eran adelantos de los derechos televisivos.

El 22 de julio de 2014, los jugadores llegaron con trece puntos a la mesa de discusión. Todos debían ser cumplidos para reiniciar el torneo. El presidente de la FEF dijo que todo se iba a resolver muy rápido pero se volvió a equivocar. Día y medio después se anunció un acuerdo. Chiriboga se negó a dar detalles pero los jugadores se empeñaban en decir que todos los puntos solicitados habían sido plenamente cumplidos. El acuerdo aún es misterioso. El punto número uno, como no podía ser de otra manera, tenía que ver con el pago de sus haberes. Lo único que quedó claro que el dinero que los clubes deben recibir mensualmente por derechos de TV, será girado directamente a los jugadores para el pago de sus sueldos. Los otros puntos parecen haber sido aceptados y tendrán que ir tomando forma de acuerdo a los procesos reglamentarios. Eso podía esperar.

Los jugadores por ahora están contentos, pero lo que ellos no saben es que han abierto un camino mucho más amplio que el de sus pagos cumplidos. También hay dirigentes inconformes, otros trabajadores del fútbol humillados, árbitros que miran con recelo y periodistas que afinan sus armas…

Por ahora, la paz parece haber retornado al fútbol ecuatoriano. La pregunta es: ¿Hasta cuándo?