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Reseña gráfica de la fiesta de cierre de un ícono quiteño

A las tres de la mañana entraron los policías por última vez al Aguijón, el insigne centro cultural de la Plaza Foch de Quito. Justo en ese momento, como si se hubiese ensayado, empezó a sonar la canción Señor Cobranza de Bersuit Vergarabat. Con la luces encendidas al máximo –inequívoca señal de que la fiesta había terminado– la gente saltó y coreó: “Tienen el poder y lo van a perder, tienen el poder y lo van perder”. Los oficiales se quedaron estáticos hasta que Galo –el fundador y director del centro cultural– le pidió a la gente que se vaya. Aprovechó el momento para reprenderlos: “Aprendan a elegir bien a sus gobernantes”.  El lugar que en sus inicios fue “El Catso”, luego “La Chicharra Paralizadora” y creció y evolucionó a “La Bunga”, se consolidó como el Aguijón Centro Cultural. Ahí, desde hacía siete años acogió a artistas plásticos, músicos, bailarines, artistas audiovisuales y escritores. La madrugada del uno de febrero de 2014, todo terminó para siempre.