@isabellarom y @arduinotomasia
Introducción
Existen barreras en nuestra ciudad. Barreras mucho más perversas que los furiosos debates que puedan darse entre nuestros gobernantes, y más lamentables que las artimañas en forma de propaganda que puedan transmitirse para desacreditar al enemigo político. Porque si algo debe señalarse hoy en Guayaquil, es el fenómeno irresoluto entre el aumento del núcleo urbano a la par con la exclusión social y la pobreza.
Es allí, estando conscientes de nuestras realidades, en donde debe comenzar a leerse la gestión de nuestros administradores públicos para intentar aliviar el malestar, sea a través de políticas públicas concretas o de las priorizaciones en la orientación del gasto.
No es difícil reconocer, como lo ha hecho Sen, que “así como los miembros de una sociedad sacan beneficios de la interacción mutua”, de sus intercambios comerciales y de sus posiciones en la división del trabajo, ese “crecimiento del nivel de interdependencia” debe ir a la par con el reconocimiento de unas obligaciones recíprocas que busquen expandir el bienestar de los miembros.
Ese es nuestro punto de partida para escribir sobre los casi 21 años de administración socialcristiana, que se focalizará en los años 2012 y 2013 para intentar comprender –con datos- su visión del desarrollo urbano, mediante el examen del programa principal que han ejecutado, esto es, la Regeneración Urbana. Y recordando, adicionalmente, que la regeneración fue un elemento clave que en 2003 hizo merecedora a la alcaldía del premio de “Eficiencia y Gobernabilidad Local” por parte de la Organización de Naciones Unidas como “paradigma del desarrollo urbano”.
Consideraciones metodológicas
Como se mencionó en un artículo anterior en GKillCity, una de las frases recurrentes del alcalde Jaime Nebot consiste en afirmar que más del 70% del presupuesto del que dispone el gobierno local se utiliza para obras públicas y tan solo un 10% para gastos de personal.
Lo que argüíamos entonces es que lo importante debe operar en un segundo nivel: cuáles son esas obras y quiénes gozan de ellas; en este caso particular, quiénes gozan de los beneficios de la Regeneración.
Así, metodológicamente, a más de la revisión de las ordenanzas presupuestarias correspondientes a los respectivos ejercicios económicos 2012 y 2013, procedimos a sectorizar la ciudad con base en (no exclusivamente en) los límites político-administrativos, vistos por distritos, de la Zona 8 conforme al Sistema Nacional de Información.
Población vs montos invertidos: data de la regeneración
Como podemos ver en el Gráfico 1, las zonas periféricas “F”, “G” y “H” son las más extensas en cuanto área y albergan a alrededor de 887.675 personas, que en su mayoría habitan en barrios populares como Vergeles, Orquídeas, Bastión Popular, Lomas de Florida, el Fortín, Flor de Bastión y Mapasingue.
Dichos sectores, conocidos por las situaciones de precariedad y vulnerabilidad, no figuran dentro de las prioridades del programa de la alcaldía. Al menos si se lo contrasta con otros barrios de clase media-alta, como Urdesa, Kennedy, Alborada y Urdenor, que graficamos como Zona E, cuyos montos de inversión son mucho mayores a pesar de tener casi 4 veces menos habitantes que las zonas anteriormente mencionadas.
O, en lectura contraria, estos tres sectores F, G y H, juntos logran superar a todos en población y área, pero no en inversión en tanto obra pública por habitante: si una persona solo de la zona E “percibe” US$52 dólares en cuanto rubro por Regeneración Urbana, alguien de la zona G (Vergeles, Orquídeas, Pascuales, Bastión Popular, entre otros), “percibe” US$9 dólares, es decir, casi 6 veces menos.
Gráfico 1. Zona E vs Zonas F+G+H
https://gkillcity.com/sites/default/files/images/captura%20de%20pantalla%202013-07-29%20a%20las%205.14.44.png
Fuente: Elaboración propia con base en S.I.N. territorial y Ordenanzas Presupuestarias 2012 y 2013
En términos de porcentajes, un cálculo sencillo mostraría que -para lo examinado- el 24% que representa la Zona E en habitantes (276.537 personas) recibe el 54% de la inversión; mientras que el 76% (887.675 personas) solo el 46%.
No es menor, por otro lado, considerar que la Zona C (9 de Octubre, Las Peñas, Barrio Orellana, entre otros), entre 2012 y 2013 mereció una inversión de casi US$25 millones de dólares, mucho mayor que cualquiera de las otras parroquias urbanas o rurales de la ciudad.
Y esa es otra problemática que surge de la gestión municipal: cómo se articula el principal proyecto de la alcaldía con parroquias rurales como Puná o Tenguel, cuyos montos invertidos son mínimos. Porque más allá de la limitación semántica (es regeneración “urbana”, excluyendo en sí misma lo “rural”), los destinos son escasos. Como expresó Luis Domingo Morán, presidente de la Junta Parroquial Juan Gómez Rendón, en un registro audiovisual de diario El Universo, “no hay canales de desagüe, muchas personas hacen el desagüe con bombas y lo tiran ahí y ahí quedó”, evidenciando su situación de precariedad.
Cuestión última que se va reflejando en los resultados electorales: en 2009, 4 de las 5 parroquias rurales votaron mayoritariamente por asambleístas de Alianza País (AP) en comparación con PSC-MG; lo que en las pasadas elecciones de 2013 se profundizó no solo para las rurales, que 3 de 5 fueron del partido de gobierno, sino a nivel generalizado: 16 asambleístas de AP versus 4 de PSC-MG.
Consideraciones finales
El presente examen expone, ante todo, interrogaciones en torno al manejo presupuestario de la actual administración. La revisión de las ordenanzas correspondientes no solo no brindan una justificación satisfactoria: no brindan justificación alguna del manejo del programa insigne de la Regeneración Urbana.
Dudas surgen muchas y barreras se mantienen. Dudas como el porqué de la inexistente búsqueda de equidad; de si los montos invertidos serían los mismos si se incluyese la participación de los guayaquileños, si se les preguntara por sus necesidades y los presupuestos se construyesen de manera participativa. Dudas incluso en torno a cómo se comprometen los gobernantes a intentar ampliar el bienestar de los pobladores.
A modo de broma y a modo de convicción, Stiglitz mencionaba en un artículo que la teoría de la mano invisible del mercado es parcialmente cierta… porque la mano no está ahí. Lo que sí existen, visiblemente, son fondos públicos que deben ser discutidos y asignados con fundamentos concretos.
De lo contrario no deben esperarse mayores resultados a los que encontramos en esta breve investigación.
Isabella Romero y Arduino Tomasi