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@IvonneGuzmn

¿Por qué no hemos de tener derecho a estar rotundamente tristes estos días (motivos sobran)?

La alegría- buena onda-felicidad-navideñas están sobrevaloradas y sobremarketeadas, me parece. Y aunque a ustedes les dé por pensar que soy la reencarnación de Scrooge o el Grinch, hoy (a manera de regalo) voy a defender a muerte el derecho de todos los que pasarán como yo estas fiestas: o sea, tristes.

Al que argumente que hay que poner buena cara (fingir que se está pasando bien, disimular que uno tiene un dolor muy reciente explotándole entre las costillas), porque esta es una fiesta para los niños y son ellos los que tienen que disfrutar, le diré que está bien que de vez en cuando los niños miren de cerca la tristeza. Mejor si no tienen que vivirla en carne propia, sino intuirla en la cara larga (a lo Modigliani) de una tía segunda que está más callada de lo normal durante la cena, y por eso ha dejado casi intacto el pavo que aún se desborda de su plato.

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Mash up, Roberto Noboa interviniendo la obra de María José Argenzio -tomado de riorevuelto.net-

Y si vienen con la propuesta (que parece ideada en el búnker más radical de la corrección política) de sonreír  y agradecer por  todo lo que tengo, en lugar de pensar en todo lo que no tengo o me ha sido negado, les  gritaré que no, que no me conformo y que quiero que ese dios al que ellos veneran en la figura de un niño en un pesebre me devuelva el 11 de octubre del 2002, cuando mi hermano Daniel aún vivía; y también el 5 de noviembre pasado, cuando la vida que disfruté durante cuatro años estaba intacta.

Por un día, por un instante aunque sea, quiero regalarme la posibilidad de ser malagradecida y egoísta, sin sentir culpa, y exigir que el mundo me vuelva a sonreír.

Por último, a los que no reciban un regalo de mi parte, les explicaré que hay días en que no tengo fuerzas ni para salir de la cama, y que no quise hacerme más daño (físico y moral) trotando por los pasillos de centros comerciales abarrotados de gente enloquecida por gastarse el décimo cuarto sueldo sin parar y sin pensar… Sí, no les compré nada, pero ellos saben, porque se los he demostrado todo el año, que los quiero, que me importan, que sé lo que necesitan y procuro –aunque a veces no lo logre– estar siempre para ellos.

Pero estas fiestas no, porque la Navidad del 2012 estoy oficialmente triste y solo pido que tengan la bondad de dejarme vivir mi tristeza en santa paz.

 

Ivonne Guzmán