Pasar el carnaval en Venecia fue muy distinto a lo que normalmente se vive en Esmeraldas, mi tierra.
Lugareños y visitantes se disfrazan creativamente. El frío apenas se aguanta. Pero hay algo que tienen muy en común, Esmeraldas y Venecia: Incontables personas deambulando por las estrechas calles; tantas, que emerge la necesidad de un oficial de tránsito peatonal para enderezar a los que se han metido en contravía.
Espero visitar nuevamente esta ciudad en otra época sin tanto turista por todo lado. Por lo pronto me llevo su espíritu festivo y belleza.
Alex Altuna