El 14 de abril Venezuela celebrará las elecciones presidenciales después del fallecimiento de su líder[1] político Hugo Chávez, en una agonía de algunos meses y con una comunicación turbia al pueblo, después –no sabemos exactamente cuánto tiempo– de su desceso. Claramente se puede suponer accionar a favor del futuro político del chavismo.
Debido al corto tiempo de la campaña electoral para elegir al nuevo presidente, los candidatos –o sus expertos de marketing político– se han dedicado a exponer desesperadamente sus propuestas o –el más eficaz, como lo señala Manuel Castells en Comunicación y Poder– explotando el lado emotivo. Henrique Capriles y su equipo, con una multitud de denuncias hacia el candidato Maduro por eventuales fraudes, con la intención de repercutir en la intención de voto de los venezolanos, o reuniéndose con denominados ‘revolucionarios’ o ‘bolivarianos’ para que mediten su participación democrática (una acción desesperada). En la otra orilla está Nicolás Maduro y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en una intensa y fugaz campaña donde intentaron[2] embalsamar a su líder y precursor, como los santos católicos o al más típico estilo de las sociedades egipcias para darle continuidad en la popularidad de los faraones.
El sentimiento de pertenencia del pueblo hacia Chávez es intenso. Él mismo promovía la adquisición de souvenirs con su imagen (traicionando su posición anticapitalista) y desde su muerte los comerciantes han multiplicado por 5 sus ventas. “Los muertos cantan mejor” dicen por ahí, y muchas veces, los muertos venden mejor; ya lo corrobora el caso de Julio Jaramillo en Ecuador.
Podría pensarse que estamos frente a un cierto tipo de divinidad del pueblo desde que le construyeron una pequeña capilla en un barrio humilde de Caracas, con el peculiar nombre de ‘Santo Hugo Chávez del 23’. Los santos populares son reales, como el Gauchito Gil en Argentina, que era admirador de la Santa Muerte, otro personaje inmerso en el imaginario de lo sagrado en México. Todos ellos pelean a favor –¿como Chávez?– de los más humildes o desprotegidos: campesinos, trabajadores urbanos, empleadas domésticas y algunos con ‘labores delictivas’ como asaltantes o traficantes de drogas.
Recientemente escuchamos que un pajarito –¿la reencarnación de Chavez?– le habló a Maduro en forma de silbidos y este le contesto de igual forma. Esto sólo existe en casos de imaginarios divinos, como es el caso del Espíritu Santo encarnado en una paloma. Ambas divagaciones son irreales –en nuestro mundo real– pero nosotros solemos creerlas porque nos gustan los mitos; a los ecuatorianos, a los venezolanos, a todo el mundo. Cuando el profeta Juan Bautista bautiza a Jesucristo le da una especie de sucesión por intermediación de una paloma. Maduro toma la posta de Chavez a través de un pajarito: en un país católico, donde se viene creando un mito alrededor de la figura de Chavez. Se escucha frecuentemente que “Chavez vive en cada venezolano” en pueblos donde se comenta que “Jesucristo está en nosotros”.
En varias ocasiones los personajes que mueren prematuramente, en el máximo apogeo de su carrera, logran mitificarse en la historia, como es el caso de Marilyn Monroe, el Che Guevara o Jesucristo, con su novedosa religión que fue perseguida y masacrado a todos sus feligreses (el Imperio Romano era pagano) hasta 347 años después de su muerte cuando Constantino la establece como religión oficial.
¿Acaso estamos frente a la labor meditada de un mito? Sería irresponsable decir que únicamente el Estado venezolano es el autor pero sí es un intermediario. El chavismo resultó de un hecho cotidiano en Latinoamérica, un golpe de estado, y ahora se ve inmiscuido en una mitificación divina para permanecer en el poder, desde el poder.
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Crédito: El bautismo de Cristo. Andrea del Verrocchio. 1475.
[1] 68%, según a consultora venezolana Datanálisis. https://www.elpais.com.uy/130306/pinter-700478/internacional/chavez-deja-una-fuerza-lider-con-una-popularidad-del-68-/
[2] El cuerpo del fallecido mandatario venezolano posiblemente no sea embalsamado por un deterioro de mucho tiempo, lo que da pie a que, tal vez, haya muerto en Cuba.
https://www.elmundo.es/america/2013/03/14/venezuela/1363220560.html
Abel Ochoa