Lo que Rafael Correa ignora, o pasa por alto, al insistir en la penalización del aborto por violación
La moral malsana nos obliga a hacer el bien frente a cualquier caso; no caben excepciones, como si en la vida las decisiones las tomásemos con un manual y no a partir del contexto. Cuando hacemos ese bien en lugar de actuar responsablemente, eligiendo lo que cause menor daño, hacemos un “mal”.
La penalización del aborto por violación, que el presidente promovió bloqueando a asambleístas coherentes con sus ideales, desdeña a la mujer frente a esa moral en un estado laico. Como menosprecia a las mujeres de su gabinete político cuando exalta su belleza, también menosprecia a las mujeres violadas, cuando las obliga a hacerse cargo del producto de esa violación, sin importar el daño que causa, obstaculizando el reto de la Revolución Ciudadana: salir de la pobreza.
¿Qué pasa cuando hay 339,656 madres solteras en Ecuador, muchas de ellas producto de una violación, y muchas incluso niñas [1]; cuando han sido violadas casi 2 millones de mujeres?
La pobreza se multiplica por una imposición patriarcal, perjudicando a las mujeres y extendiéndose a toda la sociedad. Lo hace escudado en un dogma religioso que no se adapta a la realidad, defendido por un presidente que se vanagloria de que él no se mueve por “intereses personales”. Debe conocer el sabiendo que será el culpable, de hoy en adelante, de la obligatoriedad de hacer responsable a esas víctimas del crimen cometido contra ellas, o re-victimizándolas si se niegan, en un intento de poder salir delante de esa atrocidad. No se da cuenta −el presidente¬− que lo que ha impuesto es su interés personal llamado moral, y no el bien común.
Según el INEC, el 71% de mujeres con hijos en relaciones anteriores recibió violencia; de ellas, el 76% fue por parte de sus parejas actuales. Esto indica que estamos encaminando a las víctimas de una violación, con un hijo producto de ésta, a recibir más maltrato aún. Cuando obtienen menor escolaridad[2] y les dificulta salir de la pobreza: las conducimos al maltrato por el resto de sus vidas.
Muchos dirán que las probabilidades de embarazo en una violación son mínimas, como lo dijo en Estados Unidos un senador republicano. Lo dijo a pesar de que, en su país, hay 32,101 embarazos cada año producto de violación, que una mujer violada tiene un 15% de probabilidad de embarazo, y si estuviese cerca de la ovulación llega a 30%, según Sharon Phelan, miembro del Congreso Americano de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos.
En Ecuador, el caso de los afroecuatorianos es gravísimo. Según una encuesta realizada por Fundación Azúcar(2012), Coordinadora Nacional de Mujeres Negras, 3 de cada 10 mujeres entre 15 y 19 años son madres, a menudo como resultado de una violación. Y esto acarrea otros datos: el promedio de hijos es de 4,2, el doble de la media nacional; la mitad de las encuestadas tiene estudios únicamente primarios. Según el INEC, el 6,05% de mujeres afroecuatorianas de Ecuador son madres solteras, frente a un 4,77% de mestizas. El 55,3% de las mujeres afroecuatorianas han sufrido violencia de género, frente a un 47,5% de mestizas.
La sociedad negra en el país sigue siendo esclava de la pobreza con todo lo que ésta conlleva, al doblar la tasa de natalidad del país hasta por ser víctimas de una violación -que ya es legal en el 43% del mundo–, debido a la penalización del aborto (más aún por violación) gracias a la creencia religiosa de los “estadistas” ecuatorianos. Esta es nuestra realidad nacional.
¿Acaso la mente obnubilada por una moral asesina nos ciega ante el hecho de que las mujeres con menos nivel educativo[3] tienen más hijos o comienzan la maternidad precozmente[4]?
No es que debamos defender únicamente la decisión de detener el embarazo producto de una violación, sino que éste es un paso previo a despenalizarlo por otras causas menos urgentes pero de igual importancia. Cada vez los pobres son más pobres porque tienen más hijos y los que tienen más hijos son pobres: es un círculo vicioso nefasto que el presidente de la república no lo quiere frenar porque es católico, oponiéndose a la mayoría de ciudadanos que están en desacuerdo con la pérdida de libertad de las mujeres que deciden abortar, según la encuesta de Sendas y Planned Parenthood Federation of America en 2013.
Debemos avanzar hacia un mundo que minimice el sufrimiento humano, escalando peldaños hasta lograrlo, haciendo pequeñas revoluciones hasta lograr la revolución del bienestar, sin ambiciones personales, por el bien común.
Bibliografía:
[1] 3 de cada 10 niños han sido víctimas de abuso sexual.
[2] Cada hijo en la adolescencia son 2,5 años menos de escolaridad.
[3] Nivel primario: 31,16%; nivel secundario 24,94%.
[4] Luis Enrique Diez, director de la Maternidad Santa Mariana de Jesúsa