¿Sirve pintar de celeste la casa para que la selección argentina gane?
En esta sala hay una bandera azul y amarilla, la figura de Martín Palermo junto a la del Papa Francisco. Aquí el fútbol es algo importante. Desde la esquina del parque Lezama se alcanza a ver la Bombonera. Se ve, también, la casa que don Pancho pintó de celeste, por cábala. La copa de cerámica se rompió el partido pasado pero quedan el peluquín y la camiseta de Messi. Mientras su hijo y los vecinos saltan alentando al equipo, él prefiere ver el partido adentro, solo, en silencio.”No quiero infartarme” dice y se marcha. Son noventa minutos de insultos y estrés, hasta que la magia aparece y la euforia se bebe en cartones de vinos. Es uno de esos pocos días en la Boca, el barrio irónico de Buenos Aires, en que a nadie le importa que la taza de la cual se bebe sea de Racing.