¿Por qué, como Anarquista, soy abstemio radical?
– 1. El no al consumo del licor –
Aunque al parecer la pregunta a contestarse es “¿Por qué optaste, de por vida, por la abstención de ingerir, fumar, o inhalar cualquier tipo de drogas?” Pienso que la interrogante a responderse debería ser “¿Por qué utilizar psicotrópicos?”
Sin embargo, la abstinencia de hacerlo tiene sus fundamentos sólidos basados en el naturalismo, parte clave de un verdadero pensamiento y una práctica de vida libertarios.
El anhelo de lograr un ser humano y una sociedad realmente libres de todo tipo de cadenas e injusticias, enfocado hacia la vida cotidiana implica el disfrute pleno de nuestras facultades físicas y psíquicas. Con tal premisa, mantener un pensamiento lúcido y un ejercicio absoluto de nuestras aptitudes materiales requiere de preservarlos al margen de alimentos y sustancias nocivos para su funcionamiento. Dichas sustancias, la mayor parte de veces, se empiezan a consumir, más que “por curiosidad”, por asumir una aparente pertenencia a un círculo más o menos amplio de la comunidad.
En el mundo llamado “occidental y cristiano”, una sustancia psicotrópica ha sido la más consumida a lo largo de la historia como “nexo” de confraternidad o camaradería entre individuos y grupos. Sí, hablo del alcohol. Obtenido, como es sabido, de la fermentación de diversos vegetales, el alcohol produce en la persona que lo ingiere –en principio– euforia, desinhibición y, finalmente depresión. Malestares físicos acompañan estas sensaciones. El mareo, la pérdida del equilibrio y náuseas son habituales. En lo psíquico son comunes –a medida que la dosis ingerida es mayor– la falta de juicio crítico, la depresión anímica y, por último, la agresividad.
No obstante los efectos negativos que causa la ingestión de licor, su consumo en la sociedad occidental –y gran parte de la oriental– ha devenido –con el pasar del tiempo– en un hecho “obligatorio” para festejar alegrías, compartir tristezas, “bendecir” rituales y aun para entablar una simple charla entre amigos. De la cuna al ataúd, esta droga psicotrópica parece ser casi ineludible en reuniones familiares, fiestas y actividades musicales.
Quien sepa poner en la balanza la ingestión del alcohol –como la acción convencional en que se ha convertido– con sus efectos en apariencia “positivos” (euforia, locuacidad, etc.) y sus consecuencias en la salud personal y social (malestares durante y después de su ingestión y rupturas afectivas) más el peligro inherente a caer en su adicción física y mental, sabrá dilucidar si es positivo o no continuar con su consumo.
– 2. Las drogas “ilegales” –
Desde hace prácticamente centenares de años el uso de sustancias, especialmente vegetales, para alterar la manera de percibir la realidad ha sido una práctica común. En Asia, África y el mundo entero la humanidad ha utilizado dichas sustancias para sacralizar ritos religiosos, imaginar poderes extrasensoriales (la adivinación, la comunicación con entidades espirituales, la interpretación de sueños, etc.) ya sea mediante la ingestión de plantas, su cocción o su misma savia ha sido una constante.
Pero además, en muchas sociedades se ha dado a su uso una orientación meramente recreativa. Es ahí cuando su significado espiritualista ha pasado a un plano muy secundario. Y es ahí también cuando los efectos secundarios amenazan con más cercanía a sus consumidores. Ya que estas sustancias pueden tener resultados sedantes, estimulantes, alucinógenos o mixtos, determinados círculos sociales las utilizan expresamente para divertirse. En ese caso se trata, ya no de buscar otra percepción de la realidad, sino de escapar de ella.
En ese escape –que suele convertirse en loca fuga del mundo circundante- no importan al afectado sus consecuencias físicas, psíquicas y psicológicas del consumo de las aludidas drogas. Clasificadas médicamente como “drogas psicotrópicas” los resultados en la salud de quien las consume pueden ser devastadores. Toda vez que su utilización deriva en dependencia, tolerancia y, por tanto, hábito, la persona implicada en la ingestión de las drogas de este tipo, desarrolla una necesidad frecuente –y aun constante- de permanecer bajo su efecto.
Los perjuicios en la integridad de quien se convierte en consumidor habitual de psicotrópicos implican el funcionamiento defectuoso de las facultades mentales, reacciones conductuales alteradas y la salud de órganos –aparte del cerebro- como el hígado, los riñones, la respiración y la circulación.
A menudo el dependiente de estas sustancias no reconoce serlo y ello agrava sus posibilidades de tratarse de su hábito y abandonarlo definitivamente.
Para quien piense que es necesario luchar por hacer de este mundo un lugar mejor para vivir, el uso de cualquiera de las drogas psicotrópicas es absolutamente destructivo. Aunque en la mayor parte de Occidente sustancias como la marihuana, el hachís, los hongos alucinógenos, el peyote, el guanto, la cocaína, la base de cocaína, el crack, los fármacos mal utilizados (generalmente los tranquilizantes, los estimulantes y otros) son ilegales, su consumo es muy extendido.
Un objetor al desorden social existente –lo llaman capitalismo, o, en su defecto, capitalismo de Estado (“socialismo”)- debería abstenerse de distorsionar gravemente la principal arma de que dispone para combatir la injusticia y la opresión: su lucidez mental y su plenitud corporal. ¿O es que acaso disfrutar de un encuentro de amigos, un concierto de música, depende necesariamente de engullir una bebida putrefacta y demás sustancias psicotrópicas?
Sin embargo, la abstención de usarlas jamás debería hacerse por reglamentación o prohibición alguna, sino únicamente teniendo por motivo su convicción. Por eso como libertario, y como una persona consciente de la importancia de cuidar mi salud para serlo, rechazo su ingestión radicalmente. Me atrevo a sugerirte, estimado compañero que hagas lo mismo. Así, seremos muchos más los que estemos –con nuestras facultades íntegras- en capacidad física y mental para resistir a las imposiciones del sistema capitalista y sus mecanismos represivos.
¡Salud y Anarquía siempre, cero doping!
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Vincent Van Gogh. Naturaleza muerta con absenta. 1887
Jaime Guevara