@KarlaMoralesR
El 3 de junio de 2002, la Asamblea General de la OEA adoptó y abrió a la firma la Convención Interamericana contra el Terrorismo, en la cual los Estados miembros reafirmaron “la necesidad de adoptar en el sistema interamericano medidas eficaces para prevenir, sancionar y eliminar el terrorismo mediante la más amplia cooperación”. Entre los principios reconocidos explícitamente en esta Convención figura la estipulación de que las actividades contra el terrorismo se lleven a cabo cumpliendo plenamente las obligaciones de los Estados miembros conforme al derecho internacional. De acuerdo con el articulo 15 de la Convención, “las medidas adoptadas por los Estados parte de conformidad con esta Convención se llevarán a cabo con pleno respeto al estado de derecho, los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Este requisito previo refleja el principio fundamental de que la campaña contra el terrorismo y la protección de los derechos humanos y de la democracia constituyen responsabilidades complementarias. El objeto y el propósito mismo de las iniciativas contra el terrorismo, en una sociedad democrática, es la protección de las instituciones democráticas, los derechos humanos y el imperio de la ley, no su menoscabo o su uso como herramienta para aleccionar a los ciudadanos en un Estado donde las autoridades se consideran incuestionables.
El camino hacia la instauración de un régimen autoritario y represivo suele ser muy parecido a los territorios donde hay minas anti personales. La comparación puede resultar desproporcionada pero la encuentro idónea: el espacio se pinta libre sin embargo, según cómo y dónde pises puedes causarte la muerte. Ese es el riesgo que corres cuando decides cuestionar, exigir y oponerte a decisiones políticas en países donde su primer mandatario no acepta posturas diferentes a la propia. Si eres luchador social, activista o defensor de derechos humanos debes cooperar con el Estado, caso contrario puedes ser calificado de terrorista. ¿Cómo saber si es terrorista o groupie? Aquí un test para que lo descubra:
1. ¿Le gusta la trova o música protesta?
2. ¿Ha participado en plantones o protestas?
3. ¿Tiene imágenes de lideres revolucionarios?
4. ¿A través de las redes sociales difunde y debate sobre sus ideas?
5. ¿Se reúne con amigos afines a elaborar o conversar sobre proyectos sociales?
6. ¿Ha convocado gente para promover o exigir algún asunto afín?
7. ¿Tiene una agrupación con la que se reúne periódicamente?
8. ¿Su agrupación tiene nombre?
9. ¿Es reconocido por sus ideas?
10. ¿Ha usado pañuelos como parte de su vestuario?
11. ¿Ha portado pancartas, banderas o camisetas distintivas para promover su causa?
Si ha contestado SI mayoritariamente, la siguiente pregunta definirá su perfil:
12. ¿Colabora con su gobierno?
Me dirán que hay quienes colaboran con el Estado y no son groupies pero ¿cómo puede un activista, defensor o luchador social calificarse como tal y permitir, secundar y promover la represión de sus iguales aunque la causa que los mueva sea distinta? Hacer silencio ante la criminalización de la protesta es respaldar al opresor y, en estos casos, al respaldarlo sin chistar, los hace groupies.
Muchos estados utilizan el miedo al terrorismo y la lucha contra éste para introducir medidas como la tortura, la detención indefinida sin juicios, las desapariciones ilegales y la privación de la libertad sin pruebas suficientes para justificarla en el marco de procesos judiciales escuetos y hasta ilegales. Los estados están fabricando terroristas y rompiendo garantías en una supuesta búsqueda de respeto al estado de derecho y orden social, contribuyendo a la erosión del derecho internacional al violar ellos mismos estos estándares. El Sumak Kawsay no se construye atropellando.
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Karla Morales