Relato gráfico de una detención absurda
Matías tiene cinco años. Vive en “Las Marías”, uno de los tantos predios que compone el sector de Monte Sinaí, como se conoce en el resto de Guayaquil a las cientos de hectáreas que se encuentran al cruzar la “Entrada de la ocho” de la vía Perimetral.
En esta tierra de ceibos gigantes y pájaros extraños, el niño ha visto la violencia recurrente de los programas de televisión pero también la ha palpado en su entorno: “Mi amigo ya no vive al lado, le desbarataron su casa” recuerda.
El viernes 25 de octubre, Matías fue el participante más pequeño, en edad y estatura, de una movilización pacífica de los habitantes del sector. Acompañaba a su madre, quien pedía a gritos que se legalice ya su tierra.
Andrés P., refugiado colombiano, iba en su moto, sonriente, celebrando su liberación. El día anterior, detuvieron a un grupo de jóvenes voluntarios que pertenecen a la organización popular Cajas Colectivo Internacional. Andrés y los muchachos reparaban entonces una porción de la vivienda en la que vive Flor, una vecina que es madre soltera y jefa de hogar.
En la casa que aparece en las imágenes, aunque no los vea, juegan los nietos de Flor. Uno de ellos, se salvó de morir ahogado el invierno pasado, porque su casa inundó. Tenía un año y medio. Usted no podrá conocer a esos niños porque, al encontrarse en situación de vulnerabilidad, no está permitido fotografiarlos.
Los fueron detenidos el jueves 24 de octubre. Pasaron un día en el edificio verde y nuevo de la Función Judicial, acusados de construir ilegalmente en tierras del gobierno. Según su dueña, la vivienda que reparaban se construyó en 2010, uno de los requisitos de la reforma a la Ley de Tierras para acceder a la legalización.
El viernes, ya libre tras la intervención de su esposa amigos, el CDH y la iglesia de la comunidad, Andrés recorría con esperanza las calles de Monte Sinaí.