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@MonaOjedaF

Hacer libros’ puede significar escribirlos o editarlos. Yo he hecho ambas cosas y soy incapaz de optar por lo uno o por lo otro: escribir me divierte tanto como editar, si bien editar tuvo la ventaja de darme de comer». Así comienza Mario Muchnik, fundador de Muchnik Editores —actualmente conocida como El Aleph—, su libro de aventuras editoriales. Oficio editor (2011) no es sólo una autobiografía sobre su vida profesional, sino una narración quijotesca en donde un personaje obsesionado con los libros decide hacer de ellos  parte fundamental de su vida.

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Ricardo Coello, La Última Pregunta. 2010

Oficio: es así como Muchnik ve la labor del editor, y para demostrarlo, hace un recorrido —un flash back a su experiencia—por el mundo que existe tras los miles de libros que descansan en las estanterías y que se consumen a diario. Oficio editor tiene forma de memorias y, a la vez, de Bildungsroman, pues a lo largo del texto el lector percibe los cambios del personaje —Muchnik— en el mundo caótico e inestable de la edición. Sí, se trata de un libro de aventuras editoriales, pero también de fracasos; se cuentan los triunfos y los aciertos, como la decisión de editar a Kenizé Mourard, y las ineludibles derrotas, como el traspaso de su editorial a manos de Joan Seix. Con un estilo fluido y auténtico, los lectores descubren el trabajo que hay tras los libros distribuidos y el devenir de ese proceso.

Oficio editor es, de cierta forma —y en cierta medida—, un manifiesto de edición. Muchnik deja en claro su postura editorial y cómo cree que la industria ha ido mutando de forma negativa para convertirse en una netamente comercial. Las memorias de Muchnik pueden leerse desde un análisis comparativo y una reflexión sobre los monstruos editoriales. «Cuando el editor se toma en serio su trabajo y no está ahí para hacer dinero, puede que tenga una vida bastante divertida y envidiable. Sin embargo, ahora se está perdiendo el oficio de editor, porque se entra en la lógica de la rentabilidad».

Resulta interesante que sea El Aleph quien haya publicado Oficio Editor de Mario Muchnik, y hay quienes dirían que es el cierre perfecto de un ciclo. Sin embargo, este toque «ideal» se ha convertido en el talón de Aquiles de las memorias de Muchnik. La cantidad de erratas en el texto es incuantificable: desde nombres mal escritos (Barak Obama en lugar de Barack Obama) hasta faltas de ortografía (discuciones en lugar de discusiones). Es paradójico que un libro sobre edición esté mal editado. Muchnik se ha pronunciado respecto a este tipo de problemas editoriales como un signo de los tiempos actuales: «En lugar de poner editores, ponen contables. Un contable sabe de números, pero no de letras. Y el dueño ni sabe de números ni de letras. El trabajo resultante cuesta más, porque se pierde la esencia de lo que es un libro, una sucesión de palabras en la que no debería haber erratas, ni malas correcciones o pésimas traducciones». Lástima que El Aleph no siguiera los consejos de su fundador.

Mónica Ojeda