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Claves para entender el triunfo de Juan Manuel Santos

Las luces alumbraban el enorme auditorio, cientos de papelitos caían sobre las personas que festejaban y la letra zeta invadía el espacio. Junto a la imagen del -hasta entonces ganador- todo era amarillo, azul y rojo. Porque el partido Centro Democrático de Colombia ­–del ex presidente Álvaro Uribe Vélez– usa los colores de la bandera. Todos gozaban del triunfo, bailaban al ritmo de la orquesta y esperaban ansiosos el discurso ganador. El pasado 25 de mayo sucedió algo que al principio de las campañas pocos imaginaban: Óscar Iván Zuluaga, candidato de Uribe para la presidencia de la República, ganó la primera vuelta de las elecciones con casi quinientos mil votos más que su contendor, Juan Manuel Santos, y muy por encima de los otros candidatos: Marta Lucía Ramírez, Clara López y Enrique Peñalosa.

Después de la celebración vendría una lucha entre los dos candidatos que encabezaron las elecciones en la primera ronda. Juan Manuel Santos, el candidato-presidente del Partido de la U, nació en una familia pudiente. Su tío abuelo, Eduardo Santos Montejo, fue presidente de Colombia. Durante muchos años, los Santos fueron los principales dueños de El Tiempo, uno de los diarios más importantes del país. De 1990 a 1994, durante la presidencia de César Gaviria, Santos ocupó el cargo de Ministro de Comercio Exterior. Cuatro años después, fue Ministro de Hacienda en la de Andrés Pastrana. Y, por último, Ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez, lo que significó un puente para llegar a la presidencia en el 2010.

Cuando la Corte Constitucional no aprobó una reforma para una tercera presidencia de Uribe, el hombre decidió respaldar la candidatura de Santos, quien prometía continuar sus políticas de Seguridad Democrática: mano dura a los guerrilleros y grandes inversiones en guerra para acentuar el debilitamiento de las FARC. Algunos colombianos hablaban de Santos como la marioneta de Uribe. Sin embargo, el títere cobró vida propia. Tomó una serie de decisiones que el ex presidente no aprobaba, como arreglar las relaciones con Venezuela y Ecuador. Además, inició los diálogos de paz con las FARC, lo cual ya enfurecía al titiritero frustrado, pero empeoró cuando decidió realizarlos en La Habana, Cuba. Ahora, Uribe es el principal opositor de Santos, a quien tacha de traidor y “castro-chavista”.

Cuando iniciaron las campañas presidenciales, el 25 de enero de 2014, Uribe anunció a su nuevo protegido. Desde el año anterior se rumoraban algunos nombres, hasta que finalmente se quedó con Óscar Iván Zuluaga. A la vez que elegía su reparto para las elecciones del 2014, creaba el nombre e imagen de su partido. En un principio se iba a llamar el “Uribe Centro Democrático” y su imagen era una foto de Uribe, con los colores de la bandera en el fondo, su mano sobre el corazón y la mirada hacia el horizonte. Sin embargo, tras recibir fuertes críticas y prohibiciones legales, quedó como “Centro Democrático” y en vez de la foto, dejaron su silueta, sobre el lema ¨Mano firme, corazón grande¨. El nuevo protegido, Zuluaga, no era muy conocido por los colombianos. Pero por el prestigio de Uribe, rápidamente se convirtió en uno de los candidatos con más votos. Hijo de los dueños de las grandes empresas ASESCO S.A. (Aserias Colombianas S.A.), desde joven entró a la política. Fue alcalde de su municipio natal, Pensilvania ­–en el departamento de Caldas­–, Senador de la República, Ministro de Hacienda durante el mandato del mismo Uribe y hoy, con cincuenta y cinco años, aspira a la presidencia.

Colombia ha vivido unas elecciones presidenciales únicas este año. Los debates son nulos porque los candidatos iniciaron una guerra sucia alimentada por los medios y las redes sociales. Todo empezó a principios de mayo, cuando el periodista Daniel Coronell publicó un artículo en el que acusaba a J.J Rendón, asesor de campaña de Santos en el 2010, de haber recibido dineros del narcotráfico. Días más tarde, Uribe acusó al candidato-presidente Santos de haber recibido dos millones de narcodólares para su campaña electoral del 2010. Arguyó tener las pruebas. Ante tal señalamiento, Santos lo demandó por calumnia y lo retó a presentarse en la Fiscalía. La prensa colombiana le exigió iniciar un proceso judicial en contra de Santos, pues era una acusación de gravedad. Después de discursos evasivos, Uribe se presentó ante a la fiscalía sin pruebas y con la intención de lustrarse sus zapatos. Sus explicaciones posteriores giraron en torno a la desconfianza que le tiene a este ente, por lo que declaró que presentaría su denuncia ante la procuraduría, que no maneja ese tipo de casos. El procurador anunció que luego pasaría la información a la fiscalía. Luego de hacer toda una pantomima en la fiscalía y divagar en sus relatos, Uribe cambió el término pruebas por informaciones. Según el abogado, su cliente no conocía la diferencia entre esos términos. Una prueba es cuando hay material concreto que involucre al acusado. Al final, Uribe habló de informaciones que no vinculaban a Santos directamente, sino a su campaña que era respaldada, en ese entonces, por el mismo Uribe. Tras este escándalo se iniciaron investigaciones a Santos, J.J. Rendón y a su mano derecha, Germán Chica. Pero no se ha podido probar nada al respecto, a excepción de los votos que perdió Santos antes de las elecciones de la primera ronda.

