Breves apuntes sobre las dosis mínimas aprobadas por el Consep
El 21 de mayo de 2013, el Consep (Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas) expidió la regulación por medio de la cual se despenaliza la tenencia mínima de ciertas drogas, con ciertas cantidades según cada droga. La tabla ha llevado a una discusión donde se disfraza un dogma anticuado –impuesto por la tradición y países dominantes– como un debate serio.
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Rook Floro. Shadow. 2011
El consumo de drogas –per se– no es una problemática. Los problemas están alrededor de las drogas. La abundante literatura sobre la problemática alrededor de las drogas está ahí; las investigaciones científicas, las estadísticas, las políticas públicas ya practicadas, quedan sumidas bajo el polvo por ciertos sectores que desinforman a la sociedad, tergiversando y negando. Pueden leer nociones básicas en este artículo. Además, de esto a legalizar las drogas hay un abismo. Estas políticas son las primeras acciones en base a los derechos humanos; no las últimas o las únicas.
¿Buscamos una solución al consumo de drogas? No la hay. Que lance la primera piedra quien rechace el uso de cualquier sustancia que afecte al organismo. Lo que debemos buscar es cómo reducir los daños en el mundo, evitar lo más posible el sufrimiento, alejarnos del egoísmo de satisfacer nuestra moral en perjuicio del bien común.
Michael Onfray, filósofo francés del ‘hedonismo ético’, en su libo La potencia de existir dice que hay que dar placer al mundo y a uno mismo, hasta el punto en que el displacer no esté por sobre el placer. A esa misma máxima llega el profesor Thomas Szasz, crítico de fundamentos morales, que reconoce que la gente puede hacer lo que quiera con su cuerpo sin hacer daño a alguien más. Lo más descabellado que se puede escuchar es que alguien esté a favor de que encarcelen a alguien por tomarse una cerveza o fume un cigarrillo, o un porro de marihuana.
Al parecer, desde la moral enraizada al sufrimiento, padecemos de una fobia hacia el placer. Pero muy en el fondo todavía lo deseamos –el placer– y lo tenemos presente. Consumimos sustancias que afectan a nuestro organismo, que ni siquiera están catalogadas como ‘drogas’, pero “somos libres de drogas” y nos sentimos grandiosos.
Evitamos reconocer un debate serio contra toda la problemática por tres razones primarias: desconocimiento, moralina e hipocresía. En ese orden jerárquico casi siempre. También la una puede influir a la otra o actuar por separado.
Desconocimiento:
Hay personas que en realidad no conocen la información necesaria y forjan su punto de vista a partir de los prejuicios de la sociedad. Apuntando a los males de criminalizar el consumo de drogas, no conocen que miles de personas –hoy– están hacinadas en cárceles por drogas. Los consumidores recreativos abandonan su familia, fueron privados de su libertad por no hacerle daño a nadie, por políticas que obedecían a intereses extranjeros, cuando EEUU exigía el incremento de presos en cárceles ecuatorianas por caso de drogas, por ejemplo. Los adictos a las drogas ahora están en centros donde aprenden otros delitos para seguir consumiendo, se prostituyen, matan, por una dosis. ¿Esto es humano acaso?
La gente desinformada desconoce que un narcotraficante puede enviar diez envíos de droga y si se le “caen” nueve y “corona” solamente uno, recupera su inversión. Llenarse el pecho de orgullo con un “golpe contra las drogas” es infantil.
Moralina:
Es imposible un mundo sin drogas. Rocían nuestros campos y matan a nuestra gente, invisibilizan mercados, modos de consumo, cantidades, calidades. Todo esto para impedir un consumo. Atacan a la demanda desde la oferta. Los más fundamentalistas, en caso de consumo problemático o para evitar este, se niegan a realizar tratamientos con metadona para usuarios de heroína (para disminuir el daño), o al suministro de jeringuillas para evitar contagio de VIH. Todo para alimentar su moral, no importa que la gente se muera o sufra. Más importante son ellos y su ego.
Hipocresía:
El alcohol es considerado como ‘droga dura’ [1][2], es un factor preponderante en los homicidios en el Ecuador cuando se entremezclan en barrios marginales y la violencia, los sábados en la madrugada. Pero varios candidatos presidenciales hablaban que permitirían nuevamente el consumo de alcohol los domingos y estaban en contra de las “drogas”. ¿Qué respuesta puede tener esta posición tan hipócrita?
El consumo de alcohol, creo yo, debe estar regulado y monitoreado, ¡pero el alcohol no es el culpable! El culpable real es el contexto.
La hipocresía social está inmersa desde su fiel reflejo: los medios de comunicación. Hay canales donde se lucran de las narconovelas, mostrando homicidas, extorsionadores y traficantes de drogas, haciendo del hombre el prototipo ideal y de la mujer su compañera, su aditamento: ceñida a su vestuario y a su marido. Proyectan esos comportamientos a todos, y en los noticieros hablan del problema de las drogas, con una máscara nueva, de cómo las drogas se infiltran a los colegios (desconociendo que si su precio no dejara grandes regalías no fuera rentable, si su mercado fuera visibilizado estaría monitoreado). No hay nada más hipócrita que eso.
Alejados del desconocimiento, moralina y la hipocresía, debatamos desde la base de la realidad.
Abel Ochoa