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David Cañarte

Para eliminar un radical, es necesario elevarlo en su potencia. Suena fácil en matemáticas, pero aplicado a los procesos cognitivos y emocionales que derivan en la radicalización de los seres humanos, las cosas son mucho más complicadas. Contrariamente a las matemáticas, si los humanos elevan a la potencia sus posiciones radicales podrían verse envueltos (sin intención generalmente) en amargas o violentas discusiones o en el peor de los casos, enmarañados en actos violentos en contra de otras personas. Aquí es donde uno se pregunta cómo ciertas personas (generalmente sin caer en cuenta) participan en situaciones que podrían llevarlos a innecesariamente complicar sus vidas privadas y peor aún, derivar dichos rencores acumulados castigando al “otro” o a la sociedad en general. Trataré brevemente de explicar este tipo de interrogantes citando solo dos fuentes teóricas al respecto.

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Retrato de un torturador, Pedro Alcántara Herrán, 1988.

 

 

Para entender un poco este proceso, el sicólogo Daniel Goleman (2007) en su libro “Inteligencia Social”, indica que los seres humanos estamos programados para juntarnos con nuestros similares a través de una especie de wi-fi cerebral que funciona gracias a neuronas que actúan como espejo y que literalmente, copian y reproducen comportamientos extraídos de nuestro círculo social. Por ende, el ser humano al ser naturalmente un ente social, construye muchos de sus pensamientos conectándose y dejándose influenciar por su entorno.

De esta manera al socializar, posiblemente estemos inconscientemente rastreándonos para encontrar semejantes que compartan nuestra manera de pensar para de esta manera validar nuestro propio “yo” en el grupo. Por ende, al validarnos en el grupo y/o sintonizarnos mentalmente con el mismo, podríamos dar pie a sencillamente sumergirnos en un pensamiento hegemónico que nos dominaría colectivamente y llevarnos a tomar posiciones extremas y radicales, no solo por defender al grupo, sino porque nos estamos defendiendo nosotros mismos.

Aclaremos esta idea con un ejemplo, si eres una persona que ideológicamente te consideras “liberal” lo más seguro es que tu círculo cercano lo conformarán personas que piensan de manera similar a ti y difícilmente no aceptarás a personas ideológicamente más conservadoras, pues no funcionará nunca el diálogo. Aunque lo expuesto suena obvio, al parecer la mayoría hemos olvidado que los humanos nos agrupamos naturalmente de acuerdo a nuestros pensamientos. No aceptar y no entenderlo, puede llevarnos a caer en excesos y categorizaciones peyorativas del “otro que no comparte mis ideas” y sorpresivamente puede llevar a personas muy inteligentes (lo que es muy penoso) a convertirse en esclavos de sus propios pensamientos y en ocasiones hacerlos reaccionar de manera irracional.

Por otro lado, y entrando en el campo de la radicalización grupal, los académicos Moskalenko y McCaulley (2008) al analizar los procesos de radicalización extrema que derivan en actos terroristas, describieron en 12 pasos el proceso de radicalización de la siguiente manera:

1) Victimización: Siempre detonada por un estímulo externo (llámese gobierno, partidos políticos, corporaciones privadas, familia, iglesia, etc) que afectan profundamente al individuo provocándole rencor e ira.

2) Alienación política: El individuo es alienado y poseído por sus ideas políticas expresando exagerada disconformidad ante quienes no compartan su punto de vista. La mayoría de los individuos disconformes, no se enrolan en ningún movimiento y comparten sus ideas con su círculo social, pero es justamente aquí donde se rompe la “línea delgada” entre discutir temas o tomar acción.

3) Enrolamiento en grupo radicales: Este es el punto de no retorno, ocurre gradualmente y muchas individuos entran y salen de la organización. Permanecen los más comprometidos con la causa.

4) El poder de la “hermandad”: Este paso ocurre dentro del contexto del grupo y realza la sensación de “hermandad” entre los participantes, quienes lucharán contra el enemigo común.

5) Ausencia de Diálogo: El grupo anula toda clase de debate o discusión formando un grupo cohesionado y conectado intelectual y emocionalmente. Aquí entran los procesos de adoctrinamiento del grupo.

6) Cohesión y Aislamiento social: Una vez alcanzada una impenetrable cohesión grupal, los integrantes se vuelven “dependientes” de la organización en términos materiales, logísticos, cognitivos y emocionales.

7) Radicalización del grupo y lucha por ganar seguidores: El grupo se “bautiza” perpetrando actos violentos para llamar la atención pública y ganar seguidores para respaldar su causa. En ocasiones en lugar de ganar seguidores, el grupo provoca rechazo en la población en general, siempre y cuando la causa no tenga respaldo popular. (Los únicos movimientos terroristas que han tenido respaldo popular son aquellos que pelean por la liberación de un territorio invadido por fuerzas extranjeras.)

8) Lucha fallida contra el poder: Después de sin éxito haber luchado contra el estado que generalmente tiene una fuente ilimitada de recursos militares y logísticos, el grupo terrorista empieza a desintegrarse donde los elementos más radicales permanecen.

9) Luchas internas dentro del grupo: Después de la fragmentación el grupo empieza a tener luchas internas para obtener el poder dentro de la organización. En otras palabras, el grupo empieza a desintegrarse.

10) Tácticas Ju-jitsu: Intentos desesperados y más radicales de provocar un ataque del enemigo de la organización. Por ejemplo, provocar que el estado utilice tácticas represivas contra la población y ganar más adeptos a la causa en la población civil.

11) Extrema deshumanización lingüística del adversario: Atribuir mediante el uso del lenguaje calificativos denigrantes a los adversarios, por ejemplo “cerdos” “perros” “basuras” para así facilitar el asesinato de los adversarios políticos.

12) Inmolación: La voluntad de los miembros de la organización de convertirse en mártires y morir por la causa para así lograr el involucramiento de más adeptos a la causa y de esta manera continuar el proceso.

Aunque este proceso pueda percibirse bastante denso y reconociendo que es extremadamente difícil evitar apasionarse por los ideales y principios personales, encontrar paralelismos con la dinámica grupal cotidiana son evidentes. Si ustedes, en lugar de usar como sujetos de estudio a “terroristas” colocan “adversarios políticos” “integrantes de la barra del equipo de fútbol que odio” “miembros de la religión que detesto” “estos hippies harapientos” “estos cerdos capitalistas”, emergerían similares patrones de comportamiento radical que podría explicar el por qué tanta violencia verbal y en casos extremos, de violencia física se da en muchos de los interacciones humanas.

No discutir con más profundidad de las “oscuridades” de la naturaleza humana podría obstaculizar nuestro entendimiento de los contextos que rodean a las interacciones humanas. Quizás entender la fragilidad con la que nuestras acciones y pensamientos son influenciados por nuestro entorno nos ayude a ver las cosas con menos ciega pasión o quizás con más cuidado de evitar caer en procesos donde quedemos atrapados. A menos que, evitar la discusión de la naturaleza humana, sea efectivamente lo que se busca para seguir manteniéndonos enemigos y beligerantes.

 

Referencias:

McCauley, C. & Sophia Moskalenko. 2008. «Mechanisms of Political Radicalization: Pathways Toward Terrorism» Terrorism and Political Violence, 20: 415-433.

Goleman, Daniel. Social intelligence. Arrow Books, 2007.

 

 

 

 

David Cañarte