Por otro lado, la revista SEMANA y el periódico El Tiempo, publicaron un video en donde aparece un hacker –identificado como Andrés Fernando Sepúlveda Ardila, que ahora está en la cárcel– mostrándole a Zuluaga información confidencial sobre el proceso de paz que Santos inició con las FARC. El candidato de Uribe dijo que no conocía al ladrón informático y que el video era un montaje. Luego dijo haberlo visto alguna vez y por último aceptó haber estado con él. Sin embargo, insistía en que el audio y video tenían inconsistencias. El material fue analizado por el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía que declaró que no era un montaje y, efectivamente, el candidato recibió información sobre la mesa de negociaciones de la Habana, gracias a las interceptaciones ilegales.

Estos hechos desencadenaron una lista infinita de acusaciones. Los debates presidenciales se volvieron espacios para insultarse y reclamarse eventos recientes o de hace varios años. Santos le reprochó a Zuluaga las decisiones que tomó cuando era Ministro de Hacienda. Zuluaga le dijo que era mentiroso y le recordó que en algún momento Santos lo llamó para ofrecerle un trabajo. El candidato Peñalosa se jactaba de sus propuestas a través de críticas hacia el gobierno de Santos. Mientras que las candidatas Marta Lucía Ramírez y Clara López reclamaban propuestas y debate en lugar de peleas. Los columnistas tomaban partido y volvían público su voto. Por ejemplo, Antonio Caballero, en su artículo “Resignación y miedo”, le da su voto a Santos; William Ospina se lo da a Zuluaga en su artículo ¨De dos males¨. “Para ser periodista en Colombia había que ser de todo, menos neutral”, dijo María Jimena Duzán después de la Colombia de Pablo Escobar, cuando el narcotráfico estuvo al borde de un golpe de Estado.

A pesar de su gravedad, para la segunda vuelta la historia de los dos millones de dólares y el video con el hacker son cosas del olvido. Colombia ha tenido varias oportunidades para demostrar que sufre de una terrible amnesia. El segundo round electoral Santos vs. Zuluaga, pactado para ayer 15 de junio,  se mantuvo con un empate técnico, según los sondeos. Lo primero en la agenda fue el tema de las alianzas. ¿A quién apoyarán los otros candidatos? Las decisiones se tomaron a partir de quién quiere la paz y quién la guerra. Hubo una división general entre los integrantes de cada partido. La candidata de izquierda, Clara López, se unió con algunos de su partido, El Polo Democrático, a la campaña de Santos. Enrique Peñalosa se declaró neutro, aunque algunos de su partido de centro, Alianza Verde, apoyan a Santos. Mientras que Marta Lucía Ramírez, del Partido Conservador, decidió apoyar a Zuluaga. Pero no con el respaldo de todos los conservadores, algunos optaron por Santos.

Los colombianos se debatieron entre la paz que propone Santos –“Con paz hacemos más” fue el slogan de su campaña–, o la de Zuluaga que es una paz sin impunidad para la guerrilla. Durante los dos años que llevan las negociaciones de paz con las FARC –empezaron oficialmente en septiembre de 2012–el Gobierno ha logrado avances importantes durante las conversaciones, pues solo faltan dos de los cinco puntos fijados para lograr firmarla: “víctimas” y “desmovilización”. En este momento ya están en el punto de las víctimas, que pretende reconocer sus derechos, el esclarecimiento de la verdad, reparación, protección, entre otros. La guerrilla nunca había aceptado su responsabilidad al respecto y, de ahora en adelante, habrá representantes de las víctimas en la mesa de negociaciones. Por otro lado, ya se firmaron “Política de desarrollo agrario integral”, “participación política” y “narcotráfico”. Santos propone una paz negociada y abierta al pluralismo. Gracias a esos avances muchos sienten que sí existe la posibilidad de lograr acuerdos con las FARC y, así, un cese al fuego: es la primera vez que un presidente colombiano lleva un 60% de los puntos firmados. Este acuerdo significaría acabar una guerra que inició hace cincuenta años, que todos los días deja miles de muertos colombianos, desplazamientos, reclutamientos forzados y los ingresos voluntarios a la guerrilla, producto de la pobreza desesperante. Actualmente las FARC han sido debilitadas, pues desde el gobierno anterior han caído líderes cruciales. Además con el punto “participación política”, tendrían la posibilidad de asumir cargos estatales; una forma más segura de hacerse escuchar como sucedió con el actual presidente de Uruguay, José Mujica. Zuluaga, seguidor de las políticas de Uribe, propone mano dura para combatir las FARC. El candidato pretende continuar las negociaciones de paz pero con condiciones inamovibles, como que la guerrilla entregue las armas. Esto último simboliza una rendición, lo cual no aceptarían las FARC y lo más probable es que se retiren de la mesa y se continúe con la guerra. Además, a diferencia de Santos, Zuluaga exige un castigo a los ex guerrilleros y cuestiona la posibilidad de permitirles un cargo público.

Este sábado la bandera tricolor estaba por todas partes. En el rostro de los colombianos, la ropa, los pitos, las ventanas de casas y carros, se veía el amarillo, azul y rojo. Pero esta vez no era por el partido Centro Democrático. Todos celebraban la victoria de la selección Colombia en su primer partido de la Copa Mundial de la FIFA. Ayer el país jugó de nuevo: Partido de la U vs. Centro Democrático. Cada voto era un gol, ha sido un juego reñido. Esta vez menos de la mitad del país se vistió de amarillo, azul y rojo por Zuluaga, el resto se puso la camiseta blanca con la palomita de Santos. Con cerca de un millón de votos de diferencia, los colombianos reeligieron al presidente de Colombia. En medio del coro ¨Paz queremos paz, con paz hacemos más¨, esta vez salió Juan Manuel Santos con su discurso triunfador.