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@jeszcazambrano @josemarialeonc

El + 1

Finalmente, la hora cero llegó.

El Ecuador vivió su domingo de elecciones, como cada tantos años. No votaba por presidente hacía cuatro años, gracias a la estabilidad lograda por Rafael Correa, quien, de no mediar un suceso extraordinario, cumplirá diez años en el poder cuando termine, en 2018, su último mandato –a menos que, también, medie un suceso extraordinario-.

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La noche del domingo 17, en rueda de prensa con medios nacionales y extranjeros, se mostró inclusive conciliador para con una parte de sus oponentes (a otra la descartó de plano); pero no olvidó a la que se ha convertido en su adversario principal: la prensa privada. La elección dejó, también, una nueva fuerza política en el tablero electoral, una nueva derecha que logró que su principal candidato, Guillermo Lasso, obtuviera el 25% de los votos y que su candidato menor, Mauricio Rodas, despuntara con un interesantísimo 4%, venciendo a su par de izquierda, Norman Wray, dejando atrás a figuras políticas de la vieja guardia como Álvaro Noboa (quien a pesar de todo, ha ofrecido una sexta candidatura), Lucio Gutiérrez, Alberto Acosta y al roldosismo, representado por el pastor evangélico Nelson Zavala.

La victoria de Correa ya da vueltas por el mundo, entre titulares de asombro y extrañeza. Muchos han intentado explicar por qué goza el economista, que cumplirá cincuenta años en abril próximo, de los niveles de aceptación. The Guardian de Londres intentó sus respuestas el viernes anterior. Muchos otros medios, entre ellos GkillCity, han intentado dar con el origen de esta rampante popularidad. Antes de comenzar la campaña, en la edición 82, Jorge Orellana pronosticaba que Correa triunfaría con al menos un quince por ciento más que se seguidor más cercano, Guillermo Lasso, al que le atribuía un 22%de votación. Si bien Orellana queda cerca en su aproximación al resultado final de Lasso (casi un 25%), marcaba una tendencia a la baja de Correa, en base al natural desgaste que podría esperarse, y tomando en cuenta todos los procesos electorales en los que, directa o indirectamente, ha participado el hoy reelecto, le asignaba un 42-44% de votos. Es decir, diez puntos menos de lo que ha sacado, según el conteo rápido. Y sí, es cierto que Orellana decía que, para entonces, era muy difícil hacer un pronóstico y que en este país resulta aún más complicado predecir una elección. Lo que llama la atención es la capacidad de Correa de no desgastarse. Sus opositores tradicionales han sentido el paso del tiempo. Lucio y Noboa sí decrecen en esta elección. El roldosismo está a punto de esfumarse para siempre y Alberto Acosta no logra despegar (queda por debajo del novato de la temporada, Rodas).

No se desgasta y recibe votos de todos los estratos sociales. Paolo Moncagatta escribió lo que debe ser una de las mejores aproximaciones al votante de Rafael Correa pero la conclusión es, a pesar de los datos duros que otorga y por los que merece altísima credibilidad, algo desconcertante: por Correa vota todo el mundo. Moncagatta lo pone mejor: “El apoyo a Correa atraviesa todos los estratos socio-económicos de la sociedad ecuatoriana de manera horizontal”. Moncagatta apuntaba, también, que tal nivel de aprobación no se observa en los países que “comúnmente se relacionan con el gobierno del Ecuador” –Argentina, Bolivia y Venezuela–. Por eso Correa ha sido señalado como el sucesor de Chávez, algo que él, sin embargo, niega.

En la acera de en frente de Correa, está una oposición débil pero que con la emergencia de CREO, principalmente, podría recoger sus pasos, articularse mejor y plantarle mejor pelea a quien en 2018 tercie por Alianza País (que podría ser el mismo Correa, de cumplirse las advertencias de quienes ven en Correa el afán de eternizarse en el poder). A pesar de que es innegable que Lasso aglutinó mucho del voto rechazo a Correa, también es cierto que ese votante se siente más identificado con la propuesta y perfil del ex banquero que con tener que sacrificar el voto a favor de, por ejemplo, Lucio Gutiérrez y que, llegado el caso de una cara a cara con Alberto Acosta, hubiesen inclusivo insistido con Correa. Ya fogueado en esta primera campaña y con los recursos suficientes para trabajar de cara al 2018, Lasso se ha denominado “segunda fuerza política del Ecuador”. Esa es una declaración que resulta sumamente importante, porque desplaza a las figuras que tradicionalmente han ocupado ese lugar: Sociedad Patriótica, PRIAN y el partido Social Cristiano.

Eso, sin embargo, tiene todavía cuatro años de camino y el candidato de CREO deberá tener mucho tino a la hora de tomar decisiones porque, en un tablero político tan complicado como el actual, perder la credibilidad que ha ganado poco a poco, puede ser cuestión de un abrir y cerrar de ojos.

Tal vez la mejor apuesta para la oposición sea articular un discurso que se centre en atender el interés primario de la mayoría de la población que son sus necesidades y no en el interés de la propio oposición, que es ha preferido referir –con bastante torpeza en algunos casos, aunque hayan excepciones como la Ruptura de los 25 y Creo, en diferentes derechos fundamentales– al discurso a bienes intangibles trascendentales para la vida en sociedad (libertad de expresión, de culto, de elección sobre el cuerpo e igualdad ante la ley), sin duda, pero en los que no se puede pensar si no se tiene un techo sobre la cabeza, un plato de comida y un hospital al que recurrir cuando se cae ese techo o se intoxiuca una con la sopa.

