600yturralde.jpg

Desde que Rafael Correa dio por terminada la Iniciativa Yasuní ITT, dando paso a una futura explotación petrolera, el tema no ha dejado de sonar en los medios de comunicación. La información que se presenta no tiene nada que ver con el petróleo.

El gobierno por ejemplo, presenta una publicidad con una madre vacunando a su hijo; el pinchazo que el bebé recibe es necesario para salvar su vida. Es una hábil metáfora del impacto ambiental que supuestamente causaría la explotación del ITT, es decir, solamente el 0.1% del área del Parque Nacional Yasuní, pero salvaría la calidad de vida de todos los ecuatorianos.

La oposición no se queda atrás. Hace poco le escribí una crítica a un editorialista de diario El Universo que ponía como ejemplo un terrible accidente en un bus escolar. La causa del accidente era un pequeño caliche de 0.1% de la superficie del neumático. Y concluía como en el Yasuní, el 0.1% de afectación es igual al 100% de devastación mortal”. Ambos ejemplos son pura demagogia, pues a través de la retórica o la propaganda, lo que buscan es simplemente apelar a las emociones, miedos o esperanzas de la gente para ganar el apoyo popular.

Por su parte, Alberto Acosta, señalaba en una entrevista que la explotación responsable es imposible “nomás mire el caso de BP (Bristish Petroleum) en el Golfo de México”. Ese ejemplo es tan absurdo como tomar el peor accidente aéreo de la historia y usarlo como justificación para no viajar en avión. Sin embargo es de resaltar que, por lo menos, está hablando de la industria petrolera y no de bebés o accidentes de buses.

Más cercano a la realidad, está Acción Ecológica que muestra fotos reales del impacto ambiental real que ocasiona la industria petrolera. El problema con ellos es que lo hacen fuera de contexto. Por ejemplo, hay algunas fotografías con animales atropellados en la carretera. Es verdad, en las carreteras de la industria petrolera, en ocasiones, se atropellan animales. Pero lo mismo sucede en todas las carreteras del mundo.

Aquí seguramente mis amigos ecólogos – los diferencio de los ecologistas pues los primeros son científicos mientras los segundos son hinchas – van a explicarme que atropellar uno de los últimos individuos de Bichitus escasus no es lo mismo que atropellar a un perro en la ciudad y tienen toda la razón. El Yasuní tiene un ecosistema complejo y sensible, alterar la cadena trófica puede traer problemas. Pero aunque no lo crean los petroleros no vamos por las carreteras buscando animales para atropellar. En el tiempo que llevo en la industria he visto muchas veces cómo los vehículos se detienen para permitir que los animales pasen. Incluso me he topado un par de veces con tortugas y en ambas ocasiones mis acompañantes se bajaron de la camioneta, tomaron al animalito en sus manos y lo cruzaron del otro lado de la carretera. En otra ocasión yo mismo lo hice.

Esto es el resultado de la capacitación y sensibilización que constantemente nos brinda la empresa. Todos somos conscientes que estamos muy próximos al Yasuní y que debemos cuidar el medioambiente. Adicionalmente, la velocidad máxima de circulación son 45 Km/h que, por lo general, permite reaccionar a tiempo para frenar o evadir un animal en la vía.

Nuevamente mis amigos ecólogos explicarán que el principal impacto de la carretera es que altera los ecosistemas. En eso también tienen razón. Aunque la carretera tiene solo 6 metros de ancho y el derecho de vía (por donde pasan los cables y tuberías) unos 30 metros, el ruido y otros impactos se extienden más allá del límite deforestado. Pero la selva ocupa cientos de kilómetros hacia ambos lados de la carretera; a unos cuantos metros selva adentro el impacto es casi imperceptible y a los pocos kilómetros se puede encontrar ecosistemas prístinos.

Otro problema con las carreteras es que facilitan la colonización de la selva. De hecho, gran parte del impacto ambiental es producido por los colonos que deforestan, cazan y pescan animales silvestres. La deforestación causada por la siembra de palma africana en el Oriente es mayor que el causado por la industria petrolera. Para prevenir esto se deben adoptar medidas que regulen el ingreso de personas. Una forma sencilla y bastante eficaz es no construir puentes de ingreso sino realizar la logística mediante el uso gabarras para cruzar algún río principal; también se podría hacer la transportación por medio de helicópteros aunque aumenta significativamente los costos.

