“Habemus Papam”, los mensajes de texto no paraban de llegar al WhatsApp, Facebook y Twitter. “¿Quién es?”, preguntaba la gente. “Todavía no se sabe, pon EWTN, lo están pasando en vivo o sino conéctate por internet”.
“Me huele a Scola” me escribía un sacerdote amigo desde España. “¿Será latinoamericano?” me preguntaba otro amigo que conocí en Escocia. “Eso es lo de menos, el Papa es el Papa” – Sí pero somos humanos, me hace ilusión.
Mi esposa también estaba a la expectativa, ella había acogido la iniciativa “adopte un cardenal” que consistía en rezar por un elector en concreto para que el Espíritu Santo lo cuidara e iluminara. Ella estaba rezando por Leonardo Sandri y de igual manera otras 400.000 personas por distintos cardenales.
“Eminentisimum ac Reverendisimum Dominum: Georgius Marius, Cardinale Bergoglio” dijo el cardenal protodiácono desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. “¡Bergolio! ¡El nuevo Papa es argentino!” gritaban emocionados los dos narradores de ETWN (a quienes tengo el inmenso gusto de conocer personalmente).
¿Quién es Bergolio? Busqué en Revista Vistazo y en los periódicos que tenía a la mano la “lista de los papables” y no mencionaban a ningún Bergolio. Los “expertos vaticanistas” se habían equivocado nuevamente.
Finalmente salió el nuevo Papa al balcón. Era una imagen austera, todo vestido de blanco, sin la capa ni estola roja. Un saludo sobrio, casi tímido, con una sola mano. El pueblo esperaba la bendición urbi et orbi (para la ciudad y el mundo) pero el Papa dijo: “Os pido un favor. Antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga. La oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo”.
La Plaza de San Pedro quedó muda. Yo también hice silencio y recé por él al igual que millones de católicos y seguramente también no católicos del mundo entero.
El nombre que tomó para su pontificado fue Francisco, algo inédito para un Papa en toda la historia de la Iglesia Católica; como inédito también es que sea latinoamericano y jesuita. Todos empezamos a especular sobre el nombre. Pensábamos en San Francisco de Asís pero también en San Francisco Xavier quien fue jesuita o San Francisco de Sales.
Él personalmente lo explicó en la rueda de prensa que dio ante más de 6.000 periodistas al día siguiente. “Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él (Claudio Hummes, cardenal de Sau Paulo) me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí (corazón): los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”.
¡Con estas palabras comenzaba su pontificado! Una Iglesia pobre y para los pobres pero sin dejar de anunciar a Cristo porque como también mencionó: “Si no confesamos a Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertiremos en una ONG piadosa pero no en la Iglesia, esposa del Señor”.
Los católicos del mundo entero estamos muy ilusionados con el Papa Francisco y aunque hayamos dicho que nos daba igual, no es cierto, estamos muy felices de que sea latinoamericano. Él conoce nuestra realidad. Como dijo Monseñor Arregui “es muy cercano a su pueblo, no es de escritorio”.
Muchos rumores y mentiras también han comenzado a circular. Como aquel según el cual el Cardenal Bergoglio dijo en 2007 que las mujeres son incompetentes para la política o que aquellos que afirman que tuvo participación en la horrenda dictadura de Videla. Ambas cosas han sido categóricamente desmentidas, la primera por expertos informáticos y la segunda por defensores de los derechos humanos en Argentina, incluyendo a Adolfo Pérez Esquivel pero nunca falta gente malintencionada que sigue esparciendo su veneno. Incluso los sacerdotes jesuitas que fueron secuestrados y torturados por la dictadura, hace varios años co-celebraron una misa con el Cardenal Bergoglio y manifestaron estar reconciliados.
En fin, aunque es una frase muy trillada “cuando los perros ladran significa que estamos avanzando”. Por lo pronto, los católicos seguiremos muy de cerca las enseñanzas de nuestro pastor, rezaremos por él y nos esforzaremos por cumplir el Evangelio. Como dijo la Madre Teresa de Calcula a la pregunta de un periodista: ¿Qué es lo primero que se debe reformar en la Iglesia? “Tú y yo”.
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José Yturralde