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Al hablar de infraestructura educativa hay dos temas concretos y hasta cierto punto fáciles de cuantificar: mantenimiento y costo. Sin embargo, el más importante es el menos visible, el que requiere mayor planificación, tiempo y dedicación: la posibilidad de educar a través del espacio.

Educar para habitar y su impacto: hogar, escuela, barrio, ciudad.

Es común pensar que un edificio nuevo implica que todo permanecerá limpio y ordenado por siempre. Que los baños mágicamente se limpiarán solos, que nada se quebrará, ni se dañará. Esa forma de pensar es la más alejada de la realidad. Así como las cosas no se limpian solas tampoco se ensucian y se rompen solas.

Los niños no aprenden a usar el baño porque este parece ser de un hotel cinco estrellas, aprenden a usarlo cuando, como todo lo demás, se les enseña a usarlo. Los niños aprenden a poner la basura en su lugar cuando los adultos les indicamos que deben hacerlo. Los niños aprenden a mantener su espacio de trabajo ordenado cuando ven el espacio de trabajo de sus maestros ordenado.

Esta es la escala inicial del respeto a la propiedad pública, al bien común y se  debe aprender no en el hogar sino en las escuelas, bachilleratos, institutos técnicos y universidades (públicos y privados). Debemos enseñar a nuestros estudiantes a mantener su espacio de trabajo en buen estado, a limpiarlo, a cuidarlo, a no dañarlo. El espacio público de nuestras ciudades depende de este aprendizaje.

Parece algo simple, sencillo, básico. No lo es. Ni para el estudiante, ni para el rector, ni para algunas altas autoridades. Muchos siguen pensando que el baño debe estar alejado de las aulas porque apesta y creen que gastar miles de dólares en construir baterías sanitarias de lujo (literalmente) soluciona el problema.

 

La influencia del espacio habitado por el niño en el ciudadano adulto. Planificación a gran escala tiempo – espacio.

Ese pudiera ser el título de una tesis. Resumiendo, la gente de marketing tiene una palabra muy bonita y adecuada para explicar esto: aspiracional.

El edificio construido contiene un diseño, un lenguaje, un significado. Estos son decodificados de manera consiente o inconsciente por la sociedad y pueden variar con el tiempo. Por ende el diseño de la infraestructura pública no puede ser tomado a la ligera.

En este caso al usar la palabra diseño no solo incluyo el diseño arquitectónico y urbano, sino el diseño de políticas públicas tanto de construcción y ordenamiento territorial como de producción, identidad y cultura. Por lo que debe ser estudiado cuidadosamente, no solo por arquitectos, ingenieros, urbanistas y demás, sino por sociólogos, antropólogos, economistas y quizás otros especialistas en las áreas sociales, ambientales y productivas, ya que  son estos edificios los que marcan el aspiracional del ciudadano.

Me temo que al ignorar metodologías constructivas sustentables como el adobe por ejemplo, el mensaje recibido por el niño sea: no construyas tu casa con adobe por que no es bueno. Cuando en el clima frío construyes tu casa con bloques y grandes ventanales terminas con la necesidad de tener calefacción. En ese caso el mensaje implicará un mayor consumo de recursos que puede ser que existan o no.  Ahí radica la gravedad del asunto, no solo por la falta o exceso de recursos económicos, sino por la posibilidad futura de que no existan recursos naturales o territoriales.

 

La ecuación Costo – Beneficio

Durante los ocho meses que trabajé en el Ministerio de Educación, visité todo tipo de Unidades Educativas. Ciertamente algunas estaban totalmente descuidadas, llenas de montones de basura, sucias, verdaderos desastres de esos que salen en el periódico.  

Visité Unidades Educativas del Milenio que no tenían ni seis meses de inauguradas y los rectores mantenían ciertos baños cerrados porque los estudiantes rompen las tapas de los inodoros, como si esa acción fuera algo ajeno a ellos. Ciertos rectores aparentemente se sienten incapaces de reprender o educar a su alumnado.

Me encontré también con otro tipo de Unidades Educativas, especialmente aquellas más alejadas de los centros urbanos y que probablemente reciben menos recursos por tener menos alumnos. La mayoría de ellas con infraestructura muy básica y construcciones variadas. Esas escuelas estaban limpias, las aulas, los baños, las bancas, todo en orden y de una pulcritud envidiable. Ese es mérito de los profesores dedicados y de los comités de padres de familia. Sin ellos se pueden construir todas las escuelas del milenio en el país, ninguna durará mas de un año. El gasto en infraestructura debe estar acompañado de un gasto en capacitación para que todos los maestros tengan esa dedicación a educar también en habitar.

El dinero no es infinito pero sí es necesario que todos se beneficien de él. Todos tienen derecho a un espacio digno para estudiar pero ese espacio no se construye solo con cemento. 

Bajada

¿Es posible educar a través del espacio?