Otra foto típica de los ecologistas es aquella donde muestran algún pajarito bañado en crudo como consecuencia de un derrame. Hay que puntualizar que los derrames son accidentes industriales, no son parte del proceso. Los petroleros son los que menos desean tener derrames porque son un dolor de cabeza además de significar una pérdida enorme de dinero. Volviendo al ejemplo que citó Alberto Acosta, el accidente de la plataforma Macondo, le costó a British Petroleum un cuarto del valor de todo el activo de la empresa. Adicionalmente el valor de su marca está en los suelos. La única razón por la que sobrevivió BP es por ser un monstruo de empresa; otra petrolera, apenas más pequeña hubiera quebrado.

Aquí saltarán los de Acción Ecológica y presentarán sus informes con los 500 derrames por año que suceden en Ecuador pero el asunto clave es qué volumen se derrama en cada ocasión. Conforme las tuberías envejecen, van perdiendo espesor, lo cual hace que se produzcan “caliches” por donde fuga crudo o agua de formación. Normalmente esto se detecta pronto, el área afectada son pocos metros cuadrados y la limpieza es sencilla. Para prevenir los derrames hay muchas alternativas desde comprar materiales de calidad, hacer mantenimientos preventivos, colocar detectores de fugas, tener patrullas que recorran toda la tubería, entre otros mecanismos de control.

Es fundamental también la estricta aplicación de la ley. El Derecho Ejecutivo 1215 – Reglamento Ambiental para las Operaciones Hidrocarburíferas del Ecuador brinda un marco completo al respecto. Este cuerpo legal fue publicado en el Registro Oficial en febrero de 2001, durante el gobierno de Gustavo Noboa. Cuando Texaco operaba en Ecuador, estas leyes no existían y muchas de las prácticas que ellos realizaron, hoy en día son totalmente prohibidas, como por ejemplo, verter las aguas de formación a los ríos sin previo tratamiento y cumpliendo con los límites máximos permisibles. Algunos de estos límites son tan estrictos que las empresas prefieren reinyectar el agua nuevamente en el subsuelo antes que descargarlas a los ríos. Cabe señalar que la reinyección se produce en yacimientos específicos, a miles de metros de profundidad; alejados y aislados de cualquier cuerpo de agua subterránea de uso humano.

Este reglamento también incluye medidas de prevención, mitigación, restauración y compensación para otros procesos de la industria tales como la prospección sísmica, perforación, producción y transporte. La prospección sísmica, por ejemplo, usa explosivos pero es un impacto temporal; como la quema de “Años Viejos” en el Fin de Año. La perforación de pozos actualmente es “direccionada” (hace 20 años era vertical), de tal forma que desde una misma plataforma se pueden construir varios pozos en distintos ángulos para abarcar una enorme área en el subsuelo sin necesidad de ninguna deforestación adicional en la superficie. Se pueden citar muchos ejemplos más pero el punto es que impacto ambiental definitivamente va a haber pero eso no significa el fin de la vida en el Yasuní.

Otro punto importante es la situación de los indígenas no contactados; en ese campo no me meto porque no lo conozco. A quienes sí conozco, son a los indígenas contactados, concretamente a los waoranis. Aunque las petroleras han cometido varios errores con ellos, sobretodo un excesivo paternalismo, son cosas que se han ido corrigiendo con el tiempo. Actualmente es común capacitarlos para que desarrollen sus propias microempresas sostenibles o enviarlos becados a las mejores universidades del país. Tal es así, que en el 2007 cuando el gobierno quiso echar del país a una petrolera, fueron los waoranis quienes solicitaron que se quedara.

Es conveniente dejar a un lado la demagogia y los apasionamientos tanto del gobierno como de la oposición y empezar a analizar la explotación del ITT con seriedad. ¿Alguien sabe cómo se calculó el impacto del 0.1%? Honestamente no lo sé; lo que explica Marcela Aguiñaga en las propagandas oficiales es que eso equivale a una hoja de papel en un campo de fútbol. Tal vez el gobierno se refiera a la desforestación que se ocasionará. Pero como mencionamos anteriormente el impacto ambiental no se limita geográficamente solo al área deforestada. Entonces, estos ejemplos, aunque didácticos, al final no explican nada.

Por otra parte, la prensa mercantilista se empeña en asustar a la ciudadanía con reportajes y artículos de pronósticos apocalípticos. Sin embargo, con las leyes y tecnología actual la operación petrolera se puede desarrollar minimizando significativamente su impacto ambiental. La explotación del ITT no tiene por qué significar la devastación del Yasuní.