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Braile visual con un texto de  Gabriela Alemán

Las fotografías de Paula Parrini se acercan a algo que podría describirse como braile visual. Pura superficie: la superficie de un barrio. Se le agradece a la fotógrafa ese énfasis. Ese no buscar la imagen que define al barrio de La Floresta; ese acento en romper cualquier posibilidad de imaginarlo en el espacio. ¿Cómo recordar un viaje sin tener una idea del paisaje?  La trayectoria que uno emprende cuando se desplaza, cuando una se desplaza, implica la inmersión en un espacio social, en la construcción de una identidad. Pero, ¿eso es posible cuando todo parece precipitarse hacia su transformación? El barrio que retrata Paula está poblado por sombras, seres decapitados, siluetas reflejadas de pasada en un cristal, pájaros amenazantes surcando cielos cargados, salones de billar desiertos y graffitis que saltan de la pared. Se agradece el desvío que toman las fotografías. La clave de la identidad está buscar preguntas pertinentes no en encontrar respuestas. Me gusta que en este libro ninguna fotografía sea natural pues, si lo fuera, se asumiría que ciertos valores culturales no se deben cuestionar. Decía, me gusta no tener clara la ruta y que en este barrio el cielo esté marcado sobre el cemento; que sólo un pie, que salta fuera de un charco, sea lo que nos oriente hacia lo que queda arriba y lo que, quizá, se encuentre abajo.