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He seguido con mucha curiosidad e interés la falsa polémica que se ha desarrollado entre los bandos que pugnan por la hegemonía política de Guayaquil. Este debate sobre el famoso «puerto de aguas profundas» surge fuera tiempo, y fundamentalmente se la desarrolla por razonas exclusivamente políticas. Adicionalmente, existen una serie de insuficiencias entre ambas propuestas (la del Municipio y la del Gobierno) sobre las cuales vale la pena iniciar una discusión general; de la cual salgan beneficiados Guayaquil y el Ecuador.

¿Propuestas?

A grosso modo, estamos frente a dos propuestas: la propuesta municipal de un puerto de aguas profundas en Posorja, abandonada y estancada por más de 14 años; y la aún esbozada e imprecisa alternativa gubernamental de un puerto de aguas profundas a localizarse entre Playas y Chanduy.

La idea municipal de ampliar y complementar la actual infraestructura de Guayaquil viene de la década de los noventas; específicamente de su Plan Municipal de Desarrollo Urbano para el año 2010. Dicho de otra forma, el Municipio Guayaquileño tiene previsto el muelle de aguas profundas en Posorja, desde hace más de catorce años. Como referente: el tiempo transcurrido entre el decreto de emergencia que permitió la construcción del actual puerto de Guayaquil, y su respectiva inauguración fue de solamente 5 años. Los involucrados en el Puerto de Aguas Profundas de Posorja han tenido el triple de tiempo; y la única señal de su materialización ha sido un cerramiento y una garita.

Curiosa coincidencia, entre el debate sobre el puerto y la víspera de las elecciones seccionales. El puerto en Guayaquil puede convertirse fácilmente en un catalizador de pasiones, que puede traducirse convenientemente en votos. El Gobierno y el Municipio lo saben; y es por eso que un bando intenta resucitar un proyecto en coma por más de una década; mientras que el otro pretende sacar un puerto de aguas profundas de un sombrero.

Necesidades y Destiempos

Antes de entrar en detalles, hay que analizar el contexto actual para dilucidar y definir la tipología a implementar. En el caso de un puerto de aguas profundas, vale la pena cuestionarse la necesidad del mismo; no sólo en Guayaquil, sino en cualquier parte del país. Para definir tal conveniencia, hay que sopesar una serie de factores: el volumen de carga que ingresa al Ecuador a través de Guayaquil; el peso de Guayaquil en los mapas de tráfico naviero; y los costos que implican un proyecto de semejantes proporciones, así sus potenciales beneficios.

Coincido con quienes aseguran que la oportunidad para desarrollar un puerto de aguas profundas se perdió hace más de 8 años; cuando los otros puertos de la región aún no habían mejorado sus instalaciones. Valga la pena aclarar, que Guayaquil no es un destino portuario directo. La gran mayoría de los bienes importados que ingresan por nuestra ciudad son trasbordados en gran parte desde Panamá y -en menor cantidad- desde Callao.

El puerto como Tipo, el Lugar.

Me preocupa que se siga hablando de «un puerto», como si se hablara de la terminal de un aeropuerto, o de un centro comercial. Lo más conveniente sería hablar de una «región de desarrollo portuario»; es decir, que se planifique una región para permitir la construcción de diferentes terminales portuarios que pueden clasificarse y distribuirse en un área determinada, según su calado, capacidad y naturaleza jurídica (es decir, público o privado). Definitivamente, el escenario más adecuado para tal propuesta es el golfo de Guayaquil.

Dicha región portuaria debería estar ubicada entre dos polos. Uno de esos polos debe ser el actual puerto de Guayaquil, que ya cuenta con la infraestructura inicial para manejo de carga, mantenimiento y bodegaje. Debe definirse entonces el otro polo que permita establecer el futuro circuito portuario del país. El lugar ideal para tal función debería localizarse -en mi opinión- sobre la costa oeste de la isla Puná. Desconozco si se han realizado estudios que sustenten un puerto en tal lugar, pero su ubicación tanto geográfica como política (algunos han estado tan obsesionados con ubicar el puerto en Posorja, que se han olvidado que la isla Puná también el parte del cantón Guayaquil) es lo suficientemente persuasiva, como para pensar en realizarlos.

Puná cuenta con un una hidrografía que le permitiría vincularse con Guayaquil, y hasta con Puerto Bolívar. Es risible que queramos conectar puertos con carreteras, cuando ya existen una serie de vías fluviales naturales, donde pueden trasladarse carga y contenedores en botes de bajo calado, tipo gabarra. Finalmente, en caso de considerarse necesaria la construcción de un puerto de aguas profundas, es muy probable que se encuentren en Puná las condiciones requeridas para hacerlo. Por su ubicación, un puerto de esa envergadura en Puná tendría no sólo un impacto positivo para la ciudad y para una gran región del país. También se podría reposicionar el peso de Guayaquil en los circuitos navieros internacionales, al punto que pueda considerarse una posible prestación de servicios portuarios para la región norte del Perú.

Finalmente, un proyecto así debe contar también consideraciones ambientales. Los lamentables destrozos que sufrió el manglar del golfo, durante el boom camaronero, pueden convertirse en la oportunidad de permitir implementaciones portuarias nuevas en aquellos sectores que ya fueron afectados por las camaroneras; sin que esto permita la tala de los manglares existentes en la región. Podría pensarse también en condicionar el desarrollo de nuevas infraestructuras portuarias con un porcentaje de los terrenos involucrados a la reforestación del manglar.

Queda claro que lo conveniente sería discutir y estudiar las necesidades portuarias de Guayaquil en serio, de manera consensuada, y lejos de las pasiones electorales. Se trata de un proyecto importante y vital, que tiene una cuenta regresiva en contra; no apto ni para sensacionalismos electorales, ni para regionalismos tendenciosos. Que no nos den espejismos mal concebidos, a cambio de nuestros votos.

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John Dunn Insua

Bajada

Un análisis urbanístico de las propuestas que se han hecho para el futuro portuario de Guayaquil; y un breve vistazo al potencial de un proyecto de semejantes aspiraciones.

fuente

Detalle del Puerto de Guayaquil por Ernest Charton. 1846.