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@minitaduque

Lo que hicieron con Evo Morales la semana pasada no tiene justificación. No tiene nombre. No tiene arreglo. Pero cuando veo que en las noticias se echa primero al culpa a Portugal de no haber dejado que el avión de Morales aterrice en su territorio no puedo dejar de pensar que la orden vino de algún burócrata ofuscado por la desbandada: el gobierno portugués se derrumba. Durante más de una semana en Portugal no hubo decisiones. No hubo medidas. No hubo nada.

Después de años de quejas por el sometimiento a las medidas de la Troika -la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo- que quiere poner en orden la economía portuguesa a base de austeridad extrema, esta semana renunció el Ministro de Finanzas, Vítor Gaspar. Nos enteramos de que no era la primera vez, el hombre lo había  hecho dos veces antes, en otoño y en primavera, pero no le habían aceptado la renuncia hasta ahora, en verano. Gaspar asumía en su carta sus errores y decía que la mala imagen que tenía en las encuestas iba en contra de los planes para recuperar la economía. En las primeras horas, los comentaristas de televisión apostaron por un nombre que corrigiera los errores, que se sacudiera de la austeridad, que pusiera el dinero en lo social. Pero el gobierno del primer ministro Pedro Passos Coelho, del Partido Social Demócrata, puso de inmediato a una funcionaria mucho más afín a la Troika, Maria Luís Albuquerque, quien hasta entonces era la secretaria de Estado del Tesoro. El nombramiento sorprendió: Alburquerque está metida en un escándalo sobre contratos de cobertura de riesgo indebidos. Pero Passos Coelho destacó su éxito en las privatizaciones y en la estrategia de regreso de Portugal a los mercados financieros.

Después de Gaspar, quien era el número dos del gobierno, vino la segunda sorpresa. Paulo Portas, el Canciller. dijo ‘adeus’. Nadie se lo esperaba. Portas era el pegamento de la coalición que gobierna Portugal (su partido, el Popular, y el Social Demócrata). Sin él, la lógica decía que el Primer Ministro renunciaría de inmediato y se elegiría un nuevo gobierno. En Portugal, el Gobierno sale de la Asamblea de la República, donde el partido mayoritario  -o una coalición de mayoría- forma el Gobierno con la venia del Presidente de la República (quien no ejecuta la política real pero es quien hace jurar el cargo al Primer Ministro y su Gobierno).

La explicación de Portas para salir: que Alburquerque era un “Gaspar empeorado”. La renuncia del ministro de la austeridad era una oportunidad, según Portas, ara dar un giro a la política económica. Al ver que las cosas irían por el mismo camino, renunció. Y puso en su carta que la renuncia era “irrevocable”.

Pero Coelho –que en español se traduce como conejo- se agazapó en su madriguera y dijo que él no era un cobarde para renunciar. Y mientras los canales de televisión ponían sus cámaras en la puerta de la casa de Gobierno para ver quién entraba y quién salía (no es una metáfora: era la imagen que se veía en todos los noticieros, como una suerte de Gran Hermano de la política), la noticia internacional más importante estaba comenzando en algún despacho. Alguien negaba el permiso al avión del presidente de Bolivia de aterrizar en Portugal. A Evo Morales le tocó esperar más de medio día en Viena porque su avión, que necesitaba aterrizar para abastecerse antes de cruzar el Atlántico, no podía sobrevolar varios países europeos.

El viernes, la Asamblea de la República rechazó los votos de condena y protesta por la prohibición de aterrizaje por la mayoría. El Partido Socialista pidió explicaciones y acciones diplomáticas inmediatas para pasar las molestias creadas con los países de América Latina. El Partido comunista exigió un inmediato pedido formal de disculpas a Morales . “La situación de crisis política en que vive el país no puede servir de pretexto para la ausencia de explicaciones cabales del Gobierno y del ministro de Negocios Extranjeros, Paulo Portas”. Pero Portas hacía tres días que ya no era Ministro. Y en la Cancillería lo único que dicen es que se impidió el aterrizaje por “consideraciones técnicas”. Y nadie las explica.

Pero el domingo, como en una canción de Pimpinela, Portas volvió. Ya no como Canciller, ahora es el Vice-Primer Ministro, encargado de coordinar el área económica del Gobierno, las negociaciones con la Troika y responsable máximo para la reforma del Estado. Todo lo que quería. Alburquerque, la ministra que fue la causa de su renuncia “irrevocable”, queda subordinada a él. A partir del regreso de Portas, los portugueses empezaron a bromear ‘irrevocablemente’ sobre el uso de la palabra. Se decían cosas como: revisa bien si el fin de la dictadura fue irrevocable, no vaya a ser que no…

Hace tiempo que el gobierno de Portugal anda desorientado. Alguna vez escribí aquí sobre el ministro Relvas, quien sacó una maestría en tiempo récord y casi sin ir a clases, quiso vender la televisión pública para un grupo angolano, perseguía periodistas y les hacía chantajes, era amigo de espías y un montón de cositas más. Relvas –ministro adjunto al Primer Ministro y responsable de Asuntos Parlamentarios- salió hace poco del gobierno. Renunció en abril. Nadie lo botó a pesar del enorme desgaste que su figura polémica le trajo al Gobierno. Así anda Portugal. Cualquier parecido con el Ecuador de hace más de una década es pura coincidencia.

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Sabrina Duque