La polémica que ha causado la expedición de la Ley de Comunicación ha sido grande. Los debates van y vienen, y como en todo debate, hay dos bandos. Por una parte, los que defienden la medida, diciendo que al fin se obligará a los medios a poner música nacional que es relegada ante producciones de otros países; y los que la atacan, diciendo que se está afectando la libertad de escoger la música que uno quiere escuchar.
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Figure with Meat. Francis Bacon. 1954.
Desde hace casi tres años he tenido la oportunidad de producir un programa de radio, y desde hace un poco más de un año, de escribir reseñas musicales de discos. No toco ningún instrumento, pero la música me es indispensable para vivir. Debido a este vínculo, veo este debate desde un espacio un poco distinto.
Recuerdo que en los noventas, cuando estaba en plena adolescencia, MTV era un sitio de culto. La revolución de los videos musicales cambió la forma de escuchar música en el mundo. Al mismo tiempo, de forma quizá un poco subterránea se escuchaban ya voces diciendo “apoye al talento nacional” cuando las bandas locales abrían los conciertos de artistas extranjeros. Tenía y tengo panas músicos, que en aquella época la pasaban duro sea porque no había los espacios para su arte, se les pagaba mal (cuando les pagaba) y debían hacer malabares con sus obligaciones estudiantiles o familiares para poder dedicarle tiempo a los ensayos y presentaciones. Esa imagen del músico maltratado por el sistema de empresarios musicales que preferían poner a los Bee Gees antes que a los Hermanos Diablo se quedó grabada en la mente.
Poco a poco, la muletilla de “apoye al talento nacional” se convertía en una forma de lavar la conciencia de los medios que empezaban a difundir material, sobre todo en el género de pop. Creo que esa actitud limosnera le hizo mucho daño a la producción musical nacional.
Pasa el tiempo y los músicos nacionales se empiezan a profesionalizar. Se empieza a distinguir ese destello en los más prometedores que empiezan a sacar producciones y álbumes. ¿Los músicos ecuatorianos eran maltratados? Si ¿Los músicos, en aquel entonces, eran profesionales? Algunos sí, algunos no.
Y llegamos al siglo XXI. La tecnología para producir música cambia las reglas del juego, se abren institutos de música que aportan a la profesionalización. Sin embargo, se crea una especie de universo paralelo musical en el Ecuador. Por una parte, tenemos a los intérpretes que suenan (y bastante) en la radio, que con propuestas de pop enlatadas, han logrado posicionarse en el mercado. Pero existe un sinnúmero de bandas y músicos nacionales que producen obras geniales, que le dan tres vueltas a muchas propuestas internacionales.
Y es aquí en donde surge el dilema. ¿Qué hacer con toda esa producción nacional que es invisible? Es evidente que las radios en FM, en su mayoría, no están interesadas en ellas en absoluto. El bobo argumento de que no existe calidad es una falacia del porte de una catedral. Quien lo arguye simplemente denota su mediocridad al no hacer bien su trabajo. Un productor de radio debe estar cazando y buscando música, informándose, investigando constantemente. Existe producción nacional de calidad impecable, y debo decir que no necesariamente es la que suena en las radios en FM. En casi más de un año que llevo reseñando música en una revista nacional, siempre he tenido, al menos, un disco nacional en la lista del cual hablar.
Y aquí, creo yo, que está el problema. El uno por uno, si bien puede tener efectos positivos indiscutibles en la demanda de música nacional, no garantiza que los problemas clave del asunto se solucionen: hacer que los productores de radio dejen de ser mediocres, y que las radios apuesten a diversificar sus géneros. Mi temor es que de ahora en adelante, las ya monotemáticas radios en FM del país agudicen el problema repitiendo sin fin la música nacional enlatada de tres intérpretes.
Hay música hecha y producida en Ecuador por montones. Prueba de la oferta puede verse en el catálogo de bandas nacionales. Claro, no todas las bandas son buenas, no todas son profesionales, pero existen ejemplos que pueden hacer callar la boca a los que arguyen que no existen cosas de calidad. La mala calidad no tiene nacionalidad ¿El uno por uno soluciona este problema? No lo sé. No pierdo la esperanza de que las radios FM se tomen en serio su trabajo y lo hagan como debe ser, pero la experiencia como escucha me dice lo contrario. Temo que para salir del paso por la vía fácil, nos encerraremos en dos o tres géneros en donde las músicas enlatadas reinarán el espectro.
Regular por la vía de la oferta, como les dije, tiene sus efectos positivos. La demanda la ponen los escuchas. Sin embargo, el problema está en el intermediario: el empresario y productor de radio FM que no está interesado en salir de su zona de confort, seguirá programando enlatados. La única diferencia, si la cosa sale mal, es que los enlatados serán nacionales e importados, dejando bajo la mesa propuestas mucho más interesantes y de calidad.
Pocas radios en FM y casi la totalidad de radios online han decidido diversificar su programación desde hace mucho tiempo atrás. La diversificación que tiene como base la calidad hace que la distinción de una propuesta nacional o internacional sea irrelevante. Si uno busca calidad, la va a encontrar, y por eso es que estas radios no sienten temor ni preocupación alguna por la aplicación del uno por uno. Lo vienen haciendo, sin obligación, desde hace muchísimo tiempo, basados en que hay que buscar cosas interesantes y de calidad, no de “apoyar al talento nacional” como una limosna, sino como una apuesta por ofrecer a sus escuchas música de calidad y variada, independientemente de donde venga.
Carlo Ruiz Giraldo