Ahora bien, los 90.

Si coinciden los resultados finales de escrutinio con el conteo rápido de votos de participación ciudadana, la Asamblea quedaría en 90 vs. 47, donde de 137 asambleístas elegidos para la Asamblea Nacional 90 serían del movimiento Alianza PAIS.

Con esto se cumplen los deseos de la voz del reelegido que durante 42 días de campaña insistió cantando en que “Votar por la Asamblea, es votar por Rafael”. Comparando con los 51 curules con los que termina PAIS este período legislativo, la victoria es insólita.

Tal vez, no se esperaba semejante resultado porque las intenciones de votos sólo hablaban de proyecciones sobre candidaturas presidenciales, al igual que los exit polls.

La tendencia en los resultados de la Asamblea se sostienen con los de los candidatos presidenciales, al ser el segundo movimiento que logró captar más votos el que auspició la candidatura de Guillermo Lasso, CREO, con alrededor de 15 asambleístas, contando la alianza con Madera de Guerrero-Social Cristiano en Guayas.

A CREO le sigue la alianza MPD-PK que alcanzaría a tener 6 asambleístas, luego está el PSP con 5 asambleístas.

La decadencia del PRE en esta elección es notoria habiendo logrado que sólo Dalo Bucaram vaya nuevamente a la Asamblea, pese a la aglomeración de figuras de pantalla en sus papeletas y a la invocación a Dios hecha por su candidato presidencial, su así denominado “Líder Supremo” y los candidatos a asambleístas.

Podría ser sorprendente que entre los partidos/movimientos que tuvieron su primera aparición en estas elecciones, AVANZA sea el único que lograra captar más votos y que SUMA que tuvo un figura líder clara, como Mauricio Rodas, sólo haya obtenido un escaño para la Asamblea. Sin embargo, hay que considerar que AVANZA es el movimiento que lidera Ramiro González y es un aliado a Alianza País.

La variopinta conformación del legislativo -que incluía dieciséis independientes, al Movimiento municipalista, a la Concertación de César Montúfar y a los más tradicionales PRE, MPD, PSP , PSE, PRIAN, PAIS, PSC Y PACHAKUTIK- cambia radicalmente.

Va a cambiar radicalmente la dinámica Ejecutivo-Legislativo/Legislativo-Ejecutivo. Los proyectos de ley estancados durante años, como la tan polémica Ley de Comunicación y la menos cacareada, pero muy criticada en los círculos aludidos, Ley de Cultura seguramente pasarán al Registro Oficial más pronto que tarde. Lo mismo pasará con el gigantesco Código Orgánico Integral Penal. Una aplanadora que a diferencia de aquella otra de épocas pasadas, no ha necesitado importar piezas, pues todas llevan la marca del movimiento oficialista. Una aplanadora que le facilitará cumplir a Correa con lo que ha ofrecido la misma noche en que se anunció su victoria: radicalizar la revolución ciudadana. Algo que a muchos ilusiona, pero a tantos otros, asusta.

La credibilidad de la Asamblea, siempre en entredicho, podría afrontar un nuevo desafío: asumir el rol de verdadero fiscalizador de un gobierno propio. La diminuta oposición que llega a esta nueva Asamblea podría llegar a un consenso político importante en el Ecuador, para el cual se va a necesitar madurez y voluntad: ser parte mayoritaria en la Comisión de Fiscalización para, por lo menos en esa parte, intentar un contrapeso.

Por otra parte, en la elección de asambleístas, puntualmente, la tendencia podría responder a un electorado indeciso que ante una larga lista de seres desconocidos, aunque buena parte de ellos en busca de ser reelegidos, prefirió darle su voto a una sola lista sin hacerse mayores pleitos entre 5 papeletas. Esto, está concatenado con la ausencia de participación ciudadana en el debate electoral y la ausencia de datos sobre los candidatos, herramienta con la que la ciudadanía hubiera votado por personas y no sólo por la tendencia de sus líderes; y, el arrastre político de Correa (parecería que ha zanjado la discusión de si la popularidad se endosa)podrían haber sido determinantes para este resultado. Es que tanto oposición como oficialismo recurrieron a la a la excesiva promoción de sus respectivos líderes, para intentar minar la votación del candidato a la reelección. Si hubo un debate debe quedar claro que primó la exposición de las figuras presidenciables, dejando a un lado personas y candidatos importantes para el proceso, al punto de que a veces era fácil olvidarse que también la carrera era por Asamblea y Parlamento Andino. En esa dinámica, las consignas eran “Todo, todito 35”, “Raya todo la 6”, “Vota todo tres” junto a la figura del presidenciable. Y el tiro de la plancha le ha salido por la culata a la oposición, pues, ni le hicieron calor al ya reelecto, a pesar de que sus líderes tenían  unos mayores aptitudes y facultades que otros,y terminaron por consolidar la tendencia de que había que votar en plancha. Alianza PAIS, con el candidato presidencial más fuerte, ha capitalizado la estrategia que todos adoptaron.

Todas estas consideraciones intentan explicar la abrumadora victoria de Alianza País y del fenómeno político que llama la atención de gente alrededor del mundo que vera cómo, de confirmarse los resultados del conteo rápido, la Asamblea Nacional quedará conformada de la siguiente manera:

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Jéssica Zambrano – José María León