De vez en cuando, los músicos callejeros ser reúnen y muestran que, el arte que realmente importa es el que se comparte a pie de asfalto. Hay pocos, pero son de los buenos. De los que importan. Estas fotos son de un domingo glorioso de agua y música, de lluvia y canciones de claqué.
A veces simplemente se trata de eso. De un buen escapismo. La vida cotidiana es lo suficientemente jodida como para ponernos serios el ciento por ciento del tiempo. A veces solo se trata de eso… de no dejar de hacer música. Con un violín o un trombón, con luz, con el corazón.
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Efrén Guerrero